Sacaron los bancos de cemento que había frente a la gran cristalera del estudio central de Radio 10. Pasó un año. Llegó el verano.
Una tarde con un sol de justicia. Treinta y cinco grados de calor. Menos mal que en el estudio hay aire acondicionado.
Como es verano, época de vacaciones, se ven menos coches y menos gente por la calle. Algunos de los de siempre siguen pasando por delante de la vidriera, como el viejecito que cruza lentamente la calle con unos manteles y unas servilletas, o el perro canelo que, a la misma hora, pasa raudamente por un trecho de la calle Nicaragua, quizás en pos de su amo que le espera, o de alguien que le da de comer. Es un buen perro, de pelo corto, callejero pero con cierto donaire. Parece joven.
Una abuela y su nieta. La primera lleva una bolsa de regalo. Va toda encorvadita, con una blusa floreada y una falda negra. La nieta es alta y rubia y luce con garbo un vestido blanco largo, que le deja al aire la espalda bronceada.
Un muchacho con una remera de un verde manzana muy chillón. Un hombre con un perro, exactamente igual al llamado “Baby” de la película “Clean slate” (“El síndrome de Korsakov” en español), pasa mirando en todas direcciones, como si temiera que lo siguieran. El perro va a su lado a paso de marcha, tan campante.
Un nutrido grupo de ciclistas, chicos y chicas. Se nota que van alegres, porque sonríen.
Un cartonero tira de un carro lleno de cartones y desperdicios. Parece mentira que pueda tirar de él, con lo abarrotado que está. Le acompañan dos niños. Todos están vestidos pobremente y no parecen muy limpios, pero se los ve alegres, como los ciclistas.
Una ancianita de negro con un perro del mismo color, raza perro, también muy viejecito y achacado, que camina sobre tres patas, pobrecillo, porque tiene una inútil, tal vez le atropelló un coche. Se ve que los dos viven juntos, que se quieren y se acompañan, sabe Dios desde hace cuanto tiempo.
Gente y palabras.
Una tarde con un sol de justicia. Treinta y cinco grados de calor. Menos mal que en el estudio hay aire acondicionado.
Como es verano, época de vacaciones, se ven menos coches y menos gente por la calle. Algunos de los de siempre siguen pasando por delante de la vidriera, como el viejecito que cruza lentamente la calle con unos manteles y unas servilletas, o el perro canelo que, a la misma hora, pasa raudamente por un trecho de la calle Nicaragua, quizás en pos de su amo que le espera, o de alguien que le da de comer. Es un buen perro, de pelo corto, callejero pero con cierto donaire. Parece joven.
Una abuela y su nieta. La primera lleva una bolsa de regalo. Va toda encorvadita, con una blusa floreada y una falda negra. La nieta es alta y rubia y luce con garbo un vestido blanco largo, que le deja al aire la espalda bronceada.
Un muchacho con una remera de un verde manzana muy chillón. Un hombre con un perro, exactamente igual al llamado “Baby” de la película “Clean slate” (“El síndrome de Korsakov” en español), pasa mirando en todas direcciones, como si temiera que lo siguieran. El perro va a su lado a paso de marcha, tan campante.
Un nutrido grupo de ciclistas, chicos y chicas. Se nota que van alegres, porque sonríen.
Un cartonero tira de un carro lleno de cartones y desperdicios. Parece mentira que pueda tirar de él, con lo abarrotado que está. Le acompañan dos niños. Todos están vestidos pobremente y no parecen muy limpios, pero se los ve alegres, como los ciclistas.
Una ancianita de negro con un perro del mismo color, raza perro, también muy viejecito y achacado, que camina sobre tres patas, pobrecillo, porque tiene una inútil, tal vez le atropelló un coche. Se ve que los dos viven juntos, que se quieren y se acompañan, sabe Dios desde hace cuanto tiempo.
Gente y palabras.
© José Luis Alvarez Fermosel
Nota relacionada:
“Gente que pasa (II)”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/05/gente-que-pasa-ii.html)
Anterior:
“El sol ya es de color uva moscatel por la tarde”
(http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/10/el-sol-ya-es-de-color-uva-moscatel-por.html
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