Ya se fue febrerillo el loco, renqueando
con sus dos días de menos. Y ya tenemos aquí a marzo, un mes recio y completo
en el que se inicia la primavera en el norte y el otoño en el sur, estaciones
de transición pero cada una con su belleza.
Eso sí, hay que tener cuidado con los Idus
de marzo.
Los Idus caían en el calendario romano el
15 del mes Martius (marzo), que correspondería al 14 de marzo actual.
¿Qué eran los Idus? Los días 15 de marzo,
mayo, julio y octubre y el 13 del resto de los meses. Esos eran días de buenos
augurios, en los que nada malo podía ocurrir. No así en otros.
Julio César murió cosido a puñaladas en el
Senado de Roma, al pie de la estatua de Pompeyo, un día maléfico de los Idus de
marzo del año 44 antes de Cristo. Según el escritor griego Plutarco –autor de Vidas
paralelas-, César había sido advertido por un augur del peligro que corría
su vida, pero hizo caso omiso de la admonición.
Julio César llegó, de triunfo en triunfo,
a hacerse amo y señor del mundo mediterráneo. Su vida, fecunda y brillante,
incluyó la escritura de los Comentarios a la Guerra de las Galias. Esta obra,
escrita en un latín claro y purísimo, se considera como el primer informe
especial del periodismo.
Era demasiado. Y no podía permitírsele.
Tulio Címber y Casca urdieron una conspiración en su contra, en la que
participó Bruto, ahijado de César, uno de los asesinos al que su víctima
interpeló, interrogándole amargamente: “Tu quoque, fili?” (¿Tú también, hijo?). El
desnaturalizado respondió: “Sic semper, tirannis” (¡Así siempre, tirano!).
La muerte de César provocó el estallido de
otra guerra civil.
El calendario moderno reemplazó al romano
alrededor del siglo III. La mención a los Idus de marzo siguió haciéndose
coloquialmente durante los siglos siguientes, implicita la referencia a la
muerte de César.
William Shakespeare clamaba en su obra Julio
César: ¡Guárdate de los Idus de Marzo!
© José Luis Alvarez Fermosel
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