Hay
en el mercado de las… cosas locas
unas cajitas de metal, en cuyas tapas campean fotos en blanco y negro de varios
artistas de cine de la época de oro de Hollywood. Son los pastilleros de antes,
aggiornados. Ahora su nombre… oficial
es Mini caja metálica retro vintage. La
denominación es una muestra más del engolamiento y la cursilería peculiares de esta
época vacua y esnob.
Yo
tengo una de esas cajitas, que miden 4,5 por 3,5 por 2,5 centímetros. Se venden ahora en los negocios de diseño y son una pequeñez muy original para regalar, o
para el propio deleite.
Audrey
Hepburn, Gene Kelly, Frank Sinatra, James Dean, Judy Garland, Marilyn Monroe,
Rita Hayworth, Marlon Brando, Fred Astaire y Ginger Rogers... Ahí están, juntos
y… revueltos.
Cajitas
para guardar recuerdos…
Son
cajitas para guardar recuerdos, también. Recuerdos de películas de un pasado lejano,
que volvemos a ver de vez en cuando en los canales de cable de la televisión.
La princesa que quería vivir,
Leven anclas, Al este del paraíso, El mago de Oz, Una eva y dos adanes, Gilda,
Nido de ratas, Sombrero de copa…
Películas
que nos emocionaron hasta las lágrimas, o nos regocijaron, o nos dieron un poco
de miedo en algún momento de su proyección.
Las
vimos, adolescentes, en cines de barrio, casi siempre los jueves por la tarde con
compañeros de colegio –cuando los Maristas nos daban libre-, o algún sábado con nuestro padre.
¡Aquellos
westerns que eran pura acción y
romance, las comedias, las películas de besos –asi las etiquetamos-, tan
ingenuas…; las de espionaje, las policíacas,
una de ellas con un joven Robert Montgomery haciendo de Philip Marlowe…!
Tengo
una reproducción del cartel original de Casablanca
en mi estudio. Con Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en primer plano y más lejos
los actores secundarios.
En
alguna tarde de lluvia…
Las
figuras del poster se agigantan en alguna
tarde de lluvia en que a uno le atrapan los recuerdos.
Lo
mismo me pasará ahora con las fotos de los actores de esta cajita que me ha
regalado Maite, tan buenos como los de la memorable Casablanca. También nos hicieron felices en la grata penumbra del cinema –como decía, con
encantadora delicuescencia, alguna tía nuestra-.
Inefables
salas con aromas de perfume barato y un desinfectante muy fuerte llamado Zotal,
cuyo olor era agradable.
En
el descanso, después del noticiero y el corto de Tom y Jerry, los vendedores de
patatas fritas a la inglesa, refrescos y helados pregonaban su mercancía a voz
en cuello.
Auellos
rostros, tan hermosos los de las actrices, tan expresivos los de los actores…
Los tenemos en la sala grande del recuerdo.
Y
ahora, a algunos de ellos en una cajita.
©
José Luis Alvarez Fermosel
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