Las rosquillas que constituyen el dulce
típico de las fiestas con que Madrid celebra el 15 de mayo en la Pradera de San
Isidro el día de su patrón, San Isidro Labrador, se dividen en “listas” y
“tontas”. La pradera en cuestión fue inmortalizada por Goya en su cuadro La
pradera de San Isidro, que está en el Museo del Prado.
Los dos tipos de rosquilla están hechos de
la misma manera, pero a las “listas” las cubre una capa del llamado azúcar glas
y a las “tontas” no. Hay otras, las de Santa Clara, cubiertas por merengue
seco.
Los expertos dicen que las mejores de
todas las clases se venden en la Antigua Pastelería del Pozo, fundada en 1830, en
la calle del Pozo, 8.
Otra delicia gastronómica típicamente
madrileña son los “soldaditos de Pavía”, unas tajadas de bacalao rebozado y
frito que, junto con las croquetas igualmente de bacalao hicieron famosa a la centenaria
taberna Casa Labra, en la calle de Tetuán, 12, frente a una de las entradas de
El Corte Inglés de la calle Preciados.
Se llaman así porque los soldados que
acompañaban al general Pavía, cuando entró a caballo en el Congreso de
Diputados y puso fin a la Primera República (1874), llevaban uniformes
amarillos, casi del mismo color dorado de estos bocaditos.
Junto con las rosquillas del Santo, los
“soldaditos de Pavía” y el chocolate con churros, el manjar –porque es un
verdadero manjar- emblemático de la Villa y Corte es el cocido, o puchero. Los mejores
se comen en Lhardy, el hotel Ritz, los restaurantes La Bola y Malacatín y en
casa de mi primo Antonio, hecho por él.
Leguarios
y trampantojos
Un leguario es un mojón, o hito que mide
la distancia en leguas: la distancia que puede andar una persona a caballo en
un hora.
Pues bien, en Madrid hay un leguario,
concretamente en Puerta de Hierro –sí, donde vivió Perón tantos años-. En una
de sus caras se lee: “Al Pardo, una legua”, y en la otra: “A Madrid, una
legua”.
Un trampantojo es una pintura mural que
muestra una cosa que no es lo que parece, y de ahí viene su nombre, que quiere
decir trampa para el ojo.
El mejor de todo Madrid está en la Carrera
de San Francisco, muy cerca de la plaza de Puerta de Moros. Es un calco de la
fachada de ladrillo rojo de una casa de cuatro pisos, que reproduce los
balcones y otros detalles del inmueble con tal verismo que desde cierta
distancia no se advierte la engañifa.
El pairón
El pairón es una columna de unos 4 metros
de altura, hecha con bloques de piedra berroqueña. En la cima suela haber
alguna pequeña escultura de un santo o una Virgen en un nicho y, rematándolo
todo, una cruz de hierro.
Suelen estar a la entrada de alguna
ciudad, con el fin de delimitar los términos municipales. Es común que los
caminantes se detengan hasta el pairón para rezar unos minutos.
La diputación de Guadalajara donó un
pairón de piedra arenisca rosa que se halla en la intersección de las calles de
María de Molina y Serrano. A Guadalajara se sale actualmente por la calle de
María de Molina. De ahí la localización de este hito, que alberga dos pequeñas
esculturas de bronce dedicadas a la Virgen de la Hoz y a San Isidro y una placa
en la que se explica el surgimiento y el porqué del pairón.
© José Luis Alvarez Fermosel
Fuente:
Los porqués de
Madrid, de María Isabel Gea Ortigas
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