lunes, 26 de mayo de 2008

Gente que pasa (II)

Sigue pasando la gente por la calle. Yo continúo viéndola por el gran ventanal del estudio. Gente: hombres, mujeres, niños, perros (1)…
Veo un señor y una señora muy mayores –él con el pelo blanco y una barba del mismo color, muy cuidada-. Cada uno lleva dos grandes bolsas de supermercado. Se ve que han estado haciendo compras.
Un señor de traje gris, muy elegante, pasa comiéndose con delectación un helado de cucurucho. Una pelirroja de buen ver con un niño en brazos. Una viejecita con pantalones vaqueros y un gran perro atigrado.
Un muchacho con camisa blanca a rayas azules horizontales, como las de los marineros, renguea y se ayuda para caminar con un bastón. Lleva gafas. Se sienta en uno de los dos bloques de cemento que hay frente a la cristalera y escribe en un cuaderno de hojas tamaño oficio hasta que se cansa y se va.
Una rubia madura con gafas negras y aires de Sharon Stone –iba a escribir Greta Garbo: ¡qué antigüedad!-.
De pronto, una escena preciosa: una madre y su hija apenas entrada en la adolescencia, ésta última con uniforme de colegiala y una mochila a la espalda, se funden en un estrecho abrazo. ¿Habrán estado algún tiempo sin verse? ¿Se abrazarán así siempre que se encuentran? De cualquier manera, ¡qué Dios las bendiga!
Una viejecita rubia nos muestra un recorte de diario con un título que dice: “Todos los perros van al cielo”. Luego se sienta ella también en uno de los cuadrilateros de cemento, saca una campera que lleva en un carrito con compras, al parecer, y se la pone. Se ve que en la calle hace fresco. Después saca un suéter color violeta y unas cuantas prendas más. ¿Venderá ropa? ¿La habrá comprado en alguna de las ferias americanas que hay en el barrio?
A las seis menos cuarto, cuando ya estamos en el último tramo del programa, pasan dos hombres, cada uno de ellos con una larga viga de madera al hombro.
Coches, motos y bicicletas todo el tiempo.
Un muchacho con “jeans”, buzo gris y una gorra de beisbolista, juega con un enorme perro negro y da gusto verlos, la nariz del chico contra el hocico del perro, que no deja de mover la cola.
Pasa una chica con una raqueta de tenis bajo el brazo. El señor de todas las tardes, de pelo y bigote grises, que lleva –probablemente a un bar de las inmediaciones- una cantidad considerable de manteles rojos y servilletas blancas-. Un chico con una camisa negra y un rosario bordado en blanco sobre la pechera.
Colegiales en torno a un cachorro de perro siberiano de ojos azules, que hace toda clase de monerías. Una chica de rojo violento con una bicicleta de juguete bajo el brazo.
Un día, a las cuatro y veinticinco de la tarde, por mi reloj, se hizo de noche. La calle se convirtió como por arte de birlibirloque en un gran manchón negro. Al cabo se tornó de un gris oscuro, un tanto ominoso, y se mantuvo así, asemejándose a un paisaje crepuscular de Edward Hopper.
Dos palomas, una al lado de la otra, sobre un cable del tendido eléctrico. Una abuela con dos nietos, uno de la mano y otro en un cochecito. La pareja de viejecitos de todas las tardes, que siempre saluda.
Un señor pobremente vestido que lleva en la cabeza una boina negra, de rala barba gris, se sienta en el consabido bloque de cemento, escucha nuestro programa por una pequeña radio portátil y nos mira. No es mal entretenimiento. Casi es como ver televisión al aire libre. Después de un rato se va. Viene todos los días. No tiene hora fija, eso sí.
Todos parecen buenas personas, gente de barrrio como la que se ve en el subte o en los colectivos.
Es gente que pasa.


(1) Me he tomado la libertad de meter a los perros entre la gente, ya que por lo menos son tan buenos como las buenas personas y en muchos casos mejores que muchos seres humanos.



© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

16-04-2008: “Gente que pasa”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/04/gente-que-pasa.html)


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7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Mire lo que son las casualidades, Caballero!. Perdón, buenas noches ante todo.
Mientras usted describía esas gentes,yo los escuchaba. Ahora,justo terminaba de leer la bella crónica de la mariposa y usted publica este último post.
Siempre un gusto leerlo y escucharlo.

Un abrazo
Laura

Anónimo dijo...

Laura, ¡qué bueno es que la gente se comunique! Coincidir ya no es tan fácil, pero nosotros lo hemos logrado. ¡Albricias! Gracias por tu mensaje y tus elogios. Un beso grande.

Anónimo dijo...

exelente sus observaciones mi nombre es Juan Pablo (25) soy de Pico Truncado Santa Cruz y no me pierdo un programa, ni un posteo en esta pagina.
Saludo y mando mis mas sinceros agradecimientos y felicitaciones por lo que hace usted y sus compañeros de radio.

ElPerro dijo...

Mi estimado: Decir Garbo no es ser antiguo, es tener buen gusto.

Mis saludos.

Por cierto, me tomé la libertad de añadir este blog a mi lista de recomendados en mi blog ElPlog [No es publicidad encubierta].

Mis sinceros saludos desde el sur
ElPerro

Anónimo dijo...

JUAN PABLO: Muchas gracias por tu mensaje y tus elogiosos comentarios. Transmitiré tus saludos a todo el equipo del programa de Rolando Hanglin. Un abrazo.

Anónimo dijo...

ANDRES: Te agradezco mucho tu fidelidad y tu comentario, tan auspicioso. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Para ELPERRO: Gracias por tu mensaje y por recomendar mi blog en el tuyo, que me propongo recorrer. Me da la impresión de que debe ser muy bueno. Cordiales saludos.