Siguen cayendo los buenos. Es una maldita constante
que nos sume en una desesperación tranquila en general; y en una profunda
tristeza cuando cae uno de los nuestros, como Fernando Vidal Buzzi, colega de
la crítica gastronómica.
Conocí a Fernando hace muchos años, cuando aún no
escribía de estas cosas excelsas del “comercio” y el “bebercio”.
Fue buen compañero y mejor ser humano. Lamentamos
enormemente su desaparición. Le echaremos de menos.
Tal como él hubiera querido, abriremos una botella de
champán, nos serviremos una copa y brindaremos por él, por el recuerdo de lo
que fue y lo que hizo.
Ya está en la sala principal de nuestra memoria y allí
seguirá entre sinoples heráldicos, panoplias con oxidados sables, espejos
nublados y doradas melancolías.
© José Luis Alvarez Fermosel
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