sábado, 1 de mayo de 2010

Papelones de presidentes

¿Qué les está pasando a los políticos, a los presidentes, o a muchos presidentes de países europeos y americanos, que no hacen más que meter la pata?
El “premier” inglés, Gordon Brown no se dio cuenta el otro día en Rochester -ciudad del famoso condado de Kent-, de que tenía aún puesto el micrófono corbatero después de un acto eleccionario, transmitido por televisión, y calificó de “fanática” a una votante jubilada de 65 años que había estado con él en el programa. Se enteraron Mariquilla y toda la villa. Y la señora, por supuesto.
Peor fue lo de su antecesor, John Major, que llamó en 1993 “bastardos” a ciertos miembros díscolos de su gabinete sin reparar en que él también tenía encima un micrófono abierto.
Si de los ingleses pasamos a sus “primos” norteamericanos, mejor será que no recordemos a Clinton y su “affaire”, no precisamente… “du coeur”. Nos referimos al de la becaria y su vestidito azul...
Antes, el actor Ronald Reagan, que llegó a la presidencia de los Estados Unidos, declaró ya en la Casa Blanca la guerra a Rusia en 1984. En broma, por supuesto. Pero hubo gente que no entendió el chiste y se armó un cierto “hullabaloo” (escandalete).
Más cerca en el tiempo, George W. Bush recibió en 2006 a Tony Blair, cuando éste era primer ministro del Reino Unido, diciéndole: “¡Hola, compadre!”. En estas costas eso se llama ser compadrito.
El jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero se encontraba reunido en 2009 con su homólogo ruso Dimitri Medvedev en el Palacio de la Moncloa (sede presidencial) de Madrid, tratando un plan de promoción del turismo español en Rusia.
Al terminar el acto, Zapatero dijo textualmente en una rueda de prensa: “Para estimular, para favorecer, para ‘follar’ (realizar el acto sexual)…”. Y sin interrumpirse continuó, con gran presencia de ánimo, hay que reconocerlo: “(…) Para apoyar ese plan…”.
Tal vez peor que todo lo anterior fue lo que le pasó en Turquía al norteamericano Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial. Invitado a visitar la mezquita de Selimiya, en Estambul, al descalzarse para entrar, según el ritual musulmán, se vio que… ¡tenía ambos calcetines agujereados y, al parecer, no muy limpios!
Se dirá que los presidentes, y otras personalidades encumbradas son también seres humanos sujetos a las mismas presiones y el mismo estrés del hombre común, o más todavía, dadas sus mayores responsabilidades.
Precisamente por eso tienen que dar ejemplo y ser y estar siempre impecables, o por lo menos presentables. Cuentan para ello con docenas de mentores, consejeros, asesores y amanuenses que les dicen lo que tienen que hacer y cómo lo tienen que hacer.

© José Luis Alvarez Fermosel

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