“¡Bésame otra vez, forastero!”, exigía
Yvonne de Carlo a Rod Cameron en un viejo “western”, ¡ahí es nada!.
El “western” se titulaba “La dama de la
frontera”. La frase, de aquí te espero, no
movilizaba en principio a Cameron, pesadote y tristón; pero a mí me
sirvió para títular una sección del programa de radio “La puerta del ‘week
end’”, que se emitía todos los sábados de 9 a 13 por Radio Continental de
Buenos Aires, como una especie de suplemento, por llamarlo así, de “RH
Positivo”, que iba todos los días con la conducción de Rolando “Lanny” Hanglin.
En ausencia de “Lanny”, que se tomaba
franco los fines de semana, batíamos el cobre Luis “Chango” Torres -infaustamente
desaparecido-, la locutora Mónica Moretto -afincada ahora en Canadá- y yo.
La frasecita y la palabra frontera
del título llevan consigo romance, viajes, aventuras, exotismo… En cuanto a la orden, “¡bésame otra
vez!”, la intriga residía en esa “otra vez”; uno se preguntaba inmediatamente:
¿cuándo fue la primera, cuándo fueron las otras?
Los oyentes se divertían… y nosotros
también, como mandan los cánones. Bueno es trabajar en lo que a uno le gusta,
ya que no hay más remedio que darle al callo.
La película puede alquilarse en cualquier
videoclub, como hice yo cuando estaba en la radio.
Ficha técnica:
Titulo original: “Frontier Gal”
Dirección: Charles Lamont
Reparto: Yvonne De Carlo, Rod Cameron, Andy Devine,
Fuzzy Knight, Andrew Tombes, Sheldon Leonard, Clara Blandick, Beverly Simmons,
Frank Lackteen, Claire Carleton
Año: 1945
País: Estados Unidos
Poductora: Universal Pictures
Género: Aventuras en el Oeste Americano
Sinópsis:
La justicia persigue a Johnny Hart (Rod
Cameron) que ha matado a tiros de revólver a uno de los asesinos de un
compañero. En su huída Hart pasa por un pequeño pueblo y para en un “saloon”
que posee la cantante Lorena Dumont (Yvonne de Carlo) para echar un trago, como
era de rigor.
Después de un encuentro tempestuoso y los besos
apasionados de Lorena se establece el idilio, pues que Johnny no es de piedra y
Lorena es bellísima; la boda se perfila en lontananza, aunque el “cow boy” declara
no ser muy afecto al himeneo.
Siempre nos casamos.
©
José Luis Alvarez Fermosel
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