lunes, 3 de diciembre de 2007

Crónicas de Madrid (V)

Un merengue, un euro; un euro, un merengue...


"El género humano no puede resistir mucha realidad". (T.S. Eliot)

¡Cómo hubiera disfrutado Ramón Gómez de la Serna en este Madrid globalizado de 2007, más surrealista que nunca! ¡Cuántas greguerías se le hubieran ocurrido!
Ahora que no fuma nadie, en Madrid fuma todo el mundo, donde se puede y donde no se puede. Hay tabaquerías por todas partes y máquinas expendedoras de cigarrillos en restaurantes, bares y cafés en los que teóricamente no se puede fumar. En algunos establecimientos hay carteles en los que se lee: “¡Aquí se fuma!”. Yo estuve un día en una cervecería en la que se prohibía fumar y el camarero que me atendió tenía detrás de él en un cenicero, sobre una repisa, un cigarrillo humeante. Al fondo fumaban dos adolescentes y un señor mayor.
-- Pero…
-- Perdone que le interrumpa. Empresarios gastronómicos emplean a inmigrantes latinoamericanos y a otros de otros países de Europa Central, Asia y Africa, lo cual está bien; lo malo es que a quienes no hablan español no se lo enseñan, y ellos no tienen mucho interés en aprenderlo. Así que es muy frecuente que uno entre en un bar y un joven moreno y cetrino, oriundo de Bucarest o de Sofía le diga “mí no comprende” cuando se le pida un chato de vino.
-- Así que…
-- Hay que manejarse con todos los idiomas que uno sepa. A mi mujer y a mí nos atendió un día en la chocolatería Valor, donde todas las mozas son filipinas, una de ellas que no me entendía. Como yo no hablo tagalo –la lengua oficial de Filipinas- le pregunté a ella que si hablaba inglés, me dijo que sí y a partir de ahí nos entendimos perfectamente en ese idioma.
En mi viaje anterior llegué en primavera. Un periodista anunció en un noticiero de televisión: “¡Madrid estrena primavera; se esperan intensas nevadas en los próximos días!”.
-- ¿Y nevó?
-- No, pero hizo un frío glacial durante varias semanas, lo cual no impidió que se viera a mucha gente comiendo helados por la calle.
-- ¿Y qué ha visto usted en Madrid esta vez?
-- Hasta ahora, y entre otras cosas, frutos secos…¡húmedos! servidos de aperitivo en una tasca del Madrid de los Borbones; un inmenso reloj redondo eternamente parado a las seis y cuarto encima de la vidriera de …la Unión Relojera Suiza, en la Gran Vía; pomos de crema para las manos anunciándose… en el escaparate de una jamonería entre chorizos, morcillas y, naturalmente, jamones; un coche estacionado con el caño de escape tapado por una pelota de tenis partida por la mitad.
-- ¡Vamos, que…!
-- Van más turistas a aprender español a Barcelona –donde todo el mundo habla catalán- que a Madrid. ¡En Cataluña sitúan a España dentro de los destinos turísticos…”extranjeros” más interesantes!
Fuimos a La Mallorquina, la pastelería más tradicional de Madrid, a comprar una docena de merengues. No había más que uno, a un euro. Un merengue, un euro; un euro, un merengue…
Ahora que se ha prolongado tanto la vida útil del ser humano en España se piensa que una persona de 60 años es una anciana. Por eso apenas trabaja –porque es vieja, según quienes no le dan trabajo- la actriz y cantante Ana Belén, que está espléndida a los 58 años. Lo mismo le pasa a Ana Obregón, que acaba de cumplir 52 (1).
-- Entonces usted, que tiene…
-- ¡Chist, no diga nada, no diga nada, que estoy en un estado raro, es decir, que veo la sombra mezclada con violetas!
-- ¡Eso es una greguería de Gómez de la Serna!
-- Sí. Es una pena que haya muerto -en Buenos Aires- hace tantos años, repito. Si viviera y estuviera en su Madrid natal no haría más que escribir greguerías. ¡Y Buñuel, las películas que filmaría Buñuel…!
Brujuleo por el distinguido barrio de Salamanca: calles de Serrano, Velázquez, Goya… Amables fantasmas me saludan tocándose el ala del bombín. Por cierto, el bombín o sombrero hongo de antaño que se usaba tanto y salía en las zarzuelas es inglés; el organillo, napolitano; el mantón, de Manila (Filipinas); el chotis, austríaco y la Cibeles una diosa frigia.
Ah, me informan que los gallegos afincados en Buenos Aires acaban de lanzar un manifiesto. ¡Pero, hombre…, no había proclamado ya André Breton el Manifiesto del surrealismo?



(1) Ana López-Bravo, de Sant Cugat del Vallés (Barcelona), ha dicho en una carta publicada en la revista de los domingos del diario El País de Madrid, que escuchó un día en la cola de la frutería a dos ancianas hablando su soledad y quejándose de que veían muy poco a sus nietos. Una le dijo a la otra que le daba la impresión de que ya no valían nada. Dice textualmente Ana López-Bravo: "Me las quedé mirando conmovida. ¿Será por ese miedo a quedarse solas por lo que algunas personas se niegan a envejecer? Ser mayor parece ser algo malo para parte de la sociedad. Pero cada edad tiene su encanto y no debería clasificarse a los seres humanos por edades, sino educar para una relación positiva y abierta con todos. Una persona mayor puede dar mucho de sí misma y enriquecer sobre todo a jóvenes y niños. Tan sólo han de encontrar el interés y la motivación que les impulse a moverse. Espero que aquellas dos personas mayores a las que escuché un día sin querer conviertan su edad en un trayecto feliz".


© José Luis Alvarez Fermosel
Desde Madrid - 2007
Anterior:
Crónicas de Madrid (IV): “Los argentinos en España”

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