La corrupción avanza en una cantidad
considerable de países de todos los mundos, del primero al enésimo; y se ha
constituído en una característica, una condición, algo que forma parte de la
urdimbre, del entramado de los gobiernos.
El soborno, el quedarse con vueltos, las…
“comisiones”, la acumulación fraudulenta, en fin, de bienes de todo tipo y, en
el colmo de la desvergüenza de grandes cantidades de billetes de banco metidos
en maletas, es ya moneda corriente en el mundo político, lo mismo que el
subsiguiente blanqueo, o lavado de dinero.
Se roba con gran soltura, sin la menor
intranquilidad, como algo normal, entre otras cosas porque una vez que el
gobernante y su legión de turiferarios se han enriquecido se les blinda, o se
blindan ellos de modo tal que no pueda juzgárseles por ladrones y metérselos en
la cárcel después de habérseles expropiado el dinero mal habido, como sería lo
normal.
La palabra blindar ha adquirido, pues, un
nuevo significado y se cita constantemente en los medios.
Adjúntase información que certifica y
amplía estas líneas. Que se vea que la nuestra no es una voz clamante en el
desierto, que ya no hay modo de tapar estos latrocinios y que la gente honrada de
todo el mundo habla y se lamenta inútilmente de que la corrupción esté a la
orden del día y a pleno sol, sin que los corruptos se molesten ya en ocultar
sus turbios manejos, conducentes a su enriquecimiento ilícito.
© José Luis Alvarez Fermosel
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