Por la calle de los fantasmas, del brazo del Dormilón, va “Guaira” Castilla al casamiento del Zorro, con un esmóquin de hojas de margaritas, flanqueado por niños y muñecos amarillos.
“Guaira” Castilla es en realidad Gabriel Castilla, el mejor titiritero de América, o por lo menos de la América de habla española. Pero todo el mundo le llama “Guaira”.
(“Guaira” quiere decir viento en quechua, el dulce idioma del indio altiplánico, primitivamente hablado en Bolivia, Perú, Ecuador y difundido después de la conquista española por Colombia y el norte de Chile y de la Argentina.)
Nacido en Salta –en el noroeste argentino, en la frontera con Bolivia-, de poco más de 50 años, Gabriel Castilla es titiritero por definición, vocación y herencia, ya que su padre, Manuel Castilla, movía en la década del ’40 con Carlos L. García Bes por Argentina, Bolivia y Perú, tiernos muñecos de trapo a mano limpia en retablillos rústicos y entrañables.
Movía los títeres, el padre del “Guaira”, como el mismo “Guaira”: “con manos fáciles y alegre corazón, con manos fáciles para asir y retener, para retener y soltar...”, como en los versos de “El Caballero de la Rosa”.
Hombre de mil oficios
“Guaira” Castilla, o “El Guaira”, desempeñó mil oficios, entre los cuales el de bibliotecario. Pero lo que más le gustó siempre fue viajar, siempre con sus títeres para chicos y grandes a cuestas, representando obras de Carlos L. García Bes, del clásico entre los clásicos, el inolvidable Javier Villafañe, Carlos Vaca y su hermano Leopoldo Castilla, titiritero y poeta como él.
Su currículo es impresionante. Viajes por Uruguay –en el Río de la Plata se hacen los mejores títeres de América y quizá del mundo-, Bolivia, Brasil, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana, toda la Argentina, de norte a sur y de este a oeste, casi toda España y otros países de Europa.
La Secretaría General de la Unión Internacional de Marionetas le recomendó para trabajar en Nueva York. Fue invitado a varios festivales internacionales de títeres.
De estatura media, fuerte, de pelo negro y rizado, con algunas canas y el ademán escueto, “Guaira” envaina un vaso de vino tinto. Estamos en “La Parrillita”, en el populoso barrio de Villa Crespo de Buenos Aires. Nos llegan retazos de la zamba salteña “La López Pereira”, en la voz potente de Héctor Corvalán.
-- “Guaira”, ¿qué es el títere?
-- Una mística del gesto, el escorzo hecho poesía, la mímica hablada sin palabras. Es, también, un mensaje, una forma de expresión artística, un método de comunicación. Y, para mí, la razón de mi vida.
Un medio de expresión artística
“El títere –añade “Guaira” Castilla- es, o significa un código de acercamiento al hombre, al que se brinda todo lo que se puede brindar con otro medio de expresión artística. Con el títere se puede hacer lo que se hace con los pinceles, la pluma o el buril”.
Su técnica es la del guante, la más difícil. Hace cualquier cosa, cualquier maravilla con una mano, con un pequeño fragmento de madera noble. Sostiene que Argentina ha heredado la técnica del guante de García Lorca, que es la mejor de Latinoamérica y está perdiéndose por su dificultad.
“Guaira” se reconoce discípulo de Villafañe, al que califica de “gran maestro”, gran difusor del títere en América Latina, uno de los pocos que han paseado el títere argentino por todo el mundo.
-- ¿Hay títeres para niños y títeres para adultos?
-- No, hay títeres, simplemente. Lo que pasa es que el niño participa más, constituye el público más puro y, a la vez, el más exigente. Te marca el clima. Y te lo puede romper, también.
-- ¿Qué se necesita para ser titiritero?
-- Pasión. Y luego, claro, dominio de la expresión, habilidad manual.
“Guaira” revela que su género es la pantomima, que investiga y estudia constantemente. Sus obras favoritas son “Celos”, “El hipo”, “El dormilón”, “Historia con las flores”. Sus personajes, “La gallina que pone huevos”, “El vampiro”, con el que empezó a experimentar.
Escribe relatos de sus experiencias de titiritero trotamundos: una suerte de memorias adelantadas, hojas sueltas de su rica bitácora viajera. Toca la guitarra. Es “amiguero” por devoción. Lee constantemente poesía, sobre todo –“me he criado entre poetas...”-
-- ¿Mensaje?
-- Habría que ser niño o titiritero.
“El Guaira”. El viento...
© José Luis Alvarez Fermosel
“Guaira” Castilla es en realidad Gabriel Castilla, el mejor titiritero de América, o por lo menos de la América de habla española. Pero todo el mundo le llama “Guaira”.
(“Guaira” quiere decir viento en quechua, el dulce idioma del indio altiplánico, primitivamente hablado en Bolivia, Perú, Ecuador y difundido después de la conquista española por Colombia y el norte de Chile y de la Argentina.)
Nacido en Salta –en el noroeste argentino, en la frontera con Bolivia-, de poco más de 50 años, Gabriel Castilla es titiritero por definición, vocación y herencia, ya que su padre, Manuel Castilla, movía en la década del ’40 con Carlos L. García Bes por Argentina, Bolivia y Perú, tiernos muñecos de trapo a mano limpia en retablillos rústicos y entrañables.
Movía los títeres, el padre del “Guaira”, como el mismo “Guaira”: “con manos fáciles y alegre corazón, con manos fáciles para asir y retener, para retener y soltar...”, como en los versos de “El Caballero de la Rosa”.
Hombre de mil oficios
“Guaira” Castilla, o “El Guaira”, desempeñó mil oficios, entre los cuales el de bibliotecario. Pero lo que más le gustó siempre fue viajar, siempre con sus títeres para chicos y grandes a cuestas, representando obras de Carlos L. García Bes, del clásico entre los clásicos, el inolvidable Javier Villafañe, Carlos Vaca y su hermano Leopoldo Castilla, titiritero y poeta como él.
Su currículo es impresionante. Viajes por Uruguay –en el Río de la Plata se hacen los mejores títeres de América y quizá del mundo-, Bolivia, Brasil, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana, toda la Argentina, de norte a sur y de este a oeste, casi toda España y otros países de Europa.
La Secretaría General de la Unión Internacional de Marionetas le recomendó para trabajar en Nueva York. Fue invitado a varios festivales internacionales de títeres.
De estatura media, fuerte, de pelo negro y rizado, con algunas canas y el ademán escueto, “Guaira” envaina un vaso de vino tinto. Estamos en “La Parrillita”, en el populoso barrio de Villa Crespo de Buenos Aires. Nos llegan retazos de la zamba salteña “La López Pereira”, en la voz potente de Héctor Corvalán.
-- “Guaira”, ¿qué es el títere?
-- Una mística del gesto, el escorzo hecho poesía, la mímica hablada sin palabras. Es, también, un mensaje, una forma de expresión artística, un método de comunicación. Y, para mí, la razón de mi vida.
Un medio de expresión artística
“El títere –añade “Guaira” Castilla- es, o significa un código de acercamiento al hombre, al que se brinda todo lo que se puede brindar con otro medio de expresión artística. Con el títere se puede hacer lo que se hace con los pinceles, la pluma o el buril”.
Su técnica es la del guante, la más difícil. Hace cualquier cosa, cualquier maravilla con una mano, con un pequeño fragmento de madera noble. Sostiene que Argentina ha heredado la técnica del guante de García Lorca, que es la mejor de Latinoamérica y está perdiéndose por su dificultad.
“Guaira” se reconoce discípulo de Villafañe, al que califica de “gran maestro”, gran difusor del títere en América Latina, uno de los pocos que han paseado el títere argentino por todo el mundo.
-- ¿Hay títeres para niños y títeres para adultos?
-- No, hay títeres, simplemente. Lo que pasa es que el niño participa más, constituye el público más puro y, a la vez, el más exigente. Te marca el clima. Y te lo puede romper, también.
-- ¿Qué se necesita para ser titiritero?
-- Pasión. Y luego, claro, dominio de la expresión, habilidad manual.
“Guaira” revela que su género es la pantomima, que investiga y estudia constantemente. Sus obras favoritas son “Celos”, “El hipo”, “El dormilón”, “Historia con las flores”. Sus personajes, “La gallina que pone huevos”, “El vampiro”, con el que empezó a experimentar.
Escribe relatos de sus experiencias de titiritero trotamundos: una suerte de memorias adelantadas, hojas sueltas de su rica bitácora viajera. Toca la guitarra. Es “amiguero” por devoción. Lee constantemente poesía, sobre todo –“me he criado entre poetas...”-
-- ¿Mensaje?
-- Habría que ser niño o titiritero.
“El Guaira”. El viento...
© José Luis Alvarez Fermosel
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