sábado, 10 de enero de 2009

Sainte-Beuve, escritor y "gourmand"

En el retablo de figuras y figurones del proteico y multicolor siglo XIX ocupa un lugar el escritor y crítico literario Charles Augustin Sainte-Beuve (1804/1869), elogiado y denostado –más lo segundo que lo primero- en un París de salones con marquesas, poetas, “bon vivants”, compases de “can can” y bellas “grisettes”.
Sainte-Beuve era un “gourmand” de tomo y lomo, frecuentador de restaurantes y organizador de banquetes.
Llegó a decirse de él, con cierta mala uva, que como escritor era un excelente gastrónomo.
Marcel Proust, en su ensayo “Contra Sainte-Beuve”, se opuso al método de crítica, basado en que la obra de un escritor es siempre un reflejo de su vida, que utilizaba Sainte-Beuve. La escuela formalista rusa y los críticos Ernst Curtius y Leo Spitzer coincidieron con Proust.
Sainte-Beuve habría convertido en realidad la teoría, tantas veces mencionada, de que los críticos literarios son literatos frustrados. Algunas de sus objeciones parecieron motivadas por la antipatía que sintió hacia los autores juzgados por él.
Alabó a escritores sumidos hoy en día en el olvido y criticó con ferocidad a otros de la talla de Charles Baudelaire, Stendhal u Honoré de Balzac.
Sainte-Beuve estudió medicina, carrera que no terminó, y se inició en el periodismo, colaborando en el diario “Le Globe” y, más tarde, en la “Revue contemporaine”. Después escribió versos, una cantidad enorme de críticas y cruzó una abundante correspondencia con otros escritores
Fracasó como novelista pero publicó varios estudios literarios interesantes, el mejor de los cuales fue “Port Royal”, que describe pormenorizadamente la historia de la Abadía de Port-Royal-des Champs.
Trabó amistad con Víctor Hugo, con cuya mujer, Adèle Foucher, mantuvo un idilio. A diferencia de Hugo, aceptó colaborar con el Segundo Imperio en 1852 y ocupó un escaño en el Senado hasta su muerte, en 1869.
Ahora bien, cuando se trataba de comer y beber, Sainte-Beuve sabía hacer magistralmente lo uno y lo otro.
Fundador de la peña Los Almuerzos de Magny, junto con los hermanos Goncourt, Sulpice Gavani, Ernest Renan, Ivan Turguenev y otros escritores y artistas de la época, fue uno de los concurrentes a las cenas de los miércoles de Alejandro Dumas.
Un Viernes Santo de 1868 ofreció un pantagruélico banquete a Hippolyte Taine, Gustave Flaubert, Ernest Renan, Edmond About y el príncipe Napoleón. Los invitados comieron, entre otras cosas, ensalada de cangrejos, trucha asalmonada, lomo de vaca en salsa de Madeira y faisán trufado. No se tiene noticia de los vinos que bebieron.
Al año siguiente, no sabemos si con la conciencia tranquila, pero indudablemente con el estómago satisfecho, Sainte-Beuve abandonó este valle de lágrimas.


© José Luis Alvarez Fermosel

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