miércoles, 17 de diciembre de 2014

La alegría



El gran autor de teatro y polígrafo español Alfonso Paso tenía un lema –de lógica indestructible- que le inspiró una de sus comedias más aplaudidas, a partir de una situación personal: “Nadie nos puede quitar la alegría de vivir, si nos empeñamos en conservarla contra viento y marea”.
Ojalá que estas fiestas de Navidad y que el año que viene nos traigan toda la felicidad del mundo, queridos amigos y lectores de mis “posts” en mi blog y en Facebook, y los que se comunican conmigo por otras vías, y todos.
Será inevitable que suframos contrariedades, o  malos tragos. Al mal tiempo buena cara. ¡Fuerza, fuerza siempre!
Y, sobre todo, recordemos esto que tiene fuerza de axioma: Nadie nos puede quitar la alegría de vivir, es lo único que podemos conservar sin que importen nada ni nadie.
O deseo lo mejor del mundo, que está muy revuelto, pero en el que también hay cosas muy buenas, y gentes muy buenas, que es lo mejor. Hay que aprovechar unas y juntarse con las otras.
Siempre vuestro,
José Luis Alvarez Fermosel

viernes, 12 de diciembre de 2014

Presencias soberanas en un mundo global



Los reyes, los que quedan –que no son pocos-, ¿sirven de algo?, ¿respaldan con sus soberanas presencias los Estados de derecho?; ¿condicen, concuerdan con los pragmáticos tiempos globalizados que corren, tan… “progresistas?”
Podrían formularse más preguntas por el estilo. Los monárquicos dirían que sí, que los soberanos que hay, ya que están, son convenientes o, más aún, necesarios, considerando que ninguno reina de un modo absolutista, a la vieja usanza; ni siquiera reinan, sino que casi siempre juegan un papel más bien representativo que ejecutivo y, en una suerte de dorada retaguardia, los reyes son, o se los considera guardianes de la legitimidad constitucional.
Otros dirían que las monarquías son hoy en día unas antiguallas que sirven para muy poco. Además, cuestan dinero, porque el Estado tiene que mantenerlas.
Se dijo hace ya bastante tiempo que Juan Carlos I de Borbón, entonces rey de España,  conjuró el riesgo de un golpe militar al contribuir a abortar el “putsch” del teniente coronel de la Guardia Civil (1) Antonio Tejero, el 23 de febrero de 1981. Ahora se dicen otras cosas...
Los últimos tiempos del reinado de Juan Carlos I estuvieron salpicados por desórdenes y escándalos promovidos por él. Según la opinión general, le obligaron a ceder la corona a su hijo Felipe.

“¡Dios salve a la reina!”

“Cuando Inglaterra pierde una batalla, el culpable es el primer ministro, pero cuando resuenan las campanas de la victoria, todos los ingleses gritan a coro: ¡Dios salve a la reina!”. Así dijo una vez Winston Churchill, quien fue primer ministro durante nueve años y un gran admirador de la monarquía británica toda su vida.
No hay ningún otro país del mundo donde, en toda oportunidad, el pueblo dé tantas gracias a la reina: como si aún estuviera en sus manos la salvación, o al menos el bienestar de sus súbditos.
Isabel II de Inglaterra es en todo Occidente el símbolo por antonomasia de la realeza, pese a los escándalos que hicieron temblar su trono desde tiempo inmemorial, que no fueron pocos.
Monarquías como las de Suecia, Dinamarca y Noruega, cuyos reyes son Carlos XV, Margarita II y Harald V llegaron a ser más o menos populares. A Bélgica, regida por el rey Felipe I, no le afectó la eterna querella entre flamencos y valones.
La muy discreta, religiosa y políglota –hablaba cinco idiomas- Fabiola de Mora y Aragón, nacida en Madrid, se convirtió en reina consorte de Bélgica al casarse con el rey Balduino en 1960, el mismo año en que el Congo se independizó de Bélgica. La quinta reina de los belgas se retiró de la vida pública después de la súbita muerte del rey Balduino en 1993. Murió a los 86 años, gozando de la simpatía y el cariño del que adoptó como su pueblo.
(Fabiola tuvo un hermano que le dio algún dolor de cabeza: Jaime “Jimmy” de Mora y Aragón,   uno de los primeros animadores de la turística Costa del Sol española. Fue también muy querido, pues era un hombre ocurrente y jocoso; tocaba muy bien el piano, era un donjuán redomado,  divertido, travieso, pero una bella persona incapaz de cometer una mala acción, generoso y buen amigo.)
La corte holandesa se puso de moda con el matrimonio del príncipe Guillermo de Orange con la argentina Máxima Zorreguieta.
En Mónaco, el Estado más pequeño del mundo, situado entre Francia, Italia y el Mediterráneo, reina y gobierna el príncipe Alberto II. De los 36.000 habitantes de ese Estado soberano e independiente, sólo el 16 por ciento son verdaderos monegascos.
El Gran Duque Enrique I rige los destinos de Luxemburgo, un país también muy pequeño que fue gobernado alternativamente por Borgoña, España, Francia, Austria, Baviera, Hessen, Holanda y Bélgica.
Varios imperios se han eclipsado, como el de los Habsburgo en Austria y el de los Hohenzollern en Alemania, por citar sólo dos. Actualmente no parece haber mucho interés en que los reinos o principados existentes desaparezcan, pasen a otras manos o cambien de
regimen político.

Andorra

Hace algún tiempo se temió que  la futura constitución del microestado pirenaico de Andorra –cuyo gobierno se reparten Francia y España-, dejara a éste en manos de Francia, en detrimento de los intereses hispanos. 30.000  españoles –casi la mitad de una población de 65.844- trabajan en Andorra. La Caja de Pensiones y el Banco de Bilbao (Vizcaya, norte de España) controlan tres de las seis entidades crediticias que operan en régimen de oligopolio. La moneda actual de Andorra es el euro y el idioma oficial el catalán.
Los intereses económicos se entrecruzan a veces con los dinásticos. Quizás por eso hay todavía monarquías. Acaso tenga que actualizar pronto el Gotha (2). Porque si bien se ha prescindido de varios reyes, algunos de ellos –en el exilio o no-, o sus descendientes se creen con derecho a convertir ciertas repúblicas en monarquías y ponerse al frente de ellas.
No faltaron testas coronadas que acudieron al rescate de la democracia cuando ésta se había perdido, o estaba a punto de perderse.
Los monarcas actuales, a  pesar de que los lectores de las revistas del corazón –en cuyas satinadas páginas suelen aparecer- continúen sublimándolos, saben que los azarosos tiempos políticos que vIvImos les conceden un margen más amplio para el sentido común que para la grandeza.
Algunos de estos encumbrados personajes emergen de internas, “lobbies” y luchas partidarias como un símbolo de legitimidad y continuismo.

(1) Primer cuerpo de seguridad pública de ámbito nacional en España. Fundado por el Duque de Ahumada, Francisco Javier Girón y Ezpeleta el 13 de mayo de 1844, tuvo en principio el carácter de policía militarizada de vigilancia de fronteras rurales y estuvo encargada también de la represión del bandolerismo.
(2)) Anuario genealógico, diplomático y estadístico publicado en francés y en alemán en la ciudad germana de Gotha, entre 1763 y 1944.

© José Luis Alvarez Fermosel

jueves, 4 de diciembre de 2014

Jardiel visto de nuevo por Jardiel



Enrique Gallud Jardiel ha vuelto a escribir sobre Enrique Jardiel Poncela, que fue su abuelo. En esta oportunidad Gallud Jardiel practica una vivisección del genial, multifacético y entrañable polígrafo, que revolucionó las letras del siglo XX y en particular el teatro.
El libro se titula “Jardiel, la risa inteligente”, fue editado por Doce Robles en Zaragoza, en este año de gracia de 2014. Tiene 250 páginas.
Calificado en algunos medios de “obra”, “trabajo” y a lo sumo “ensayo biográfico”, para mí el libro es una biografía que se inscribe en la más pura ortodoxia. Su autor se ajustó al género, pero lo despojó hábilmente de la monumentalidad y la pesantez que suelen caracterizarlo.
Todo Jardiel campea en esta nueva biografía del inolvidable autor de “Eloísa está debajo de un almendro”. (La última vez que estuve en Madrid la estaban dando, no recuerdo ahora en qué teatro.)
Ahí está todo. La vida de Jardiel, su obra, tan influyente en la literatura de su tiempo; su trabajo en el cine como adaptador y guionista; su gusto por escribir a mano con pluma estilográfica en las mesas de los cafés, y hacer tertulia en ellos con sus amigos.
Enrique Gallud Jardiel es doctor en Filosofía hispánica, profesor universitario, narrador y traductor; pero también periodista, o, mejor, escritor en (no de) periódicos. De ahí que abunden en su libro datos, fechas, cifras, citas, anécdotas…: todo procedente de fuentes inobjetables.
Dos de las peculiaridades del libro –no menores- son su claridad y su concisión. Está escrito en el lenguaje que usamos todos los días. Se entiende, los que lo usamos bien.
(Recuerdo a este respecto mis charlas con Fernando Vizcaíno Casas, en las que reconocía que sus novelas populares se vendían más porque todo el mundo las entendía que por su calidad literaria. Sus libros de Derecho y los que escribió, casi tipo enciclopedia, evocando los agridulces años cuarenta cimentaron su fama de buen tratadista y buen escritor. Me acuerdo también de mi arenga a los reporteros a mis órdenes en la agencia EFE: “¡Muchachos: sujeto, verbo, predicado… ¡y a cobrar!”. Alex Grijelmo me habría felicitado.)
“Jardiel, la risa inteligente” carece por fortuna de hinchazón, culto al ego y el pedante oscurantismo de los falsos intelectuales de gafas cuadradas con marco negro de Martín Nahara. No es poco.
Además, su autor ha tenido la habilidad de trufar su texto con una considerable cantidad de textos de Jardiel, que enriquecen el libro. Uno va recordando, al pasar las hojas, fragmentos de obras de Jardiel Poncela, pensamientos, aforismos y ocurrencias suyas. (Entrañable la unión en el recuerdo de nieto y abuelo.)
Otra cosa, Gallud es imparcial, totalmente objetivo. Podía habérsele ido el freno de mano de los elogios  en su carrera en pos de la inserción de su abuelo en el sector del Olimpo que le corresponde.
Pues bien, no cayó en el desenfreno.
Se ajusta a la verdad desnuda, por ejemplo, cuando recuerda que el humor era una forma de vida para su abuelo, y que “(…) contemplaba la estupidez humana de una manera casi filosófica. Supo reirse de sí mismo y de los demás”.
Lo mismo cuando dice que Jardiel se sabía un innovador; sin embargo, jamás quiso pertenecer a la vanguardia oficial. “Nunca se proclamó literariamente junto con nadie ni se adhirió a ningún manifiesto artístico colectivo, sino que mantuvo siempre un individualismo estético”.
Gallud añade que “(…) el teatro era un género propio de Jardiel: el teatro cómico-fantástico, con elementos de parodia y gran guiñol. Jardiel inventó su propio teatro, como García Alvarez inventó el astracán, Valle Inclán los esperpentos, Unamuno las novelas o Manuel Machado los sonetos”.
El autor recuerda el conocimiento riguroso que Jardiel Poncela tenía del teatro, su ambicioso concepto de la escenografía, que le llevaba a interesarse personalmente en la puesta en escena, los decorados, la iluminación, el vestuario, hasta el “atrezzo”.
Escenas de la agitada existencia de Jardiel, sus amores, los viajes, sus éxitos, sus fracasos están presentes en el libro.
Enrique Jardiel Poncela triunfó por todo lo alto, recibió buenas críticas, tuvo dinero a manos llenas, las mujeres que le dio la gana, automóviles deportivos, amigos y admiradores. Pero no le faltaron enemigos, falsarios, envidiosos que consiguieron con su destrato y sus canalladas ningunearle y llevarle a la miseria.
Es que Jardiel era mucho Jardiel. Fue un desmitificador, un crítico acerbo de arribistas, ignaros, pedantes y esnobs y denunció la hipocresía, la injusticia; odiaba el plagio, que le parecía lo que es: un robo manifiesto. El fue muy plagiado.
Fue un hombre bondadoso, amante de los animales, generoso, buen amigo.
Algunos trataban de destrozar los teatros que representaban obras suyas. Una vez le invadieron jayanes con bastón para hacer ruido y un clavel rojo en la solapa en el estreno de “Agua, aceite y gasolina”.
Era el mejor. Fue un visionario, un precursor. Como dijo su nieto, dignificó la intelectualidad del humor.
Yo creo que esta nueva visión de Jardiel  por Jardiel es la mejor.

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

martes, 2 de diciembre de 2014

Estampas y sainetes



El post que sigue inaugura una nueva sección, Estampas y Sainetes, que tuvo gran éxito en Radio Madrid, Emisora Central de la Sociedad Española de Radiodifusión. La sección se nutría de textos cortos y humorísticos, muy bien interpretados por los actores del cuadro artístico de Radio Madrid.     

Espejismo

El aduar se difumina en la distancia, parece que se oculta tras varias capas de sol por propia voluntad. O que retrocede mientras el hombre avanza lentamente, arrastrándose por la arena abrasadora.
El aduar es el fin, es decir, el objetivo principalísimo del último tramo de un viaje endemoniado. Una etapa que acaso se convierta en pesadilla.
Quizás el aduar sea un espejismo: la típica ilusión óptica debida a una inversión de la temperatura. Con el tiempo en calma, la separación normal entre el aire caliente y el frío, cerca de la superficie de la tierra, puede producir un efecto de lente refractante, ofreciendo una imagen invertida sobre la que todo lo distante parece que flota.
El hombre cree que divisa en lontananza toldos de tiendas de campaña y palmeras cimbreantes. Pero sabe que todo es producto de la fatamorgana.
Todo lo que puede verse en el horizonte, incluidos islotes, témpanos de hielo y promontorios toma en virtud de ese fenómeno el aspecto de estructuras o edificaciones muy altas, unas alargadas, otras oblongas, algunas semejantes a fantasmagóricos castillos medievales.
La fatamorgana más frecuente es la que se produce en la costa meridional de Sicilia, en el estrecho de Mesina, entre Calabria y Sicilia, al sur de Italia.
El hombre siente que está llegando al límite de sus fuerzas, pero no se detiene. Sigue su cada vez más dificultosa  marcha, hincando los codos en la tierra.
¡La maldición de Fata Morgana, dama del alma, de la fertilidad y de la muerte: mandala símbolo de la existencia de la lucha entre lo blanco y lo negro –el bien y el mal- en el interior del ser humano!
El hombre oye extraños ruidos metálicos y le parece que aprieta algo con las manos.
Se despierta bruscamente, aferrando el volante de su coche, encajado delante de una cuatro por cuatro y detrás de un camión, en un embotellamiento de tránsito.
Su ocupante respira el aire quieto, denso y cálido de un mediodía de verano que penetra por las ventanillas abiertas.
No era un explorador perdido en el desierto el automovilista, que recuerda un cuento de Julio Cortázar: “Los autonautas de la cosmopista”, en el que se describe un atasco durante el cual pasa de todo lo bueno y todo lo malo.
Fata Morgana…

© José Luis Alvarez Fermosel

lunes, 24 de noviembre de 2014

El Chiringuito de Sitges



Al chiringuito, entrañable tenderete, merendero o puesto de bebidas al aire libre que jalona las playas españolas, no se le ha hecho justicia; y, lo que es peor, suele ser menospreciado por algunos, que opinan que es irrelevante y populachero.
No es así. El chiringuito tiene entidad, y más arquitectura y enjundia que los puestos callejeros de venta de salchichas de Manhattan, por poner un solo ejemplo.
Si uno, para su fortuna, está de vacaciones en verano en la encantadora ciudad marítima de Sitges, muy cerca de Barcelona (España) irá a la playa, como es natural, a nadar en el azul Mediterráneo.
Antes de meterse en el agua habrá tenido la precaución de encargar una paella, una cazuela de mariscos o una fritanga de pescado y una sangría a un chiringuito. El sol, el mar, el ejercicio dan hambre y sed.
El chiringuito deriva de chiringo, que es como se llamaba a un tipo de café en Cuba. El líquido filtrado por la manga era el chiringo, que se convirtió en el chiringuito, sinónimo de chorrito.
Un tal capitán Calafell fundó en 1913 el primer chiringuito, llamado precisamente así: El Chiringuito, con ce mayúscula. Competía con el Pabellón del Mar, que frecuentaban emigrantes que se habían hecho la América.
Sobre una mesa con azulejos escribía a mano allí César González-Ruano (¿Dónde habrá ido a parar aquella lujosa pluma estilográfica de ebonita y oro, que como la sortija sabía ir sola a la casa de empeños?)

Huésped del mar

De El Chiriguito salieron el libro “Huésped del mar”, de Ruano, más otros 10 títulos y los artículos que escribía para el diario “La Vanguardia” de Barcelona y la revista “Destino”. Todo escrito entre 1944 y 1946.
Sergi Doria dice que después de vivir en París y en Berlín “(…) Sitges brindaba a César el microclima que encandiló al Rusiñol de las fiestas modernistas”. Cita como los primeros amigos del escritor a sus cofrades Ramón Planas e Ignacio Agustí, y a los pintores Pere Pruna, Durancamps y Sisquella.
No es fácil describir una ciudad tan bella como Sitges. En una página del libro “Huésped del mar” se lee:”¡Qué difícil de situar este enorme mundo tan pequeñito en superficie! Sitges es una villa clara y pequeña. Pero limita al Este con las Indias de los virreyes, al Oeste con las costas romanas y las islas giegas, al Sur con Andalucía y Marruecos, al Norte con la Mairie de Montmartre”…
Alexander Lobrano compara a Sitges –también llamada la Blanca Subur- con Saint Tropez, Ibiza, Capri y la isla de Hvas en Croacia.
Sitges es la sede permanente del Festival Internacional de Cine de Cataluña, uno de los acontecimientos cinematográficos más importantes de Europa.
Hay que visitar el Museo Cau Ferrat, la Iglesia de San Bartolomé y Santa Teresa y el palacio de Maricet.
Y hacer los honores a las “delicacies” gastronómicas de la infinidad de chiringuitos que constelan sus playas.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 18 de noviembre de 2014

Desaparece otra buena persona



Desaparece Pepe Eliaschev, buen periodista, buen amigo, hombre de bien. Desaparece víctima de un cáncer de páncreas. Tenía 69 años. Era joven todavía. Podían esperarse aún muchas y muy buenas cosas de él. Desaparece siendo aún joven, ya digo, y dejando el recuerdo de su redundante bondad.
Tenía una buena pluma y una sonrisa triste que por elegante educación parecía alegre.
Muere de esa maldita enfermedad para la que, parece mentira, sigue sin haber remedio, con lo que ha avanzado la medicina en los últimos años.
Me cuentan que se enteró del mal que le esperaba para matarlo, agazapado en sus entrañas, haciendo su programa de radio. Me dicen sus compañeros que no se le movió ni un músculo de la cara y siguió con el programa adelante como si nada. Eso da la medida de un hombre.
De un hombre de otros tiempos, perteneciente a un grupo de colegas y amigos que hacíamos una fiesta de la vida, que queríamos escoger el camino más largo, como decía Platón. No es una frase. Platón no había leído a Oscar Wilde.
Nos deja Pepe, que escogió el camino de la integridad. Ni el más corto ni el más largo. El más difícil.

© José Luis Alvarez Fermosel

La gramática llora



Alguien hizo las “pases” (en lugar de paces) con alguien, leí hace unos días en un titular de un medio informativo online, no recuerdo ahora cuál. El editor no envió al redactor del título a pacer con las vacas a las feraces praderas de Corrientes. Así estamos.
El crimen de la estudiante chilena”, dicen en el noticiero de todos los canales de aire. La pobre estudiante chilena no cometió ningún crimen, fue objeto de uno. El asesinato de la estudiante chilena, debería decirse.
La Gramática y su hija favorita, la Ortografía caminan llorando, maltratadas, dando tumbos por un sendero solitario, quizás en busca de un lugar en el que las traten bien… ¿Acaso la Real Academia Española?
Las otras hijas, la Prosodia, la Morfología, la Sintaxis y las nietas, la Ortología y la Fonética se  quedaron en casa sollozando, también. El panorama es sombrío.
Alex Grijelmo dice que nunca ha visto a un periodista que escriba bien… y con faltas de ortografía.
Alguna razón habrá para que quienes tienen ideas brillantes y se muestran rigurosos en sus datos y en sus fuentes sean también los que más cuidan su forma de expresarse.
Grijelmo añade que no se refiere a la necesidad de adquirir unos conocimientos teóricos, filológicos, lexicográficos… que muchos consideran aburridos. Hablo del genio del idioma, del armazón interno que tiene nuestra lengua y que nos atrapa con la suavidad y la fuerza de un oso panda gigante, añade.
Inmediatamente se alzaron voces disidentes:
Se entiende lo mismo, se escriba como se escriba; yo vengo diciendo “primer vez” desde que tengo uso de razón, no voy a empezar ahora a decir primera vez; hay cosas más importantes que la ortografía; escribiendo de prisa, a veces uno se confunde; ¡basta con los maestrillos!; ¡cada uno escribe como sabe!; confrontar significa cotejar, comprobar, pero ha cambiado ya de significado y ahora se usa como sinónimo de enfrentar; ¡como si no tuviéramos bastante con todos los que nos corrigen, ahora viene el señor Alex Grijelmo a enmendarnos la plana!: ¿quién es el señor Grijelmo y cuáles son los pergaminos que le autorizan a pontificar?
  
Los pergaminos de Grijelmo

Pues el señor Grijelmo y sus pergaminos son:
Alex Grijelmo nació en Burgos (España), en 1956. Es doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y titulado en alta dirección de empresas (PADE) por el IESE. Trabajó en el diario La voz de Castilla, en la agencia Europa Press y durante dieciséis años en diario El País de Madrid. Coordinó la edición del Libro de estilo de ese periódico (1988), y ha escrito El estilo del periodista (1997), Defensa apasionada del idioma español (1998), La seducción de la palabras (2000), La punta de la lengua (2004), El genio del idioma (2004), La gramática descomplicada (2006), Palabras moribundas 2011), en colaboración con Pilar García Mouton, y La información del silencio (2012). Fue responsable periodístico de los medios de Prisa en América, dirigió la agencia EFE (2004-2012) y en 2007 fue elegido presidente del Consejo Mundial de Agencias para un mandato de tres años. En 1999 recibió el premio nacional de periodismo Miguel Delibes, y en 2006 el honorary degree de la fundación universitaria ESERP por su gestión empresarial, así como la Antena de Oro de la Asociación de Profesionales de Radio y Televisión por sus colaboraciones sobre lenguaje en el programa de RNE No es un día cualquiera, que dirige Pepa Fernández. En 2012 se reincorporó a Prisa Noticias como director de Desarrollo Internacional, y actualmente es adjunto al director de El País y columnista del periódico con su sección La punta de la lengua.
Este texto figura íntegro, tal cual lo hemos transcripto, en la solapa de la cuarta edición de El estilo del periodista, de Alex Grijelmo, publicada por la colección Pensamiento de la editorial Taurus en Buenos Aires. El libro está en todas las librerías, mide 24 por 15 centímetros y tiene 568 páginas. Su lectura es altamente recomendable para todos los profesionales de la información.
Acaso lo sea también para esas personas relativamente educadas a las que María Elena Walsh responsabiliza en su libro Diario brujo del “desmadre lingûístico”.
Los desposeídos, las personas humildes suelen ser modelos de corrección, saben muy bien lo que quieren comunicar y nadie deja de entenderlos: a muchos porque son provincianos o de diversos países hispanohablantes, a otros porque disfrutan de una quizás incompleta pero excelente enseñanza primaria, remachaba la excelente escritora, compositora y cantante argentina.

Por la transcripción: © J. L. A. F.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El 11 ligero, un coche de película



Aquel auto subía, bajaba, llaneaba por todas las rutas deslizándose, en vez de circular, como una pieza de satén  que se desenrollara sobre el asfalto.  
Sólido, flexible, funcional, cómodo, barato. El Citroën 11 ligero hizo historia.
La Citroën quiso lanzar al mercado un auto pequeño, no una catedral rodante. Y se lo encargó a André Lefébvre, que venía de la aviación. De la carrocería se encargó el escultor italiano Flaminio Bertoni.
El tándem Lefébvre-Bertoni crearía años más tarde el popular dos caballos, también para  Citroën. El 11 ligero entró en la historia el 25 de julio de 1957, después de fabricarse 759.123 unidades.
El chasis y la carrocería autoportante formaban un todo indivisible. Se reducía así el peso del vehículo y se hacía más estable, al bajarse la altura y, por tanto, el centro de gravedad.
El Citroën 11 ligero era un sedán de tracción delantera, carrocería monocasco, barras de torsión y motor con válvulas en cabeza y cuatro cilindros lubricados.
El modelo 11 tenía una potencia máxima de 46 caballos a 3.800 revoluciones por minuto y tres velocidades -la primera no sincronizada-, dirección de cremallera, frenos de tambor hidráulicos en las cuatro ruedas y neumáticos y ruedas Michelin Superconfort. Su velocidad máxima era de 136 kilómetros por hora, aproximadamente.

De película

El 11 ligero salió en el cine. Era el coche que utilizaba la policía secreta en varios países europeos, entre ellos España y Francia.
Detectives de traje oscuro y sombrero flexible los tripulaban en “Brigada Criminal”, una película española filmada bajo la dirección de Ignacio F. Iquino –precursor del cine policial barcelonés-, con José Suárez y Soledad Lance encabezando un reparto que incluía luminarias de la época como Maruchi Fresno, Isabel de Castro y Fernando Vallejo.
La película –un “thriller”-, que se estrenó en 1950, tiene características de documental. El crítico Felipe Cabrerizo la calificó de atrayente e innovadora y destacó que “(…) puso de moda  en España el rodaje en escenarios naturales, siguiendo la escuela ‘verista’ del policial norteamericano”.
En “To catch a thief” (“Para atrapar a un ladrón”), Hitchcock le dio a Grace Kelly otra oportunidad para lucirse, esta vez nada menos que con Cary Grant.
La película se estrenó en 1955. Ganó un Oscar a la mejor fotografía y fue seleccionada dos veces por la mejor dirección y el mejor vestuario.
Su rodaje en la Costa Azul francesa le dio a Grace Kelly la oportunidad de conocer al príncipe Rainiero de Mónaco y casarse con él, convirtiéndose así en princesa.
En una escena de la película un 11 ligero con policías de civil persigue por la serpenteante Grande Corniche a la “coupé” deportiva que lleva a John Robbie, “El Gato” (Grant), ex ladrón de joyas y la hermosa muchacha norteamericana que le conquistó (Kelly).
El 11 ligero transportó a policías -¿por qué no a algún ladrón, también?-, arrulló a recién casados y a matrimonios de toda la vida con su sinfonía de pistones y émbolos; llevó a gente madura y no tanto, a ricos y pobres, a ciertos golfos de poca fortuna, a universitarios hijos de papá…
En fin, “a tout le monde”.

© José Luis Alvarez Fermosel

miércoles, 12 de noviembre de 2014

"Limerick"



El “limerick”, como saben mis amigos anglófonos, a quienes dedico este “post”, es un poema inglés de cinco líneas, generalmente de contenido humorístico. Sus dos primeras líneas riman con la última y la tercera con la cuarta. Son muy populares en Gran Bretaña. Algunos pecan de groseros.
He aquí un “limerick” típico:

There was an old man of Perú
who dreamt he was eating his shoe.
He awoke in the night
with a terrible fright,
and found it was perfectly true

Como no quiero dejar a mis amigos que no dominan el inglés sin saber qué dice el “limerick”, incluyo una traducción -no palabra por palabra-, que no tiene rima ni medida, al darse a conocer sólo el significado:

Un anciano soñó en Perú que se comía su zapato. Se despertó durante la noche con un terrible presentimiento, y descubrió… que su sueño era una absoluta realidad.  

Por la transcripción: © J. L. A. F.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Otro mensaje



A la ciudad revuelta, anegada en parte por la lluvia inclemente, se le plantean problemas de toda índole. Pero han florecido los jacarandáes y recibimos ya su azul mensaje de esperanza, que nos dice que al fin todo se va a arreglar, que todo va a ir bien y que la paz va a ser con nosotros.
Estos árboles bellísimos y románticos se agostan apenas florecen. Sus flores delicadamente azules caen y tejen un gobelino que hermosea la ciudad y hace que todos pensemos en fastos y celebraciones: la otra cara de la moneda.
Las copas de los tarcos –su nombre oficial- ya están abarrotadas de flores. Dejarán en cada una que nos regalen un buen augurio.
Plácenos pensarlo así. Cuesta poco liberar la imaginación, concederle que nos transporte a regiones fantásticas y dichosas y nos permita quedarnos en ellas..., aunque sólo sea por unos minutos.

© José Luis Alvarez Fermosel

domingo, 2 de noviembre de 2014

Alguna vez en domingo (*)



Domingo, ya llegó el domingo otra vez. Otra semana. Me parece oir la voz de José Luis Agromayor cualquier martes, por ejemplo: “La semana está perdida…”.
Es domingo. Llueve. Nos hemos quedado en casa.
Hemos recordado los versos de Antonio Machado: “(…) los colegiales estudian, monotonía de lluvia tras los cristales…”.
A poco que uno se descuide le agarra la monotonía, por no decir el tedio del domingo, si uno no sale.
Ir y venir sin afeitar por todas partes, en pijama, bata y chinelas entraña el riesgo de  terminar revolviendo papelotes y encontrar una foto, o una carta –uno es de los tiempos en que se escribían cartas-. Y ya se sabe, apenas se contempla una o se relee la otra, según el caso, le salen a uno ronchas en el loco corazón.
Lo mismo le pasará si uno decide escuchar música, la que sea, lo mismo da. La nostalgia, artera y disimulada como un agente secreto, vendrá en puntas de pie.
De nada servirá recordar a Faulkner cuando dice en “Réquiem por una monja”: The past is never dead. It’s no even past (El pasado nunca muere. Ni siquiera es pasado). El derecho al pataleo, se llama esta figura.
El whisky, o cualquier otra bebida espirituosa igualmente noble tampoco sirve en este caso. Se empieza con una medida… y se termina bebiendo sin medida. ¡Y nada hay peor que un lunes con resaca!
Entonces, ¿qué hacer para conjurar el síndrome del domingo por la tarde, que ha matado a tanta gente?

Meterse en la cocina…

Pues muy sencillo, lo que hicimos Maite y yo: meterse en la cocina e inventar un guiso. ¡El guisote del domingo frío y lluvioso!
Se empieza por pelar patatas, como hicieron durante algún tiempo en sus comienzos cocineros hoy famosos.
En este caso un kilo y medio de patatas que se cortarán groseramente, es decir, en cubos irregulares. Luego viene el despellejamiento de chorizos de Cantimpalo.

Patatas domingueras

Ingredientes:

Los ingredientes son cebolla, ajos pelados y aplastados –elementos de apoyo imprescindibles en la gastronomía española-, chorizo colorado cortado en rodajas y tocino en dados medianos, una mano de cerdo cortada por la mitad (longitudinalmente), pimentón (dulce o picante, según el gusto), un par de hojas de laurel, dos tazas de caldo y un chorro de vino tinto.

Preparacion:

En una cacerola con un poco de aceite de oliva en el fondo se sofríen la cebolla, los ajos, el tocino y la pata de cerdo. Cuando la cebolla esté translúcida se añaden –digamos al menos una vez en lugar de se agregan- los líquidos, es decir, el caldo y el vino, que deben cubrir la preparación por completo.
Se deja hacer todo a fuego alto hasta el primer hervor. Después se baja el fuego a nivel medio/bajo.
Cuando el cuerito de la pata se ve tierno y parece que va a despegarse del hueso, se incorporan las patatas, el chorizo y el laurel; se añade caldo, si es necesario; se lleva todo a fuego medio/alto y se deja cocinar hasta que las patatas estén a punto. Después de haber probado el guiso de vez en cuando, para ver si falta algo y rectificar, se deja reposar.

Mientras se cocina, eso sí, hay que echarse al coleto de tanto en tanto un vasito de vino blanco.
Para acompañar esta “delicacy”, nada mejor que un vino tinto –genérico, de corte, para mí: no varietal-.
¡Buen apetito y  buen domingo para todos!

(*) “Nunca en domingo” es una película greco-estadounidense, escrita, dirigida y producida por Jules Dassin y protagonizada por Dassin y Melina Mercuri. Ganó el Oscar de 1961 por la mejor música y canción original. La comida, la bebida y la música juegan un papel importante en el film.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 28 de octubre de 2014

Una cajita



Hay en el mercado de las… cosas locas unas cajitas de metal, en cuyas tapas campean fotos en blanco y negro de varios artistas de cine de la época de oro de Hollywood. Son los pastilleros de antes, aggiornados. Ahora su nombre… oficial es Mini caja metálica retro vintage. La denominación es una muestra más del engolamiento y la cursilería peculiares de esta época vacua y esnob.
Yo tengo una de esas cajitas, que miden 4,5 por 3,5 por 2,5 centímetros. Se  venden ahora en los negocios de diseño y son una pequeñez muy original para regalar, o para el propio deleite.
Audrey Hepburn, Gene Kelly, Frank Sinatra, James Dean, Judy Garland, Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Marlon Brando, Fred Astaire y Ginger Rogers... Ahí están, juntos y… revueltos.

Cajitas para guardar recuerdos…

Son cajitas para guardar recuerdos, también. Recuerdos de películas de un pasado lejano, que volvemos a ver de vez en cuando en los canales de cable de la televisión.
La princesa que quería vivir, Leven anclas, Al este del paraíso, El mago de Oz, Una eva y dos adanes, Gilda, Nido de ratas, Sombrero de copa…  
Películas que nos emocionaron hasta las lágrimas, o nos regocijaron, o nos dieron un poco de miedo en algún momento de su proyección.
Las vimos, adolescentes, en cines de barrio, casi siempre los jueves por la tarde con compañeros de colegio –cuando los Maristas nos daban libre-, o algún  sábado con nuestro padre.
¡Aquellos westerns que eran pura acción y romance, las comedias, las películas de besos –asi las etiquetamos-, tan ingenuas…;  las de espionaje, las policíacas, una de ellas con un joven Robert Montgomery haciendo de Philip Marlowe…!
Tengo una reproducción del cartel original de Casablanca en mi estudio. Con Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en primer plano y más lejos los actores secundarios.

En alguna tarde de lluvia…

Las figuras del poster se agigantan en alguna tarde de lluvia en que a uno le atrapan los recuerdos.
Lo mismo me pasará ahora con las fotos de los actores de esta cajita que me ha regalado Maite, tan buenos como los de la memorable Casablanca. También nos hicieron felices en la grata  penumbra del cinema –como decía, con encantadora delicuescencia, alguna tía nuestra-.
Inefables salas con aromas de perfume barato y un desinfectante muy fuerte llamado Zotal, cuyo olor era agradable.
En el descanso, después del noticiero y el corto de Tom y Jerry, los vendedores de patatas fritas a la inglesa, refrescos y helados pregonaban su mercancía a voz en cuello.
Auellos rostros, tan hermosos los de las actrices, tan expresivos los de los actores… Los tenemos en la sala grande del recuerdo.
Y ahora, a algunos de ellos en una cajita.

© José Luis Alvarez Fermosel  

jueves, 23 de octubre de 2014

Fangio, el mejor



El corredor de coches Juan Manuel Fangio fue el mejor deportista de la historia de Argentina, una brillante histora que incluye todos los deportes y que algún día se reseñará en un libro que hasta ahora, incomprensiblemente, nadie pensó en escribir.
Fangio (Balcarce, Provincia de Buenos Aires, 1911 – Buenos Aires, 1995) fue quíntuple campeón mundial de automovilismo de Fórmula 1 durante las temporadas de 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957. “El Chueco”, o “El Maestro” –como le llamaban-, obtuvo 24 victorias, 35 podios y 29 pole positions en 59 Grandes Premios.
Fangio fue el piloto de mejor promedio de triunfos, el único que ganó campeonatos de Fòrmula 1 con cuatro escuderías y el campeón que más años permaneció en actividad: de 1929 a 1958.
Lo recuerda una encuesta de la consoltura Poliarquía adjunta al texto que antecede.

Por la transcripción: © J. L. A. F.

Nota relacionada:

viernes, 17 de octubre de 2014

Laconismo



Diálogo

- ¿Cómo estás?
- Mejor
- ¿Es que estabas mal?
- No
- ¡Pues entonces estabas bien!
- No, regular
- ¡Pues entonces estabas mal, y si estabas mal estabas fatal!

Chiste

Un matrimonio está sentado a la mesa, a punto de cenar. El marido toma la sopera y el cucharón y le dice a su mujer:
- ¿Qué, te sirvo?
A lo que ella responde:
- Bueno, a veces…

© J. L. A. F.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Una flor azul los acerca y los separa



Pasaron cinco minutos de las ocho y media. De la noche, claro. La pareja cenó temprano, a la luz de las velas y con una flor azul lavanda entre ambos.
Después de cenar brindaron con champán, porque quizás no haya bebida más noble para brindar.
Están solos. ¡Qué sencillos sus atuendos y el mobiliario de la habitación! Sillas diferentes.
Rojos, grises y verdes. Colores definidos, no violentos. Un dibujo magnífico, esquemático pero precioso.
El candelabro tiene veleidades de arbusto. El rostro de la señora,  ligeramente daliniano, tiene sólo un ojo que se ve. Toma su copa con delicadeza. El, más rotundo, casi empuña la suya. Tiene un bigote de otros tiempos y una extraña perilla que termina en un gancho.
Arden las velas. La flor azul se curva en el florero. La botella  tapada dentro del cubo con hielo parece una cara por voluntad del dibujante. 
Trazo moderno, suelto, seguro, con un toque surrealista. Una  acuarela, tiene todas las características.
Parte de mi niñez transcurrió entre acuarelas, nevadas, el olor a café y a brandy de las sobremesas de los domingos, las novelas de aventuras y el regaliz.
Se ve que la señora propone el brindis, porque tiene la boca abierta, como si estuviera hablando. ¿Por qué brindarán? ¿Por un reencuentro, por un aniversario, por haber recibido una buena noticia, o sencillamente porque pueden, quieren, les da la gana y tienen una botella de champán, o de vino blanco a mano?
Hermoso, de cualquier manera, el brindis inmortalizado por un artista, desconocido para nosotros, que no pudo ser más expresivo, ni tener mejor dominio del dibujo –tendente a la caricatura-, el escorzo y el color.
Por eso creó una imagen tan bella en su composición simplista, en la que no falta un detalle. Tampoco sobra nada.
Eso es lo bueno.

© José Luis Alvarez Fermosel