domingo, 31 de mayo de 2009

¡Cuántas hormas...!

Qué curiosa imagen. La madera se luce, a la vista está. La madera de los peldaños de una escalera que no tiene principio ni fin; la madera de las hormas de los zapatos, inmortalizadas por un artista.
Las hormas son la dura entraña de los zapatos. Los conservan sin arrugas cuando no los luce su dueño y están guardados en un armario.
¿Qué madera podría conservarnos el alma sin arrugas? ¿Y dónde tendríamos que llevarla?
Metafísica barata aparte, no deja de chocar esta especie de testimonio del amontonamiento y el desorden, ennoblecidos por una fuerte luz naranja que da al conjunto una claridad que no merece por el tema .
¡Qué hubiera dicho Pablo Neruda al pensar que, quizás, las hormas podrían corresponder a otros tantos zapatos, propiedad de algún ricachón! Digo ésto porque al poeta chileno le llamó mucho la atención la gran cantidad de zapatos que tenía el duque de Alba en su vestidor.
Fue durante la Guerra Civil. El Duque estaba en Inglaterra. Los milicianos republicanos habían ocupado su palacio. Neruda, en un “tour” por Madrid, en el que empezaban a caer las primeras bombas, visitó el palacio de Liria –residencia del duque- y dedicó un párrafo de sus memorias a los zapatos del duque de Alba.
Neruda embetunó literariamente los zapatos del duque de Alba.
En otra dimensión, nosotros comentamos esta rara presencia con abundancia de madera en forma de escalones, por los que no suben ni bajan pies humanos calzados con zapatos, sino que sólo hay hormas de zapatos. Un poco fantasmagórico.
Escalones y hormas. Y la fuerte luz anaranjada que quizás haga juego con el color de la madera, y por eso está.
No teníamos otra cosa que hacer.


© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

“Zapatos limpios, pensamientos claros”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/06/zapatos-limpios-pensamientos-claros.html)

No hay comentarios: