miércoles, 23 de abril de 2014

Los prometidos



Los retratistas de la primera mitad del siglo XIX exploraron amablemente el mundo de los afectos domésticos.
A Giuseppe Tominz (1790-1866), un clásico esloveno-italiano de la pintura figurativa provinciana del imperio habsburgués, se debe “Los prometidos” (1830), el cuadro cuya imagen ilustra estas líneas.
Se trata de una obra característica del estilo Biedermeier, que toma su nombre de un personaje de los diarios satíricos de la época: un tradicional y sumiso profesor escolástico de Suabia, típico representante de la burguesía alemana.
La época del Biedermeier vio nacer en Alemania, Dinamarca y Austria una rica e importante escuela de pintura, formada por artistas que caían bajo el común denominador de haber hecho un viaje a Roma y admirar al patriarca Thordvaldsen, conocido después de aparecer en el cuadro “Artistas daneses en una fonda” (1836), de David Conrad Blunck.
La pareja tan detalladamente plasmada en el lienzo por Tominz exhibe la pesada elegancia germana de la época. Se incluyen espejo, cortina, alfombra, mesa vestida con flores en un búcaro con pie dorado y una pequeña talla en forma de caballo alado en el suelo.
Si se examinan con atención las manifestaciones artísticas del Biedermeier, sobre todo la pintura, los muebles y la decoración se advierte que el código formal es parecido al neoclásico.
El Biedermeier  refleja las virtudes privadas y los placeres honestos.

© José Luis Alvarez Fermosel

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