
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a traves de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinacion
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.
2 comentarios:
Querido José Luis... cómo no sentir mil cosas a la vez con semejante genialidad.
Alivio, tristeza, alegría, emoción, nostalgia, rebeldía.
Y para los padres enamorados de nuestros hijos: la convicción de que es el amor verdadero... el que poseeremos eternamente en el corazón, y se reafirma en el adiós al nido.
Excelente idea, quiero mas!.
Andrés: ¡qué lindo tu correo! Tienes razón. Veré de insistir sobre el tema. Muchas gracias y un abrazo.
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