Ecfrasis
era el término que se usaba, en la Grecia antigua, para indicar el
procedimiento retórico que consiste en traducir en palabras las obras de arte.
Hay escritos –como las Imágenes de
Filóstratos- dedicados por completo a la écfrasis. Entre los modernos, el sumo
virtuoso de la écfrasis fue Roberto Longhi. Incluso podría afirmarse que los
momentos más audaces y reveladores de sus ensayos son las descripciones de
cuadros, mucho más que los debates y los análisis. Pero, más allá de Longhi, el
inigualado maestro de la écfrasis sigue siendo Baudelaire. No sólo en prosa
sino también en verso: cuando define a Delacroix “lac de sang hanté des mauvais
anges” o a David como “astre froid”. Baudelaire decía lo más preciso e
insustituible que la palabra haya llegado a decir sobre esos dos pintores.
Esto
recuerda el gran editor y escritor Roberto Calasso (foto) en su último libro, La marca del editor, de Anagrama, muy
bien traducido por Edgardo Dobry.
Calasso,
nacido en Florencia en 1941, responsable de Adelphi, reside en Milán. La marca del editor completa el trazado
de una trayectoria excepcional, el de una estirpe que ha formado nuestra
sensibilidad y nuestra cultura, y que ahora más que nunca necesita nuestro
reconocimiento.
Por la transcripción: © J. L.
A. F.
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