En
honor de Mónica Baños de Roa, nieta de un hombre buenísimo y encantador,
entrañable amigo, reedito este “post”. Me ha embargado una profunda emoción al
recibir un mensaje de Mónica que me hace evocar tiempos lejanos y felices, en
los que la amistad era un valor inquebrantable y magnífico, duradero y
gratificante. ¡Mil gracias, Mónica!
Gonzalo Baños Pardo, gentilhombre de
cámara de su majestad el Rey (Alfonso XIII, abuelo del actual monarca español,
Juan Carlos I de Borbón) consolaba en casa a base de charla, coñac y pitillos de
picadura la tristeza por su perenne ausencia de palacio, muerto el 28 de
febrero de 1941 el Rey en Roma, donde se autoexilió al instaurarse, el 11 de
abril de 1931, la Segunda República en España.
El 18 de julio de 1936 se sublevaba el
ejército español en el Llano Amarillo (Africa del Norte) al mando del general Francisco
Franco, y comenzaba una guerra civil que duró hasta el primero de abril de 1939.
Franco ganó la contienda y asumió la jefatura del Estado, rigiendo con mano
dura los destinos de los españoles hasta su muerte, el 20 de abríl de 1975.
Alto, delgadísimo, con ese aplomo
distinguido de los primogénitos, caballero de pe a pa, Gonzalo fue uno de los
mejores seres humanos que yo he conocido en mi vida.
Trabajaba en una compañía francesa de
seguros que tenía sus oficinas en el Paseo de Recoletos, cerca de la
madrileñísima fuente de La Cibeles.
Estaba casado con Pilar Labadie, una
estupenda mujer que conservaba en su madurez una figura espectacular, a pesar
de haber tenido varios hijos. Era una madrileña castiza, muy graciosa, que
contaba chistes desternillantes. Usaba gafas. Tocaba el piano de oído.
El matrimonio, íntimo amigo de mis padres,
tenía hijos de todos los sexos y edades, ya dije, que eran como primos para mi
hermano y para mí, puesto que nosotros considerábamos a sus padres como unos
tíos muy allegados.
Yo quería mucho a Gonzalo. Para mí era
otro amigo, como cualquiera de sus hijos. A él le debo, entre otras muchas
cosas, haberme iniciado en la práctica del yudo en el primer gimnasio de artes
marciales que se abrió en Madrid: el Bushidokwai, que todavía existe.
Fue duro convencer a mis padres, pero
Gonzalo se las arregló para hacerles
entender lo importante que es la práctica de las artes marciales para el
cuerpo y para el espíritu.
El
cielo estaba blanco…
Aquel domingo el cielo estaba blanco, el
aire parecía blanco, de un blanco helado. El sol penetraba en la habitación a
través de los árboles del jardín y salpicaba de manchas todos los objetos.
Gonzalo miraba, casi sin parpadear, cómo
mi padre iba fijando con su pincel de trazo seguro en un bastidor las ramas en
el tronco del árbol genealógico de Rafael Paredes Urdaneta (1). Mi padre,
además de un gran pintor, y en particular un magnífico acuarelista, era un experto en
heráldica y genealogía y recibía con frecuencia encargos de esa naturaleza.
A ese domingo siguieron otros, en los que
éramos nosotros los que íbamos de visita a casa de Gonzalo, Pilar y sus hijos.
Vivían en la calle Francisco Silvela, cerca de un convento de teatinos. Teníamos que
tomar el metro en la estación Diego de León.
Solía ir a verlo a su oficina alguna
mañana que yo no iba a la Facultad. Salíamos a tomar unos chatos a cualquiera
de las tabernas de las cercanías.
Le gustaban la pintura y la fotografía.
Practicaba ambas, con más fortuna la segunda que la primera. Sus pintores de
cabecera eran Carlos de Haes (2) y José Moreno Carbonero (3).
Silbaba un día un aire alegre y pegadizo,
distendido su rostro caballuno, de rasgos filipinos, pálido –tenía mala salud:
una mala salud de hierro- mientras seleccionaba un cigarrillo de una pitillera
de cuero muy gastado.
- Gonzalo, ¿qué estás silbando?, le
pregunté.
- El pasadoble “¡Horchatera valenciana”
(4), hombre! No me digas que todavía no se lo has oído cantar a Celia Gámez.
- Ah, sí, -le dije para no quedar mal,
aunque no lo había oído nunca.
Muchos años después, cuando murió Celia
Gámez y en la agencia Efe me encargaron escribir su necrológica, me enteré al
consultar el archivo que “Horchatera valenciana” era un pasadoble de una
de sus revista, como se llamaban en esos tiempos. “La de los ojos en blanco”,
del maestro Francisco Alonso, estrenada con Celia Gámez de protagonista el 31
de octubre de 1934.
El pasadoble se hizo enormemente popular, y
es el día de hoy en que todavía figura en el repertorio de algunas bandas y solistas.
Celia
Gámez
A todo esto convendría explicar que Celia
Gámez fue la mejor “vedette” de España durante más de 40 años. Llegó muy
joven a Madrid de su Buenos Aires natal y en muy poco tiempo se hizo famosa por
su figura escultural y su voz fina y algo metálica, con la que bordaba las
ingenuamente pícaras canciones de los maestros Juan Quintero y Fernando
Moraleda. Tenía muchas tablas, además, y era muy simpática, como buena porteña
Antes de la Guerra Civil había excitado el
reprimido erotismo de la época con “Las
leandras”. Después se amoldó a las buenas costumbres de la posguerra,
introduciendo un género, la revista o comedia musical, apto para “familias
católicas”, que las señoras podían ver sin necesidad de confesarse después.
Ya muy mayor, padeciendo el mal de
Alzheimer, regresó a Buenos Aires, donde murió pasados los 90 años.
Mientras la argentina Celia Gámez triunfaba
por todo lo alto en España, la española Gloria Guzmán, más o menos de la misma
edad, se convertía en Argentina en un mito, cultivando el mismo género teatral que
Celia Gámez.
Gonzalo Baños Pardo, gentilhombre de una
cámara que se había cerrado, de un rey que había muerto, fue mucho más gentil por
sí mismo de lo que pudo haber sido por decreto.
1).- Diplomático,
alto funcionario y político del gobierno de Venezuela entre los años 30 y
pasados los 60. Descendiente de Diego García de Paredes y su hijo del mismo
nombre, fundador éste último (en 1556) de Trujillo, una de las más hermosas
ciudades de Venezuela.
2).- Pintor
español de origen belga (Bruselas, 25 de enero de 1829 – Madrid, 17 de junio de
1898). Paisajista dentro de la tendencia general del realismo. Lo mejor de su
extensa obra (4.000 cuadros y apuntes) puede verse en los museos de Lérida y el
Prado de Madrid.
3).- Pintor
nacido en Málaga el 28 de marzo de 1858 y muerto en Madrid el 25 de abríl de
1942. Especialista en temas históricos, encuadrados en la escuela malagueña de
pintura. Tuvo como alumnos a Juan Gris y Salvador Dalí.
4).- Vendedora
valenciana de horchata, una bebida refrescante, lechosa, que se hace de chufas
majadas o molidas. Estas son unos pequeños tubérculos subterráneos en forma de
nudos que proceden de las raíces de la juncia avellanada, así conocida por su
forma, parecida a la avellana.
© José Luis Alvarez Fermosel