Psicoanalistas, sociólogos, sexólogos y otros estudiosos del comportamiento humano le están haciendo el caldo gordo al macho posmo, poco o nada interesado en el sexo, al destacar la importancia de la autoestimulación y la utilidad de los juguetes eróticos, tantos y tan variados.
Cada día sale al mercado uno nuevo. Los fabricantes están haciéndose de oro. El macho posmo no cabe en sí de gozo. Las pobres mujeres, en cambio, con gran tristeza pero como último recurso usan los “chiches” en cuestión ante la indiferencia del macho posmo.
De ésta y otras cuestiones de no menos interés se informa en una nota de Antonela de Alva escrita especialmente para el diario Clarín de Buenos Aires, que la publicó hace unos días y se relaciona con este “post”.
El macho posmo vive pegado al teléfono móvil. No habla con nadie. Pero deja y recibe mensajes de texto, que es lo que más le gusta y para lo que tiene una habilidad extraordinaria.
El celular y las cadenas que van y vienen por la red, los juegos electrónicos, el cotilleo de las redes sociales, los “twits” y otras ofertas de la tecnología -cada vez más sofisticada- de las comunicaciones, le proporcionan el placer que otros obtienen del sexo.
© J. L. A. F.
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