Sentado
en la bita de amarre, si uno mira hacia abajo apenas divisa una franja del agua
del puerto, sucia, oleaginosa, de color verde gris; y uno no deja de pensar que
en la maniobra de atraque de una embarcación, cuando apenas queda una rendija
entre la banda y lo que podría llamarse tierra firme, un mal paso, por así
decirlo, puede hacer que un hombre se sumerja de golpe y porrazo en esa especie
de magma.
Unos
de los peligros de la navegación por mar de los que nadie, o casi nadie habla.
Pequeñas causas y grandes efectos, digámoslo una vez más.
Esto
es un apunte traído al paso; una pincelada, también, de color jade turbio y
negra brea, que recién trazada está secando la Brise Marine de Mallarmé.
© José Luis Alvarez Fermosel
No hay comentarios:
Publicar un comentario