Aquel auto subía, bajaba, llaneaba por
todas las rutas deslizándose, en vez de circular, como una pieza de satén que se desenrollara sobre el asfalto.
Sólido, flexible, funcional, cómodo,
barato. El Citroën 11 ligero hizo historia.
La Citroën quiso lanzar al mercado un auto
pequeño, no una catedral rodante. Y se lo encargó a André Lefébvre, que venía de
la aviación. De la carrocería se encargó el escultor italiano Flaminio Bertoni.
El tándem Lefébvre-Bertoni crearía años
más tarde el popular dos caballos, también para
Citroën. El 11 ligero entró en la historia el 25 de julio de 1957,
después de fabricarse 759.123 unidades.
El chasis y la carrocería autoportante formaban
un todo indivisible. Se reducía así el peso del vehículo y se hacía más
estable, al bajarse la altura y, por tanto, el centro de gravedad.
El Citroën 11 ligero era un sedán de
tracción delantera, carrocería monocasco, barras de torsión y motor con
válvulas en cabeza y cuatro cilindros lubricados.
El modelo 11 tenía una potencia máxima de
46 caballos a 3.800 revoluciones por minuto y tres velocidades -la primera no
sincronizada-, dirección de cremallera, frenos de tambor hidráulicos en las
cuatro ruedas y neumáticos y ruedas Michelin Superconfort. Su velocidad máxima
era de 136 kilómetros por hora, aproximadamente.
De película
El 11 ligero salió en el cine. Era el
coche que utilizaba la policía secreta en varios países europeos, entre ellos
España y Francia.
Detectives de traje oscuro y sombrero
flexible los tripulaban en “Brigada Criminal”, una película española filmada
bajo la dirección de Ignacio F. Iquino –precursor del cine policial
barcelonés-, con José Suárez y Soledad Lance encabezando un reparto que incluía
luminarias de la época como Maruchi Fresno, Isabel de Castro y Fernando
Vallejo.
La película –un “thriller”-, que se
estrenó en 1950, tiene características de documental. El crítico Felipe
Cabrerizo la calificó de atrayente e innovadora y destacó que “(…) puso de
moda en España el rodaje en escenarios
naturales, siguiendo la escuela ‘verista’ del policial norteamericano”.
En “To catch a thief” (“Para atrapar a un
ladrón”), Hitchcock le dio a Grace Kelly otra oportunidad para lucirse, esta
vez nada menos que con Cary Grant.
La película se estrenó en 1955. Ganó un
Oscar a la mejor fotografía y fue seleccionada dos veces por la mejor dirección
y el mejor vestuario.
Su rodaje en la Costa Azul francesa le dio
a Grace Kelly la oportunidad de conocer al príncipe Rainiero de Mónaco y
casarse con él, convirtiéndose así en princesa.
En una escena de la película un 11 ligero
con policías de civil persigue por la serpenteante Grande Corniche a la “coupé”
deportiva que lleva a John Robbie, “El Gato” (Grant), ex ladrón de joyas y la
hermosa muchacha norteamericana que le conquistó (Kelly).
El 11 ligero transportó a policías -¿por
qué no a algún ladrón, también?-, arrulló a recién casados y a matrimonios de
toda la vida con su sinfonía de pistones y émbolos; llevó a gente madura y no
tanto, a ricos y pobres, a ciertos golfos de poca fortuna, a universitarios
hijos de papá…
En fin, “a tout le monde”.
© José Luis Alvarez Fermosel
No hay comentarios:
Publicar un comentario