miércoles, 13 de agosto de 2008

Bufones

Bufón viene del italiano "buffo" (risible, cómico). El diccionario dice que bufón es aquél que hace reír. Si bien los bufones ya no existen, sí hay personas que hacen reir e incluso otras que mueven a risa, aunque por lo general éstas últimas no lo saben.
Los antiguos bufones de las cortes me­dievales eran hombrecillos casi siempre enanos, corcovados o con la cabeza a pájaros, como quien dice. A veces perdían las cabezas, en una época en la que las cabezas rodaban con fre­cuencia y por un quítame allá esas pa­jas.
Su oficio consistía en hacer reir a los po­derosos (gente de risa difícil) a cambio de comida y casa regia. Se debatieron siempre entre el aplauso y el castigo de sus amos, muchos de los cuales se divertían más midiéndoles las costillas que celebrando sus bromas.
La existencia de esta pobre gente, que andaba siempre vestida de colorines, con gorros con cascabeles y una suer­te de cetro de tosca madera, en uno de cuyos extremos había, tallada, una ca­ra de muñeca, se remonta a la anti­güedad grecolatina, según el libro "Historias de bufones", escrito por el francés André Gazeau a fina­les del siglo pasado.
El fabulista Esopo -que era jorobado- hizo de bufón en sus comienzos. Homero ha­bla de Térsites en el canto II de "La Ilíada". Térsites, que significa desver­gonzado, era contrahecho, calvo y biz­co pero capaz de cantarle en la cara cuatro verdades al mismísimo Agame­nón.
Muchos de estos titiriteros, correveidiles y contadores de chis­tes se atrevían a veces a criticar a sus amos, o a echarles en cara sus defectos. No solía irles bien. Francesillo de Zúñiga, autor de la "Crónica burlesca" a Car­los V, murió de una paliza que recibió de un cortesano.
Velázquez, que denominó "sabandijas de palacio" a los bufones de la corte de Felipe IV, los plasmó, empero, en muchos de sus lienzos, en ocasiones en retratos de corte. Recordemos, sin ir más lejos, "Las Meninas".
Los bufones divertían a sus dueños, pero su vida no tenía nada de diverti­da. Comían en la cocina con los criados, usaban la mis­ma ropa hasta que se les caía a jiro­nes y tenían que mendigar las mone­das que les daban sus amos, cuan­do se las daban, después de ha­ber hecho el payaso durante un buen rato.
Los bufones pasaron de moda, al menos en Espa­ña, con la llegada de Los Borbones. Se impusieron, en cambio, los favori­tos o validos y, en el caso de Felipe V y Fernando VI, los cantantes italianos. Carlos III no permitía que se le acerca­ra nadie que tuviera un título inferior al de marqués.
La literatura universal dedicó algún espacio, de pasada, a la figura del bufón, que aparece, por ejemplo, en la Come­dia dell'Arte, en el "San Troilo" de Shakespeare y el "Triboulet" de Víctor Hugo.
Se merecen este recuerdo porque, al fin y al cabo, alegraron mal que bien sombrías cortes del pasado.



© José Luis Alvarez Fermosel


No hay comentarios: