He aquí el parte de hoy, que recoge las últimas pedradas al sufrido idioma español, que como el inglés las recibe con frecuencia y con fuerza. Así están quedando los dos. Y uno sufre, qué le va a hacer:
Encayado por encallado.
Hueco por agujero u orificio.
Igualismo por igualdad (se usa en una publicidad sobre cerveza).
Fuertísimo por fortísimo.
Nutrimental por nutricional.
Cónyugue por cónyuge.
Longetividad por longevidad.
Incendioso por incendiario.
Nutriólogo por nutricionista.
Veintiún persona por veintiuna personas.
Vuelos aéreos -¡como si hubiera otros!-.
Oído en la televisión, naturalmente, donde también se dijo que Mendoza es una provincia granicera, o sea, en la que suele caer granizo.
En cuanto al inglés, expertise se traduce como experticia; y la horrible palabra, que suena a Morticia, es legal; se puede usar con toda tranquilidad –y un repelús-. A mí me da pie para un versito, utilizando la palabra énclave, con acento en la e, cuya utilización también es correcta, dice la Real Academia Española (RAE), para la que todo “se igual”.
Morticia, tu experticia
Es la noticia,
Que me deja encayado
En el énclave soñado.
Vamos, que ni Rubén Diario, que dijo aquél refiriéndose a Rubén Darío, hubiera mejorado esta cuarteta.
Un conocido mío, abogado, muy esnob, muy cursi, que la va de ilustrado, se ha hecho construir un estudio de un gusto espantoso, decorado por él con una serie de empastes de un violeta furioso aplicados a las paredes. En la puerta de cada despacho hay un versito, dentro de un óvalo. En la de los baños, por supuesto, quiso poner “toilettes”, que él cree que es más fino que servicios, aseos o la clásica imagen de un hombre o una mujer, o una variante al respecto según el baño sea para hombres o para mujeres. Y puso “toillettes”…¡con doble l!
- ¿Pero por qué no consultan el diccionario, si tienen dudas?
- Eso es lo malo, que no las tienen.
© José Luis Alvarez Fermosel
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