miércoles, 30 de diciembre de 2009

Las tradiciones de fin de año

Entre las celebraciones de la última noche del año, la noche de San Silvestre, destaca la de comer en la llamada Nochevieja en España una uva por cada campanada de las 12, en la creencia de que ese ritual traerá suerte para el año próximo.
Mucha gente se agolpe en la madrileña Puerta del Sol para comer las uvas, una por cada campanada de un gran reloj que hay en lo alto del edificio de la Comunidad de Madrid.
En las notas relacionadas (de la revista Hola de España y el diario Clarín de Argentina) se habla de esta costumbre y de otras de otros países.
Con respecto a los orígenes de la tradición de las doce uvas de la Nochevieja española, varias –algunas disparatadas- son las versiones que sostienen que la costumbre viene de otros países, como Francia, que curiosamente no la practicó nunca.
Conocida es ya la manía, tan generalizada, de que cualquier cosa interesante, original y fundamentalmente “chic” que tengamos los españoles viene de París, como los niños.

© J. L. A. F.

Notas relacionadas

La tradición de las 12 uvas.
http://www.hola.com/gastronomia/noticiaslibros/2004/12/29/11580_la_tradicion_de.html
Una vieja tradición renovada: comer 12 uvas el 31 de diciembre, pero de oro.
http://www.clarin.com/diario/2009/12/29/um/m-02109971.htm

martes, 29 de diciembre de 2009

¡Bendita vaca!

El joven cura vino a Madrid de su pueblo a hacer unos trámites. Los sacerdotes vestían todavía ropa talar (sotana negra abotonada hasta los pies), llevaban una pequeña Biblia con tapas de cuero en la mano y, algunos, un rosario bendecido por el Papa.
Eran piadosos y sobrios: no fumaban, no bebían más que un sorbo de vino de consagrar en la misa; sacristanes y monaguillos sostuvieron siempre que, en la sacristía, le daban al tinto que era una gloria, pero sabido es que hasta en recintos sagrados como las iglesias hay gente que levanta falsos testimonios y miente.
Los curas de antaño eran castos, ¡pues no faltaba más! Sin embargo, hubo quienes… “se entendían” con sus amas de llaves (las de su corazón…), con falsas sobrinas y alguna viuda alegre (1).
Ciertos golfos del pueblo le dijeron al presbítero de nuestra historia que, ya que iba a estar unos días en Madrid, no dejara de darse una vuelta por el bar de Pedro “Perico” Chicote, en la Gran Vía.
“Perico” (foto) había sido barman del Congreso de los Diputados y de Pidoux, el bar más elegante de los años 20 en Madrid, el primero que sirvió whisky. Estaban también Coq, La Ballena Alegre y el bar vasco Orkompon, en cuyo sótano compusieron el himno de la Falange Española José Antonio Primo de Rivera y su escuadra de poetas.
Pedro abrió su propio bar en 1930 e inauguró en él, con una botella de aguardiente que le regaló un embajador de Brasil, su museo de bebidas, que llegó a tener 15.000 botellas.
Chicote fue “el primer bar eléctrico de Madrid”, recuérda Cristina de Alzaga citando a César González-Ruano. Se hizo tan famoso que su nombre figura en el inmortal chotis “Madrid” del compositor mexicano Agustín Lara. Todavía está, pero ya no es el mismo, dicen los que lo frecuentaron antes.
Durante la posguerra española, es decir, en los años cuarenta acogió a espías, estraperlistas (contrabandistas al menudeo de alimentos, penicilina, tabaco y quisicosas) y a las inefables señoritas del “alterne”, que en el bar de Pedro y en el de enfrente, El Abra, “alternaban”… y algo más con panzudos banqueros y señores de Bilbao –los únicos que tenían dinero-.
Algunos las convirtieron en sus amantes, les pusieron piso y les compraron coche: casi siempre el minúsculo y simpático Fiat llamado Topolino, antecesor del “Seiscientos” de la década posterior.
Las señoritas de Chicote eran muy discretas. Llevaban vestidos negros –con grandes escotes, eso sí- collares de perlas falsas y se empolvaban la nariz con polvos de arroz Tokalon.
Aparece entonces en ese Chicote nuestro joven cura, que mira atónito el ambiente del bar, elegante, sofisticado, mundano a más no poder. Una vez dentro, no se atreve a salir. Se ajusta las gafas, se acerca a la barra y le pide con voz vacilante al barman, que no era Pedro, que estaba cenando con unos señores en un restaurante de las inmediaciones: “¡Un vaso de leche, por favor!”.
En la bulliciosa barra se hace inmediatamente un silencio que se puede cortar con cuchillo. El bartender, con gran flema, no dice nada, sonríe imperceptiblemente, vierte leche en su coctelera niquelada, le añade un chorro de brandy, un poco de azúcar, unas gotas de angostura, otro poco de vaya uno a saber qué, lo agita todo y sirve la mezcla al curita en un vaso largo.
El cura toma el vaso y se echa un trago. Se estremece de gusto. ¡Qué leche tan deliciosa!
Eleva los ojos al cielo y exclama, arrobado: “¡Bendita vaca…!”
Pedro Chicote le contó esta anécdota a mi padre y mi padre me la contó a mí en una corrida de toros.

(1) La incursión de los curas en el pecado de la carne no es nueva. Por poner un solo ejemplo, Lope de Vega, vistiendo ya los hábitos sacerdotales, tuvo variasi. amantes. Su última “liaison”, la más intensa, la más ardiente, fue la que mantuvo con Marta de Nevares.

© José Luis Alvarez Fermosel

lunes, 28 de diciembre de 2009

Los riñones del pollo

He citado en alguna de estas reuniones de Navidad y Año Nuevo a amigos y maestros de mucha más edad que la mía con los que alterné sin ningún problema en España, en Argentina y en otros países. No he tenido mala mano para tratar a las personas mayores que yo, que me interesaron siempre más que las de mi misma edad.
Hace poco pronuncié una conferencia sobre Agustín de Foxá, conde de Foxá, de la Real Academia Española, que fue amigo de mi padre y mío. Otro maestro inolvidable, César González-Ruano, era muchísimo mayor que yo cuando empecé a hacer periodismo en Madrid, lo cual no fue óbice para que fuéramos amigos.
Del gran actor y mejor persona que fue Alberto Closas -cuyo nombre sonó en una de las reuniones a las que me referí antes- también fui muy amigo. Cuando Alberto estaba en Buenos Aires nos reuníamos siempre los jueves con otros amigos en el Club Francés, en divertidos almuerzos que animaba magistralmente otro personaje inolvidable que también nos dejó hace algún tiempo: Mario Blanco.
Recuerdo a Alberto Closas en un Madrid lejano en el tiempo y brumoso en la memoria, tripulando un imponente automóvil Pegaso deportivo de color rojo, jugando a los dados en la barra con las camareras de una cafetería de la calle del Príncipe, frente al teatro La Comedia, donde protagonizaba “Blas”, de Claude Magnier, con Susana Campos, Gracita Morales y José Luis López Vázquez en los principales papeles.
En un momento de la obra, Alberto tenía que comerse un pollo asado, o parte de él, que le traían todas las noches del vecino restaurante L’Hardy –uno de los mejores de Madrid-.
El día que yo fui a ver la comedia, pues de una comedia de enredos se trataba, Alberto manipuló el pollo de tal manera que los riñones del ave saltaron de su interior y cayeron sobre mis inmaculados pantalones grises, dejando sobre ellos una gran mancha. Convendría aclarar que yo estaba en la fila cero.
Algún tiempo después me lo presentaron en una fiesta y yo le conté la anécdota. Se echó a reir y me dijo que me debía una cuenta de tintorería. Nos vimos después muchas veces y siempre me recordaba la supuesta deuda: un pretexto para reirnos un rato.
Closas hizo luego aquella memorable trilogía de Joaquín Calvo Sotelo: “Una muchachita de Valladolid”, “Cartas credenciales” y “Operación Embajada”.
Poco antes de morir en Madrid dispuso que, cuando llegara el momento, todos sus amigos argentinos, o que vivieran en Buenos Aires, fueran de la nacionalidad que fueran, se reunieran una noche en el vestíbulo del teatro El Globo de Buenos Aires -que le pertenecía en parte- y tomaran una copa de champán en su memoria.
Su última voluntad de amigo y caballero se cumplió religiosamente.

Foto de archivo del autor. De izquierda a derecha: Alberto Closas, el actor uruguayo Gastón Milli y José Luis Alvarez Fermosel en la cantina “Il Vero Fechoría” de Buenos Aires.

© José Luis Alvarez Fermosel

Mejor claro que oscuro

“La oscuridad y la afectación son los defectos más grandes del estilo”. (Macaulay)

José Ortega y Gasset escribió: “La claridad es la cortesía del filósofo”. Esto es periodístico, o puede aplicarse al periodismo, porque la obligación del periodista no es ya la cortesía, sino la claridad; sin claridad no hay periodismo.
No recuerdo ahora mismo quién, ni tengo ganas de ir a enterarme, dijo, a su vez, que “ningún escritor tiene
derecho a dificultar deliberadamente la lectura al lector; eso se llama pedantería o insuficiencia. Este es el caso del que no tiene nada qué decir y entonces lo dice en un lenguaje muy complicado para disimular que no está diciendo absolutamente nada”.
Esto de escribir oscuro es moneda corriente en nuestros días. Bueno, lo fue siempre, para qué nos vamos a engañar. Tal vez por eso pidió Goethe momentos antes de morir:
“¡Luz, más luz…!”
Un día lejano, en el curso de una conversació, y sin que yo le preguntara nada al respecto, Fernando Vizcaíno Casas, el entonces abogado laboralista número uno de España y un escritor muy leído –vendió cuatro millones de ejemplares de sus libros-, me dijo más o menos con estas palabras:
-Yo vendo tanto porque lo que escribo lo entiende todo el mundo. Los críticos tienen veleidades de areopago; son, o eso creen ellos, la… “Academia” (no me refiero a la Española); son escritores frustrados a quienes nadie leyó nunca porque nadie los entendió, de tan difícil que escribían.
- La oscuridad también acecha al periodismo, como te consta
–le dije yo-.
No hay reportero de calle novato que no sueñe con escribir un día un editorial denso, con palabra muy difíciles, metérselo de contrabando a su jefe y que se publique. Por lo general, se entiende que oscuro es sinónimo de culto.
Estábamos en el café Gijón de Madrid, disfrutando de una sobremesa tranquila después de haber dado cuenta de un cocido pantagruélico en el Ritz. Ya habíamos tomado el café y aún nos quedaba coñac caliente en las copas. Fernando sonrió de pronto y recordó:
- Tú le dijiste un día en Buenos Aires a tus redactores de la agencia EFE: “Muchachos: sujeto, verbo, predicado y…¡a cobrar!”.
- Efectivamente, ¿sabes que todavía se comenta por allí?
Charlamos un rato más aquel día. Después Fernando se fue a su bufete y yo a Espasa Calpe, a ver si encontraba unos libros que andaba buscando.
Semanas después regresé a Buenos Aires. Pasaron los años. Fernando y yo volvimos a vernos aquí. Un día, estando yo a punto de viajar a Madrid, me enteré de su muerte. Siempre fue un escritor claro. Nunca se lo perdonaron.
Hace unos días leí en el diario “Perfil” de Buenos Aires un excelente artículo de Pepe Eliaschev, titulado “Imbéciles y descerebrados”. Copio al pie de la letra uno de sus párrafos:
“El docente de filosofía Ricardo Forster no utiliza un lenguaje apto para la gente sencilla como los periodistas. Un párrafo de muestra: ‘En una situación global de creciente autonomía de los actores del proceso de producción de símbolos sociales, ideas e ideologías, se producen abusivas lógicas massmediáticas que redefinen todos los aspectos de la vida social, así como las operaciones de las estéticas de masas reconvirtiendo y sojuzgando los mundos de lo social, de lo político, del arte, de los saberes y conocimientos’ ”.
En la “Segunda Enciclopedia de Datos Inútiles” de ese gran periodista, escritor, traductor y crítico de cine uruguayo que fue Homero Alsina Thevenet se transcribe una entrevista a un reportero que en un momento dado le dice a su colega y entrevistador:
“Yo y mis compañeros ejercemos nuestra labor en la cadena informativa argentina que concilia las necesidades de la prensa escrita, de la prensa oral (o radio) y de la televisión, todas ellas siempre presentes junto al pueblo, a fin de recepcionar el caudaloso aporte de la realidad cotidiana y mantener vigente el conocimiento del pueblo argentino sobre el diario acontecer, que está siempre preñado de acontecimientos”.
Podríamos seguir poniendo ejemplos hasta mañana. Vaya el último: El alumno escribió: “Los sucesos que acaecen cotidianamente en la rúa”. Juan de Mairena (1), el inefable personaje de Machado, tachó la frase y escribió en su lugar:
“Lo que pasa en la calle”.

(1) Docente apócrifo, creación literaria de Antonio Machado, personaje central de numerosos trabajos aparecidos en El Diario de Madrid.


© José Luis Alvarez Fermosel

De lo individual a lo universal

El hombre que escribe acerca de sí mismo y de su propia época es el único que escribe acerca de todas las épocas y de todos los tiempos.
(George Bernard Shaw)

No me acuerdo de qué escritor se dijo que era un cronista de la nostalgia y de las pequeñas cosas de la vida, pero vaya desde ahora mismo mi homenaje para él, por ocuparse de la fachada cuando nos ocupamos, e incluso nos preocupamos tanto de la trastienda.
Pocos en este medio –me refiero al periodismo, claro- le damos la importancia que tiene a la penúltima hora. Todos estamos pendientes de la última hora, de la noticia de último momento. Por eso no abundan los escritores, los buenos escritores de artículos de tema ligero, que carguen sus escritos de subjetivismo y literatura.
Menudean las críticas a los usuarios del yo. Si uno habla de sí mismo o de sus opiniones lo hace para hacer constar que no se debe dar más valor a lo que se dice que el que procede de una posición personal ante las cosas.
En cuanto a los pequeños temas, éstos son preferibles a los grandes, siempre y cuando uno no tenga que escribir, de prisa y corriendo, de un asunto de suma trascendencia en una redacción.
Como dice el escritor español Miguel Pardeza, hay que deleitarse con la bagatela y utilizar lo lírico como una mixtura mágica que abrillante la realidad.
Ese gran cronista español del siglo XX que fue César González-Ruano se proponía siempre en sus trabajos captar un clima y dar una visión personal. Estaba seguro de que lo universal es lo personal. Esto es, para que un tema interese hay que partir de uno mismo.
Decía César: “Así como en la novela lo local puede ser exactamente lo universal, en el artículo o en la crónica dificulto que exista nada más general que lo personal, nada más objetivo que lo subjetivo”.
En contra de lo que mandan los capataces del oficio, lo que le ocurre al periodista puede ser lo más interesante para el lector.


© Jose Luis Alvarez Fermosel

El artículo en la literatura

Se ha discutido y sigue discutiéndose la calidad estética y, desde luego, la condición literaria del artículo periodístico.
El gran escritor español Leandro Pita Romero, que engalanó el diario La Prensa de Buenos Aires con sus artículos durante muchos años, recordó que para Juan Valera el artículo fue siempre un género literario
Decía Pita Romero –yo lo traté mucho, a él y a su hijo-, que el artículo no sólo se ha consolidado como género literario sino que, del siglo XIX en adelante, parece acaparar el mundo de los libros, y con él se han formado copiosas y espléndidas colecciones.
“Bastaría citar a Saint Beuve, que dio lo más y lo mejor de su obra en artículos, y en España a Ortega y Azorín”, remachaba Pita Romero para terminar diciendo que “en todo el mundo de hoy la obra de no pocos escritores está formada por haces de artículos, ya que el periódico ocupa y amplía la plaza que antes monopolizaba el libro”.
Más cerca en el tiempo, el escritor Francisco Umbral, también español, también (eximio) articulista echaba su cuarto a espadas sobre el tema en un ensayo titulado Literatura y Periodismo, publicado el 3 de diciembre de 1999 en el suplemento cultural del diario El Mundo de Madrid.

© J. L. A. F.
Nota relacionada:

Literatura y periodismo
http://www.elmundo.es/1999/12/03/cultura/3N0120.html

jueves, 24 de diciembre de 2009

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La almoneda del puerto

Cerca del puerto hay una vieja almoneda abarrotada por un conjunto heteróclito de objetos procedentes, casi en su totalidad, de la pacotilla marinera.
Ponchos que se posaron sobre los hombros morenos de alguna criolla de pelo endrino y oscuros ojos insomnes, un zorro disecado –y apolillado- al fondo, cómodas de madera clara, espejos nublados, acuarelas que perdieron hace tiempo su alegría, libros con las portadas amarillentas; tinteros de plata y un bastón estoque de caña de Malaca con puño de bronce en forma de cabeza de caballo y, debajo, el escudo de España en oro y esmalte, como los gemelos del señor marqués, que va todas las tardes a tomarse unos whiskies al bar vasco, con cuadros de regatas, remos cruzados y redes de pesca en las paredes.
En la vieja almoneda del puerto se mezclan antiguas lámparas Davy de minero con cantimploras de campaña, algún viejo sifón de percutor, cigarreras de oro con iniciales –probablemente vendidas para pagar una deuda de juego o un “meublé” para una cita galante-, viejos mapas, sextantes, paños recamados.
De una percha de madera oscura pende un pequeño farol; de otra, una chaqueta azul de almirante con botonadura dorada.
El dueño de la vieja almoneda es más bien bajo, tiene los ojos pequeños y azules, casi siempre semicerrados, como las personas acostumbradas a mirar a lo lejos: los marineros, los moros del Rif (1) y la gente de trueno, a ver si hay una buena pelea en la que meterse.

Viva la gente de trueno,
viva la gente torera,
iviva todo aquel que dice:
¡Salga el sol por dónde quiera…!

Nadie sabe el verdadero nombre del dueño de la vieja almoneda, pero todos le llaman Maurice. Dicen que fue marino y que todas las noches repasa una antigua bitácora, a la luz de un lámpara de cobre, como las de los camarotes.
Hay un loro grande, un guacamayo hermoso de plumas rojas, azules y verdes que grita cada tanto: ¡Viva el rey! -nadie sabe cuál-.
Fuera de la vieja almoneda, el mar y el horizonte que no se distingue más que a golpe de catalejo, las tardes de niebla. Algunas mañanas el sol riela sobre el agua verde. Gabarras y los esqueletos de hierro de las grúas.
La vieja almoneda del puerto, “bric-a-brac” polvoriento y antiquísimo, tiene un aire enigmático y ligeramente sórdido, como casi todos los establecimientos de ese ramo, húmedos, con olor a óxido y una especia difícil de identificar.

Tu timón huele a clavo y a canela
y en la noche del trópico estrellada
visitas –un farol bajo las velas-
al marinero enfermo de escorbuto.

La luz del puerto es ambarina y amable, cuando cae la tarde. En las bodegas esperan a que se haga de noche para salir todos los gatos que de noche son pardos.
Una vela triangular, mediterránea. “Junto al mar latino te diré mi verdad…”.

(1) Comarca del Norte de Africa.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 22 de diciembre de 2009

Corrupción en la Organización Mundial de la Salud

El médico neerlandés Albert Osterhaus (foto) es uno de los responsables de la trágica farsa de la gripe A, se acaba de informar en Frankfurt.
Una ola de corrupción, desatada por Osterhaus y varios de sus colegas zarandea a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y salpica a varios profesionales de la Medicina de nacionalidades diversas.
Osterhaus, virólogo del Centro Médico de la Universidad Erasmo de Rotterdam, reúne otros títulos y premios. Es uno de los principales consejeros de la Organización Mundial de la Salud.
No podemos pasar por alto esta noticia, después de nuestra campaña destinada a informar sobre la verdadera naturaleza de la llamada gripe A o gripe porcina, que no fue otra que la que suele aquejar a amplios sectores de la población mundial en invierno, junto con otras enfermedades similares, propias de esa estación.

La alarma sembrada caprichosamente, sin ningún fundamento científico serio, revistió en algunos casos características de pánico.
Se sabe desde hace algún tiempo que el montaje de la gripe A fue en realidad una estafa. Millones de seres humanos fueron utilizados como ratas de laboratorio, a fin de que otros se enriquecieran con experimentos que los más damnificados y, por consiguiente, los críticos más feroces comparan -con evidente exageración- con los practicados después de la Segunda Guerra Mundial en varios países de América del Sur por el tristemente célebre médico alemán Josef Menguele.
Lean, palabra por palabra, la reveladora información que brinda la nota relacionada, firmada por el prestigioso periodista e investigador estadounidense F. William Engdahl, autor de varios interesantes trabajos sobre cuestiones energéticas y geopolíticas.

© José Luis Alvarez Fermosel
Notas relacionadas:

Corrupción en la OMS: El caso de la Gripe A

domingo, 20 de diciembre de 2009

El kiosco de la plaza

En primer plano, un farol, un banco de piedra, un quiosco. Una lejanía de árboles y gentes. Tonos azules, verdes y algún rosa claro. Sencillez y una estética expresiva. En la plaza de Zocodover de Toledo.
Un cuadro del pintor español José Lloréns, nacido en Bilbao, avecindado por un tiempo en Barcelona y trotamundos con frecuentes y prolongadas escalas en América del Sur.
La seguridad del trazo, el sentido de la perspectiva, la visión del color y el tratamiento de las lejanías constituyen las peculiaridades más sobresalientes de Lloréns, de quien se llegó a decir que “pinta el aire”.
“¿Por qué no considerar a José Lloréns como el Sorolla toledano?”, se pregunta Luis Moreno Nieto, Cronista Oficial de la Provincia de Toledo, para añadir a continuación que “la luz que penetra en sus lienzos parece levantina, diríase que trasplantada a Toledo, filtrada a través del aire de ‘la peñascosa pesadumbre’ cervantina, aliviada un tanto de la claridad deslumbradora del Mediterráneo”.
Toledo, apenas a 70 kilómetros de Madrid, en el corazón de Castilla, ha sido siempre una de las fuentes de inspiración de Lloréns.
Al uso de Toledo, pierda la dama y paga el caballero, reza un proverbio castellano muy popular.
Ciudad imperial, sede de la corte de Carlos I de España en los reinos hispánicos, crisol de las tres grandes culturas (cristiana, judía y árabe), Toledo fue siempre ciudad de damas elegantes y caballeros cortesanos, y mantuvo su rancio abolengo a lo largo de los siglos. En sus tortuosas calles coincidieron hombres ilustres y pícaros.
En el ambiente caballeresco y gentíl de los siglos XVI y XVII se decía que lo que las damas perdían en la mesa de juego lo pagaban sus maridos, sus amantes o sus pretendientes. Ese es el origen del refrán antes citado.
Pocos artistas supieron captar como Lloréns la cernida luz gris de Toledo y sus atardeceres violáceos y anaranjados, con ese estilo impresionista y la palpitación telúrica y pasional expresada con impresionante grafismo en sus cuadros pintados en las cálidas latitudes australes.


© José Luis Alvarez Fermosel

Crítica constructiva

A unos les gustará, a otros no. Pero no podemos dejar de reconocer, tirios y troyanos, que Enrique Pinti es un excelente actor, libretista, guionista y columnista brillante. Es, además, una persona de bien, favorecida con dones como el de la gracia, el sentido de la observación y el reconocimiento de la realidad circundante, tal como es.
Pinti escribe hoy un artículo en la revista dominical del diario La Nación de Buenos Aires en el que, entre otras cosas del momento no menos interesantes, sostiene que “(los argentinos) no podemos ser tan tontos como para glorificar la incapacidad y la chantada como si fueran virtudes”.
Merece la pena postear este trabajo, que recuerda épocas pretéritas sin nostalgia lacrimosa y refleja una actualidad más que preocupante por lo que pasa en Argentina en todos los órdenes y en el artístico también.


© J. L. A. F.

Notas relacionadas:


CambalacheLa capacidad ¡Ja ja ja ja!

Por Enrique Pinti

> Ir a la nota
lanacion.com Revista Domingo 20 de diciembre de 2009


Del autor:

Réquiem por la excelencia
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/11/requiem-por-la-excelencia.html


sábado, 19 de diciembre de 2009

¡Ella sí que vale!

“La salsa no tiene edad”, dijo la joven Sarah “Paddy” Jones, inglesa, de 75 años. Ella es la sal de la salsa. Ella es la sal de la vida.
Acaba de ganar el “reality” Tú sí que vales del canal Telecinco de la Televisión Española.
Le llaman la Susan Boyle (1) española porque vive en Marbella, epicentro de la Costa del Sol, en Andalucía, al sur de España, desde hace un lustro.
Mide poco más de un metro y medio, pesa apenas 50 kilos, es viuda, tiene cuatro hijos y siete nietos.
Bailó clásico hasta su boda, a los 22 años. En los últimos cinco años se dedicó exclusivamente a la salsa acrobática.
Veámosla:


NOTA: Si no pueden acceder al vídeo, vayan: http://www.telecinco.es/tusiquevales/detail/detail18620.shtml

(1) Cantante escocesa. A los 47 años dio a conocer su talento ganando el segundo premio del concurso Britain’s Got Talent 2009, de la televisión inglesa, con la canción “I dreamed a dream”. Hacía poco tiempo que estaba desempleada. El sello discográfico Syco lanzó el pasado 23 de noviembre un álbum con “I dreamed a dream” –del musical "Los Miserables"-, las canciones “Wild Horses”, “You’ ll See” y otras. Fue el más vendido del año. Columbia lo distribuirá en los Estados Unidos y Sony Music en el resto del mundo.

En verano y en forma

Faltan dos días para el advenimiento del verano en el hemisferio sur y, como es natural, todos pensamos ya en las vacaciones; y, también, en lucir un cuerpo en buena forma en la playa o en la piscina, razón por la cual empezamos a no comer y nos precipitamos a los gimnasios.
Craso error, porque no hay que dejar de comer, sino hacerlo racionalmente. Y entender, de una vez por todas, que en los gimnasios no se adelgaza. Es más, a veces se aumenta de peso, al incrementarse la masa muscular –los músculos pesan más que la grasa-.
Si uno quiere quitarse de encima los kilos que le sobran, deberá practicar en el gimnasio ejercicios aeróbicos, como cinta o bicicleta. Las máquinas con carga y las mancuernas vendrán después.
Antes de comenzar a hacer ejercicio es imprescindible someterse a un exhaustivo reconocimiento médico, que incluirá un electrocardiograma de esfuerzo, y seguir una dieta racional y equilibrada.
Si el estudio sale bien y se adelgaza hasta conseguir el peso justo, habrá llegado el momento de empezar a trotar, o mejor a caminar entre 30 y 45 minutos en una cinta, en el campo o en la calle todos los días, o cinco días por semana. Hay que llevar ropa cómoda y zapatillas de deporte.
Antes, durante y después de la caminata es necesario hidratarse, tomando agua o cualquiera de las llamadas bebidas deportivas.
Hay que caminar con los pies paralelos; si se los tiene planos, pues qué le vamos a hacer, andaremos como los patos, pero eso sí, a paso corto y enérgico, con el peso del cuerpo distribuído entre ambas piernas, los músculos del abdómen sin tensar para no forzar los de la espalda, los glúteos contraídos y la columna recta, para lo cual hay que bajar los hombros y erguir el cuello y la cabeza adelantando el mentón, como si fueramos marionetas de las que tiraran hilos invisibles.
Los especialistas de verdad sostienen que caminar de ese modo es el mejor ejercicio que uno puede hacer en beneficio de su columna vertebral y, en general, del cuerpo entero. La cinta también sirve.
Si se va al gimnasio hay que ponerse en las manos de un buen entrenador que nos prepare una rutina adecuada a nuestro peso, edad y estado físico. Basta con seguir los ejercicios correcta y progresivamente tres veces por semana. No hay que olvidar hidratarse y practicar elongaciones entre ejercicio y ejercicio.
Inmediatamente después de la ducha que seguirá a la práctica hay que reponer las sales, minerales y otras sustancias del organismo que se pierden con la transpiración, mediante la ingesta de un alimento que contenga sal; no olvidarse de tomar agua, o una de las bebidas citadas antes.
Si en las primeras sesiones duelen los músculos, en cuanto se enfría el cuerpo, no hay que preocuparse: es normal. Ahora bien, si el dolor se agudiza y se mantiene en el cuello, los hombros o cualquier otra parte del cuerpo es que se ha producido una contractura, la inflamación de una articulación o una tendinitis, en cuyo caso no hay más remedio que suspender la gimnasia y acudir cuanto antes al consultorio de un traumatólogo.
Por último, nada peor que pasarse la semana sentado ante el escritorio y, en los ratos libres, en casa, echarse en la cama a ver televisión; ¡y matarse el domingo jugando al fútbol o al tenis con los amigos, antes del pantagruélico asado!

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

Pilates
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/01/pilates.html

lunes, 14 de diciembre de 2009

Salpicón

Estar en agraz es estar verde, no estar maduro. Agraz se le llama a la uva verde. Es, también, el nombre de un sorbete que se hace de almendras y azúcar, muy popular en España y el norte de Africa. Tiene un sabor ácido. Se sirve en vaso alto (de sorbete). Se le puede añadir un toque de kirch: aguardiente de cerezas.

La salsa americana no se debe a un americano, sino a un francés: Pierre Fraisse, que trabajó muchos años como “chef” en Chicago. La improvisó, como suele ocurrirle a los grandes creadores, ante una emergencia: tenía algunos comensales que habían llegado a última hora a su restaurante y pidieron lo que hubiera. Lo malo es que en la cocina sólo quedaban algunas langostas, y poco más.
La salsa que se inventó Fraisse lleva manteca, ajos aplastados, tomate, echalots, vino blanco y, como toque final, un buen chorro de brandy. Le va muy bien a la langosta y a otros crustáceos. La langosta a la americana está presente en las cartas de todos los buenos -y, naturalmente, caros- restaurantes del mundo.

La expresión francesa “en accolade” describe la presentación en el mismo plato de dos clases similares de comida, alineadas una al lado de la otra. Por ejemplo: lomo de buey y riñones asados.

El aligoté es un vino de la región francesa de la Borgoña que se hace de la uva del mismo nombre. Es seco y astringente y sirve de base al Kir Royale, o vino blanco con “cassis”. Este último es un licor hecho de “cassis” o “blackcurrants”, es decir, grosellas negras.

Hablando de vinos, el Chianti, que se produce en La Toscana (noroeste de Italia) es el vino italiano más conocido en el mundo. Hay Chianti y Chianti Classico. La diferencia es notable. El Chianti común solía venderse en frascos cubiertos de rafia, pero ahora se expende en botellones envueltos en una red de plástico.
Como recomienda el experto Anthony Hern, el Chianti ha de beberse joven. El Chianti Classico se guarda en bodega hasta que tiene por lo menos tres años, que es el que lleva un sello en la botella con un gallo sobre fondo dorado como marca de fábrica y signo distintivo.

No menos famoso que el Chianti es el Montefiascone, que tiene un hermoso color dorado. Montefiascone está al sureste del lago de Bolsena, a 113 kilómetros de ferrocarril del noroeste de Roma.
Hay una historia tragicómica referente a un obispo alemán que tenía que viajar a Roma, y había mandado por delante a un familiar para que marcara las puertas de las hosterías con la palabra est cuando el vino fuera bueno y valiera la pena hacer una parada. El prelado encontró al llegar escrita en la puerta de uno de esos lugares, en Montefiascone, la palabra est tres veces: est, est, est. Y tanto se quedó allí, y tanto bebió, que allí murió.

Negus es un título usado por algunos reyes o gobernadores en la antigua Abisinia, hoy Etiopía. También es una combinación del contenido de dos botellas de vino tinto o de jerez, que se colocan en una fuente recalentada, con azúcar, jugo de limón y las especias que se quieran: nuez moscada, canela, clavo…


© José Luis Alvarez Fermosel

Once reglas de Bill Gates para los jóvenes

Bill Gates dictó una vez una conferencia, dirigida a estudiantes y padres de familia, en la que dio a conocer once reglas que si son duras, no son menos necesarias para los jóvenes. Son las siguientes:

Regla Uno- La vida no es justa, acostúmbrate a ello.
Regla Dos- Al mundo no le importará tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.
Regla Tres- No ganarás US$5.000 mensuales justo después de haber salido de la preparatoria y no serás un vicepresidente hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.
Regla Cuatro- Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.
Regla Cinco- Dedicarse a voltear hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo: lo llamaban oportunidad.
Regla Seis- Si metes la pata, no es culpa de tus padres, así que no lloriquees por tus errores; aprende de ellos.
Regla Siete- Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estabas. Así que antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.
Regla Ocho- En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En algunas escuelas ya no se pierden años lectivos y te dan las oportunidades que necesites para encontrar la respuesta correcta en tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles. Eso no tiene ninguna semejanza con la vida real.
Regla Nueve- La vida no se divide en semestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesarán por ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.
Regla Diez- La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café, de la película, para irse a trabajar.
Regla Once- Sé amable con los "NERDS" (los más aplicados de tu clase). Existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Hugo Beccacece, escritor múltiple y laureado

El periodista, escritor y crítico literario argentino Hugo Beccacece, de 67 años, de quien publicamos en este blog una nota sobre esnobs, es un polígrafo de singular excelencia que, como tantos de nosotros, se curtió en el gran libro de las masas que es el periodismo, disciplina que nunca abandonó.
Ha recibido varios premios. El último es el Internacional Escritura de Frontera Umberto Saba 2009, convocado por la Asociación Cultural Altamarea, que se le otorgó por su labor de escritor, crítico y traductor de autores italianos.
No es ese el único premio que Beccacece ha recibido en Italia, donde fue condecorado con la Orden de la Solidaridad Italiana en 2005 por el ex presidente y hoy senador vitalicio Carlo Azeglio Ciampi.
Ex director de suplementos culturales de los diarios argentinos La Opinión, Tiempo Argentino y La Nación y actual jefe de redacción del suplemento cultural de este último rotativo, Beccacece contribuyó a valorar las obras de escritores de una buena parte del mundo en entrevistas y ensayos que le hicieron acreedor a la medalla de Caballero de las Artes y Letras de Francia.
Medios gráficos de Argentina, Chile, Perú, México, Uruguay y España publicaron sus artículos y dictó conferencias en universidades de Boston, Chicago y varias ciudades de Europa.
Cultivó con fortuna la narrativa, el ensayo, la biografía y el periodismo. Entre sus obras más elogiadas por la crítica y el público figuran “Una cuestión de estilo” y “Arturito”, sobre la vida del excéntrico escritor argentino Arturo Alvarez.


© J. L. A. F.


Ensayo sobre los esnobs

Hugo Beccacece, un excelente periodista argentino que lleva muchos años engalanando con sus trabajos las páginas de los diarios y las revistas de su país, publicó recientemente en Adn Cultura -suplemento del diario La Nación de Buenos Aires- un ensayo muy interesante y pormenorizado sobre los esnobs y el esnobismo que, naturalmente, tenía que recoger este blog, que tantas menciones ha hecho de estos especímenes.

Notas relacionadas:



Todos somos esnobs aunque no lo sepamos. El pequeño vicio argentino y universal por la novedad a ultranza, por pertenecer a círculos exclusivos y dejar afuera a los otros, analizado en un ensayo que repasa la historia de este rasgo profundamente humano y sus imprevisibles consecuencias culturales

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lanacion.com ADN Cultura S?do 5 de diciembre de 2009



Del autor:

Variaciones sobre un mismo tema
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/11/variaciones-sobre-un-mismo-tema.html
El rey desnudo
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2008/10/el-rey-desnudo.html

Opiniones sobre la nueva gramática española

Apenas aprobada la Nueva gramática de la lengua española, surgen las opiniones. Este blog recoge algunas de las primeras que han aparecido y una entrevista con el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, publicadas en la web El Cultural.


Notas relacionadas:

Ocho creadores ante la Nueva Gramática: Laísmo, dequeísmo, debe de… ¿qué les molesta más?
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26277/Ocho_creadores_ante_la_Nueva_Gramatica
García de la Concha: “La Nueva Gramática no es laxa: es un espejo de los habitantes”
http://www.elcultural.es/noticias/BUENOS_DIAS/505735/Victor_Garcia_de_la_Concha

jueves, 10 de diciembre de 2009

Nueva gramática de la lengua española

Los dos primeros tomos (Morfología y Sintaxis) de una Nueva gramática de la lengua española se presentaron hoy oficialmente en Madrid, informó Ana Mendoza en un cable de la agencia española de noticias EFE.
La Real Academia, en coordinación con las 22 Academias de la Lengua Española -que incluyen a todos los países que hablan español-, preparó esta gramática, actualización de la última, fechada en 1931. ¡Era tiempo!
La nueva gramática incluye palabras como “ladronzazo”, “papases” como plural de papá, “cafeses” como plural de café, “paporreta”, “ídola”…
“No es una gramática para ‘hablar bien’, sino para saber cómo se habla en español”, se dice. Podría haberse tratado de una gramática que enseñara a hablar bien en español.
Felipe Alliende González, miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, acaba de decir que “el dinamismo de la lengua tiende a incorporar formas populares o coloquiales que pasan a ser habituales dentro del lenguaje culto”.
En América palpita, gozosa, el habla caliente y colorida que dio alegría a nuestro duro decir castellano. El dulce seseo criollo fue admitido en el seno de todas las Academias de la Lengua, y en la Real Española, verdadero cónclave ecuménico.
Todo lo que contribuya no ya a enriquecer, sino a mejorar, a embellecer nuestro idioma, a perfeccionarlo como herramienta de expresión, a universalizarlo, ha de ser bienvenido y, más aún, recibido con alborozo.
Tanto más cuanto que, según Jaime Bernal Leongómez, secretario ejecutivo de la Academia Colombiana de la Lengua, “para 2020 hablarán español 500 millones de personas en todo el mundo”.

Lo que hay que evitar a toda costa es bastardear el idioma, introduciendo en él de contrabando términos y expresiones de otros de los que se hablan en el mundo; términos y expresiones casi siempre de origenes espúreos y de lenguas corrompidas, como el inglés americano convertido en Spanglish.
No se trata de rechazar tercamente los neologismos procedentes de la tecnología y, en particular, los que se refieren a nuevos instrumentos de comunicación, como computadoras, teléfonos móviles y otros más sofisticados.
No es cuestión de cerrarse en banda, o nadar contra corriente. Hay que ser no sólo tolerante, sino flexible, dúctil, movible.
Pero convendría recordar el lema de la Real Academia Española: Limpia, fija y da esplendor.

© José Luis Alvarez Fermosel


Notas relacionadas:

"Ladronzazos", "papases", "ídolas" y "relocos" conviven en la Nueva gramática
http://ar.news.yahoo.com/s/09122009/24/n-entertain-quot-ladronzazos-quot-papases-quot.html&printer=1

Del autor:

La Real Academia Española, como en 1713
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/05/la-real-academia-espanola-como-en-1713.html
Idioma en encrucijada
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2007/11/idioma-en-encrucijada.html

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Peor el remedio que la enfermedad

Se empezó denunciando una (falsa) pandemia, concretamente la de la gripe porcina o gripe A, y se ha llegado a calificar de “gravísimas” las consecuencias de esta falacia y a acusar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de bioterroristas.
Este medio fue uno los primeros en denunciar lo que, evidentemente, era un montaje, una operación destinada a crear un estado de alarma y confusión en la gente y obtener réditos políticos. Ahora se sabe que la cosa fue mucho más lejos.
Ni que decir tiene que los laboratorios se apresuraron a echar su cuarto a espadas y se sacaron de la manga vacunas contra la gripe porcina. Esas vacunas están causando más víctimas que la (inventada) enfermedad.
Voces procedentes de todo el mundo se unen ahora a la nuestra, que se anticipó a dar cuenta de la maniobra.
En la nota relacionada se habla incluso de que la imposición en los Estados Unidos, y en otros países, de vacunarse contra la llamada gripe porcina tendría alcances tan siniestros que podrían llegar a la criminalidad.
Dejando aparte todo sensacionalismo, nosotros estamos convencidos de que la gripe porcina o gripe A fue un invento. Insistimos: se trata de la gripe de siempre, la de todos los inviernos, o una variedad de la misma no más grave que nada tiene que ver con los pobres cerdos.
Se tocó injustificadamente a rebato, se dio la alarma en todo el mundo. Ahora, las consecuencias de una mentira que sale a la superficie son, de hecho, letales.

© José Luis Alvarez Fermosel
Notas relacionadas:

martes, 8 de diciembre de 2009

Dinamarca, el país más feliz del mundo

Nada se pudre en Dinamarca, como le hizo afirmar Shakespeare al sombrío Hamlet.
Uno soñó siempre con Dinamarca, desde que leyó los cuentos de Andersen. El destino le permitió conocer, lejos de la niñez, ese maravilloso país y el resto de los que conforman la Península Escandinava, en el norte de Europa.
Dejaré para otra ocasión la postal de Copenhague o la de Oslo, que me tientan. Pero no puedo por menos que exhortar a los lectores de este blog a que lean la nota relacionada, “Vivir en Dinamarca entre el cuento de hadas y la realidad”, que está en www.cafebabel. Dinamarca es un país moderno, ordenado, estable, seguro en todos los órdenes y aspectos.
¿Qué habrán hecho, cómo se las habrán arreglado los daneses, noble pueblo con gran sentido poético soterrado entre pálidas brumas, honrado y trabajador, para tener su propia Shangri-La (1)?
Es muy probable que lo hayan logrado siendo, precisamente, honrados y trabajadores. Teniendo una precisa visión de la realidad, una educación de privilegio y una total carencia de extravagancia, corrupcion y autoritarismo en su política. Una total carencia, para resumir, de las lacras que azotan a la sociedad moderna en casi todo el mundo.

(1) Ciudad ideal, en la que nadie envejece, de la película “Horizontes perdidos”, dirigida en 1937 por Frank Capra y protagonizada por Ronald Colman y Jane Wyatt.


© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

Vivir en dinamarca entre el cuento de hadas y la realidad
http://www.cafebabel.es/article/32037/vivir-en-dinamarca-estado-binestar-escandinavia.html

lunes, 7 de diciembre de 2009

Recomendación

No hace calor en la primavera del sur. Pero el verano se acerca a grandes zancadas, y con toda probabilidad, muy pronto empezará el calor y, con él, las recomendaciones de siempre a niños y ancianos, ante la posibilidad de sufrir “un coup de chaleur”, digámoslo así, en francés, para deleite de nuestros irredentos esnobs.
Mi recomendación para este verano, que ojalá que no sea inclemente, es la que sigue:

Clericó de sidra


Una botella de sidra (seca).
Media botella de vermú blanco.
Un litro de agua mineral con gas.
Frutas de estación cortados en cubos.

NOTA: Los ancianos -si es que hay ancianos, que yo creo que no- pueden tomar a discreción, es decir, sin ninguna discreción. Niños, abstenerse.
¡Y el que venga detrás, que arrée!


© José Luis Alvarez Fermosel

domingo, 6 de diciembre de 2009

Epidemia de delirios

No es este humilde servidor de ustedes el único que suele hablar de erróneas interpretaciones de la etimología de las palabras y, en general, de faltas garrafales referentes al idioma –muchas de ellas inadmisibles-, que trepidan con harta frecuencia en el aire, procedentes de radios y canales de televisión, por no referirnos en esta oportunidad a los medios gráficos.
Lo que más llama la atención es que gente de provincias, la mayoría muy humilde, otra que no ha pasado por ninguna universidad, otra que se ha criado en la calle, o poco menos, y podríamos seguir poniendo ejemplos como éstos hasta mañana, suelen hablar muy bien y apenas cometen algún error de poca importancia, de los que cometemos todos.
En cambio, universitarios, profesionales, escritores, pensadores, políticos, los mal llamados filósofos sólo porque han estudiado filosofía y otras muchas personas a las que suele colgárseles la etiqueta de intelectuales, son las que cometen estropicios lingüísticos de grueso calibre a troche y moche, aquí, allá y acullá.
Lucila Castro, profesora de letras y de latín y griego, da a conocer en un “ping pong” con lectores algunos fallos en materia de expresión oral y escrita, así como carencias de la más elemental instrucción de gente que se supone instruída e interpretaciones erróneas de la historia reciente. Le da preferencia a lo que ella califica, con toda la razón del mundo, de “delirios etimológicos”.
Y alguno que otro referente a la historia, como el que le adjudicó a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, la dictadura que en realidad ejerció su padre, Miguel Primo de Rivera, Marqués de Estella, durante el reinado de Alfonso XIII, en los años veinte del siglo pasado.
Excelente el trabajo de la profesora Castro, publicado en el diario La Nación de la capital argentina con el título “El delirio etimológico ya es epidemia”.

© José Luis Alvarez Fermosel
Notas relacionadas:

Diálogo semanal con los lectoresEl delirio etimológico ya es epidemia

Lucila Castro

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lanacion.com Opinión Lunes 24 de agosto de 2009

Del autor:

sábado, 5 de diciembre de 2009

Vida de estampilla

La filatelia es una inofensiva manía consistente en coleccionar salivas internacionales. Es un “hobby”, también. Y una forma de hacer dinero, o de invertirlo, que viene a ser lo mismo, porque las estampillas raras o antiguas se cotizan muy bien.
De cualquier manera, la filatelia está de capa caída desde hace ya muchos años, a no ser que siga funcionando como negocio.
Héctor Mitidiero, filatélico empecinado y empedernido, fue el primero en componer con pereza estival, entre persianas, una pavana de despedida a la filatelia.
Para Mitidiero, acopiar estampillas era, más que un “hobby”, una fuente de cultura por todo lo que se aprendía con ellas, o por ellas, sobre todo geografía e historia.
Además, esos cuadraditos de papel, dentados y policromos decoraban modestamente las cartas –que ya no se escriben-; eran como un rúbrica externa, una reafirmación de la misiva de amor, o de amistad y catalizaban, por así decirlo, la carta con un cheque dentro.
¡Cuántas cosas nos decían, o nos hacían evocar las estampillas, cuando no reproducían, minimizadas, efigies de próceres o prohombres!
Mulatas caribeñas de grandes ojos color de miel, con faldas rojas y pañuelos blancos. Coraceros de uniforme azul Prusia y afilados mostachos. Mapas que parecían… mapas para localizar tesoros y podían ilustrar relatos marineros de Allan Poe o John Hall. Animales exóticos y esotéricos, algunos casi heráldicos: ñandúes, ornitorrincos, elefantes marinos, lémures, pumas, unicornios... Poblados con casas con tejas de pizarra y un fondo lechoso de arrozales con búfalos, y pagodas chinas con cúpulas doradas por el sol.
Hubo sellos muy valiosos, como uno de la Guayana (1) inglesa del siglo XIX, que se vendió en los Estados Unidos, en 1975, por la friolera de 800.000 dólares.
Los filatélicos argentinos se reunían antes los fines de semana en el Parque Lezica de ésta cada vez menos romántica ciudad de Buenos Aires. En Madrid se juntaban los domingos en la Plaza Mayor.
Hubo coleccionistas de sellos, o de estampillas famosos, como Winston Churchill y el ex rey Constantino de Grecia. Las coleccionas más antiguas son las británicas (1840/41) y las españolas (1849/50)
El cine se ocupó alguna vez de las estampillas. La película “Charada”, dirigida por Stanley Donen en 1963 y protagonizada por Audrey Hepburn y Cary Grant, que de tanto en tanto se pasa por televisión, muestra cómo uno de los personajes invierte su fortuna robada de tres millones de dólares en dos sellos antiguos, valorados en un millón y medio cada uno, y los pega en un sobre, siguiendo el viejo principio de que para esconder una oveja no hay nada mejor que meterla en un rebaño de ovejas. ¿A quién se le ocurriría, si no, buscar tres millones de dólares en un sobre con dos estampillas pegadas en él?

(1) Región de América del Sur, a orillas del Atlántico. Se divide en brasileña, francesa, holandesa y británica. Esta última es independiente desde 1966 y ha tomado el nombre de Guyana.
© José Luis Alvarez Fermosel

viernes, 4 de diciembre de 2009

El ron, la sangre de Nelson

El almirante Horace Nelson murió el 21 de octubre de 1805 al mando de la escuadra inglesa que combatió contra la franco-española ante el cabo de Trafalgar, al sur de España. Su arenga, antes de entrar en acción, se redujo a las siguientes palabras: “England expects that every man will do his duty”. Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber. La frase se inscribió en el acervo popular británico y fue citada, parafraseada y reverenciada hasta el día de hoy.
Nelson ganó la batalla, pero perdió la vida a causa de una herida en el pecho que le produjo una bala de mosquete y le interesó la columna vertebral.
Todos los marinos del mundo llevan desde entonces una tira negra en la gorra, en señal de luto por la muerte de Nelson. En la plaza de Trafalgar, en el centro topográfico de Londres, hay una columna de 51 metros, hecha con el bronce de los cañones tomados a los franceses en la batalla de Aboukir, que sirve de base a la estatua del almirante.
El cadáver de Nelson fue introducido, a bordo de la nave “Victory” -que comandó en Trafalgar-, en un barril lleno de ron, a fin de que se conservara hasta llegar a las costas británicas.
Los marineros destaparon el tonel y se bebieron el ron, que por eso se llama desde entonces en Inglaterra “la sangra de Nelson”.
Otro marino inglés, el almirante Edward Vernon, dio origen sin proponérselo a una bebida de invierno que se llama grog y lleva ron oscuro, azúcar, jugo de limón, dos o tres clavos de olor, media rama de canela y agua hirviendo. A Vernon le llamaban Old Grog porque sus uniformes estaban hechos de una tela muy basta, llamada grogram.
Otra bebida con ron es el Cuba libre, un cóctel creado por un estadounidense -cuyo nombre no nos ha llegado- en el Bar Americano de La Habana, que mezcló ron con Coca Cola y le añadió hielo y una rodaja de limón.
La mezcla se llamó así en honor de los cubanos, que querían independizarse de España después de que ésta perdiera su guerra con los Estados Unidos en 1898. La compañía Bacardí, presidida por el emigrante español Facundo Bacardí Massó, exportaba ron cubano desde 1830.
Al ingeniero Jennings S. Cox de las minas Daiquiri, cerca de Santiago de Cuba, se debe el daiquiri: ron blanco, jugo de limón, azúcar y hielo fundido.
El mojito se hace con ron blanco, hierbabuena, zumo de limón, azúcar, hielo y un toque de soda.
El ron, bebida de marineros y piratas de Robert L. Stevenson, Joseph Conrad, Jack London, Herman Melville, el capitán Marryat y otros autores de novelas de viajes y aventuras, es una bebida tonificante. En el zoo de Lucknow, al norte de la India, se les da a los monos en invierno té con ron para que no se resfríen.
El ron se obtiene destilando el jugo fermentado de la caña de azúcar. Hay dos tipos de ron: claro y oscuro. El primero viene de Puerto Rico y Cuba. Los más apreciados proceden de Jamaica y Martinica. Barbados, Haiti, Saint Croix y Venezuela también producen ron. El de Martinica es oscuro, fuerte y muy popular en Francia, donde aprecian mucho el Rhum Clement en las variedades blanca y marrón rojizo, el Duquesnem, el joven Grande Case y el maduro Val D’Or.
Quizás conviniera, en esta fría primavera del sur, confortarse con un “palito” de ron, como dicen en el Caribe.


© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

Shaken, never stirred…
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/03/shaken-never-stirred.html

jueves, 3 de diciembre de 2009

La pérdida de la humanidad sensible

El cuerpo humano se formatea, mientras en el camino la humanidad sensible se diluye y surgen máscaras para ocultar compromisos.
El mercado, la moda, sus exigencias y el abandono de la singularidad se dan la mano para reafirmar el modelo de un hombre robótico, pegado a su teléfono móvil como una lapa.
Todo ésto y otras cosas por el estilo preocupan al antropólogo francés David Le Breton, miembro del Instituto Universitario de Francia y catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo, que fue entrevistado por María Luján Picabea en la revista Ñ de Buenos Aires.


Nota relacionada:

La era de los cuerpos formateados
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/11/24/_-02047761.htm

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Diciembre

Diciembre, en el norte, es un mes duro como la nieve del día siguiente, que se congela en el asfalto y se oscurece y se denigra, pisoteada por los viandantes.
Mes de nevadas que blanquean la ciudad, pero no las conciencias.
Una vez viajé en tren de Madrid a Segovia, en invierno, con mis dos hijos, que nunca habían visto la nieve.
La noche anterior había caído una nevada imponente. Todo estaba blanco, con reflejos de plata a la luz del sol: los tejados de las casas, los techos de los coches, los aperos de labranza dejados a la intemperie, los cables del tendido eléctrico…
Mis hijos se bajaban en cada estación, se precipitaban al campo, se aferraban a la nieve y volvían al vagón con brazadas de ella apretadas contra sus pechos. Efímera, como tantas otras cosas, la nieve se derretía enseguida y, convertida en agua, resbalaba por sus anoraks impermeables.
Diciembre, en el sur, tiene fiebre, que puede pasar de los cuarenta grados.
En muchos países del sur al calor le acompañan un elevado porcentaje de humedad y una baja presión atmosférica. De noche hace más calor que de día. La ciudad arde. Proliferan los insectos, las enfermedades tropicales y los golpes de calor, que afectan sobre todo a los ancianos.
En la mesa de la Navidad, el cochinillo pierde su nombre y su entidad: se llama lechón y se come frío. Malambo y ron. Y el prendedor de diamantes de la Cruz del Sur.
A pesar de las calles engalanadas por las fiestas con cadenetas y flores eléctricas, los villancicos y la alegría de las vacaciones, tanto en el norte como en el sur diciembre tiene en su corazón, como en los de ciertas frutas del trópico, un dejo agridulce porque en diciembre se termina un año y ya en el primer mes del nuevo se plantean incógnitas y nos acomete una cierta inquietud.
¿Habrá otra crisis? ¿Seguirá el mundo cabeza abajo? ¿Estallarán más guerras? ¿Nos amaremos más, nos odiaremos más? ¿Seremos más ricos, seremos más pobres? ¿Continuará siendo el hombre lobo para el hombre? ¿Persistirá en su obsesión de parecerse cada día más a la mujer?
Hemos entrado en diciembre, ya no nos acordamos si con el pie derecho o el izquierdo. Hace calor en el sur, donde nos encontramos. Añoramos la nieve, la sopa de almendras, el pato a la naranja, el tañido de las campanas y, en la sobremesa, el brandy y el perro echado frente a la chimenea, donde bailan llamas rojas y azules que parecen augurarnos horas felices.
Pidámoselas al caluroso diciembre del sur, que viene con el rostro rojizo, las mangas arremangadas y un sombrero de segador.


© José Luis Alvarez Fermosel

Sentadillas sí, sentadillas no

¿Cuándo se pondrán de acuerdo los expertos?
En materia de ejercicio físico, tan importante para la salud, muchos que dicen que saben desautorizan a otros tantos que, supuestamente, también saben.
Así, para unos nadar es bueno, para otros no; para unos lo mejor es caminar a paso rápido, otros aseguran que hay que correr. Algunos se inclinan por la marcha atlética, que viene a ser una combinación de las dos cosas.
Los partidarios de aumentar la masa muscular recomiendan la utilización de máquinas con carga o mancuernas. Otros dicen que de ninguna manera, que no hay nada tan pernicioso. Y así podíamos seguir “ad infinitum”.
¿En qué quedamos? ¿Qué es bueno, qué es malo? ¿Qué hay qué hacer, qué no hay qué hacer? ¿Qué es bueno para los huesos, qué es malo para los huesos?
¿Será que, como reza un viejo dicho español, lo que es bueno para el bazo es malo para el espinazo?
Señores expertos, hagan el favor de ponerse de acuerdo, que nos tienen sumidos en un mar de confusiones.
El New York Times se ocupa del tema en una nota, que traducida por Silvia S. Simonetti, publica el diario Clarín de Buenos Aires.

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

Cuáles son los ejercicios buenos y los que no sirven para los huesos
http://www.clarin.com/diario/2009/11/28/sociedad/s-02050427.htm

domingo, 29 de noviembre de 2009

El dinero en la pareja

Un asunto de interés palpitante es hoy en día el dinero en la pareja, no ya el amor, ni el sexo, ni los hijos.
“¿Quién paga? El dinero en la pareja del siglo XXI” es un libro de la joven y brillante periodista argentina Leni González muy bien resuelto, mejor escrito y muy pormenorizado, en el que plantea interrogantes y, sobre todo, incluye casos, situaciones y testimonios que lo convierten en un documento de mucho valor sobre el tema.
Leni González opina, con la sensatez que le caracteriza, al final de una nota de Tamara Smerling que aparece en el diario Crítica de la Argentina sobre una cuestión que preocupa a parejas en particular y, en general, al hombre de la calle que se interesa por los signos distintivos de la sociedad en que vive.

Nota relacionada:

Cuentas claras conservan el matrimonio
http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=28495

Del folletín al blog

Las actuales series televisivas de policías, ladrones, fiscales de distrito, médicos forenses y algún clínico genial, como el doctor House, proceden del viejo folletín.
Los folletines de mediados y finales del siglo XIX se llamaban también novelas por entregas porque se pasaban cada semana, en cuadernillos de papel muy ordinario, mal impresos, por debajo de las puertas de las casas. Cada entrega era un capítulo.
En la España posterior a la Guerra Civil (1936/1939), las llamadas cariñosamente “chachas” por los niños –empleadas domésticas- eran apasionadas consumidoras de estos novelones dosificados, por cuya “suscripción” pagaban a un empleado de la “editorial” que pasaba por la casa a principios de cada mes, cuando las “chachas” cobraban sus sueldos.
Los folletines, que a veces se publicaban por capítulos en ciertas revistas, tocaban siempre temas complejos que incluían amores imposibles, intrigas, el difícil ir y venir por la vida de hermosas jóvenes, siempre víctimas de las maquinaciones de mujeres perversas y villanos de capa y puñal.
Había mansiones misteriosas con escaleras de caracol, hijos ilegítimos, pasadizos secretos, misterios de familias, bóvedas, testamentos impugnados, mujeres pobres que heredaban fortunas y gente que no era lo que parecía… ¡sino mucho peor!
Se mataba a trabucazos a personajes que iban en coche de caballos, en lúgubres noches de invierno. Así fue asesinado, en la realidad, el general Prim (1).
Gente que iba en coche mataba a tiros del recién inventado revólver Colt a otra que salía de palacios, o casas solariegas.
Los diálogos eran tremebundos: “¡Hazte amar, perra!” “Mi padre fue fusilado dos veces…”. “¡Tu amante morirá mañana de un tiro en el corazón al amanecer, detrás de la catedral!” ¡Y los títulos! “Genoveva de Brabante”, “La Savelli”, “Eva Lavaliére”, “El hijo de dos madres”, “La sangre es roja”…
Los orígenes del folletín son muy antiguos y constituyen una versión decimonónica de lo que fue la novela de caballería medieval, que contó con autores como Walter Scott, Elias Berthet, Chetrien de Troyes, Gottfried von Strassburg, Andreas Capellanus y otros…
Ese considerado sub género literario fue el precursor de novelas más armadas, mejor escritas pero con temática parecida, o igual que la del folletín.
Un maestro del folletín en España fue Manuel Fernández y González, autor entre otras novelas de “El pastelero de Madrigal”. La recientemente fallecida Corín Tellado, también española, publicó cientos de folletines de amor.
Otros autores fueron Juan Valera, que dio a conocer su obra “Pepita Jiménez” por entregas. Blasco Ibáñez hizo lo mismo con sus novelas valencianas “Arroz y tartana” y “La barraca”, publicadas en capítulos que terminaban con el inquietante “continuará” en una revista llamada “El pueblo”.
Obras que han pasado a la historia de la literatura universal fueron folletines, mejor o peor escritos con la ayuda de “ghost writers” o “negros” y con argumentos más o menos interesantes.
Ahí están, en Francia, novelas como “Los miserables”, de Vícor Hugo,“Los misterios de París”, de Eugène Sue -aparecida en “Journal des Débats”-, que fue el primer gran éxito folletinesco, o “Los tres mosqueteros” y “El conde de Montecristo”, del también francés Alexandre Dumas. De una y otra se han hecho infinidad de películas y adaptaciones para radio y televisión.
También se inscriben en el género folletinesco novelistas como Paul Féval, con “El jorobado de Notre Dame”, que replicó a Sue con su novela gótica “Los misterios de Londres”, curiosamente sin haber estado nunca en esa ciudad.
Precisamente en Inglaterra, pueden calificarse de folletines las aventuras de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, y muchas novelas de Charles Dickens, Wilkie Collins y Robert L. Stevenson, entre otros muchos autores.
El folletín, actualizado en los llamados “culebrones” latinoamericanos de la televisión, fue también el antecedente de las “pulp fictions” que dieron origen a la novela negra estadounidense, cuyos más preclaros exponentes fueron Raymond Chandler y Dashiell Hammet.
En su largo recorrido, el folletín, que en francés es diminutivo de hoja, o página, llega al “blog”, llamado también bitácora, que es un sitio “web” que recopila cronológicamente textos de uno o varios autores -primero aparece el más reciente- donde el autor se reserva siempre la libertad de dejar publicado lo que crea conveniente.
El término inglés “blog”, o “weblog”, viene de las palabras “web” y “log” -ésta última palabra quiere decir diario, traducida del inglés-.
El nombre de bitácora está tomado de los antiguos cuadernos que se usaban en los barcos para consignar las incidencias del viaje.
El argentino Hernán Casciari, que colabora en el diario madrileño “El País”, está sindicado como el creador de la “blognovela”, también llamada “E-novela”, que recupera el folletín en el mundo hispanohablante. En inglés son varios los términos: “blognovel”, “blogel”, “blovel”.
Casciari divulgó en un blog su novela “Diario de una mujer gorda”, que más tarde fue publicada por la editorial Plaza & Janés con el título “Más respeto, que soy tu madre”.
El “blog” es una nueva herramienta, sobre todo por el medio tecnológico y la mayor llegada al público de autores anónimos. Pero no puede dejar de considerarse que la modalidad de la obra por entregas no es una novedad.

(1) Juan Prim (1814–1870). Militar y político español que se distinguió en una de las innumerables guerras que España mantuvo en Africa, derrochando valor en la Batalla de Castillejos. (Fue nombrado marqués de Castillejos.) Al triunfar la revolución de 1868, fue nombrado ministro de Guerra y presidente del Consejo de Ministros. Favoreció la candidatura de Amadeo de Saboya al trono de España. Fue asesinado una noche a tiros de trabuco naranjero en una céntrica calle de Madrid, cuando se dirigía a su casa en su berlina, con dos ayudantes, después de haber asistido a una sesión del Parlamento. El crimen jamás fue esclarecido.

© José Luis Alvarez Fermosel

sábado, 28 de noviembre de 2009

La sopa inglesa no es ordinaria

Es muy difícil encontrarla, ya desde hace mucho tiempo, en los restaurantes de Buenos Aires.
La sopa inglesa -que en realidad no es una sopa, sino un postre- fue considerada ordinaria por los irredentos esnobs de nuestras entretelas, que consiguieron hacerla desaparecer de las cartas de los restaurantes e incluso de las de las pizzerías, su último reducto.
Como los esnobs no suelen ser muy conocedores de nada, ni siquiera de gastronomía, ignoran que la sopa inglesa tiene prosapia y ringorrango, como se explica en la nota relacionada de Marco Ricipi, traducida por Rocío Murillo y publicada en la web cafebabel.

viernes, 27 de noviembre de 2009

"De a caballo"

El argentino -menos el porteño o habitante de Buenos Aires, o muchos de ellos, al menos- es “de a caballo”, lo cual equivale casi a una orden de nobleza.
Ser “de a caballo”, en toda la extensión del término criollo, significa ser un caballero.
El hombre y el caballo –uno de los animales más nobles- se compenetran a la perfección y conforman una bella estampa, ya sea galopando por valles, cañadas, praderas ardientes bajo el sol, al paso lento y ceremonioso de los desfiles o con el caracoleo de las exhibiciones, como las de la Escuela Española de Equitación de Viena.
A caballo se han hecho conquistas, batido récords, ganado y perdido –con honra- batallas y coronado cotas elevadas.
El jinete merece su caballo y éste su jinete. Si es verdad que a tal señor tal honor, a tal caballero tal caballo, y viceversa; así es ésta conjunción tan hermosa que trasciende lo deportivo y, ocasionalmente, comienza por lo deportivo.
En el último sentido, es notable cómo se ha extendido el deporte de la equitación en la gran Capital del Plata. La primera de las notas relacionadas –que firma Luciana Fava en el suplemento Countries del diario Clarín de Buenos Aires- informa con pelos y señales acerca de la proliferación de centros y clubes en los que se enseña la artística disciplina del salto a caballo.
En curioso paralelismo, en Madrid y sus alrededores hay ya muchos centros hípicos. Casi todos ellos están a cargo de jinetes argentinos que viajaron a España y sentaron allí sus reales.
Uno de los más completos y frecuentados es Tovarich (ver en Recomendados), que está en El Boalo, en la sierra de Madrid y regentan la pareja constituída por la belga Christel Kaberghs y el argentino-español Juan Ignacio Alvarez Fermosel, emparejada también en la vida real.
Ambos son “de a caballo”. Juan Ignacio ha ganado infinidad de premios en concursos de salto en Argentina y en España. Últimamente obtuvo la medalla de bronce en el Campeonato de la Comunidad de Madrid.


© José Luis Alvarez Fermosel


Notas relacionadas:

Los caballos, una pasión argentina
http://www.clarin.com/suplementos/countries/2009/11/21/y-02045355.htm

Del autor:

Crónicas de Madrid (IV)
Los argentinos en España
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2007/11/crnicas-de-madrid-iv.html

jueves, 26 de noviembre de 2009

Entrevista con Don Cristóbal

Como ya vimos en un post anterior (ver primera nota relacionada), a Cristóbal Colón le han hecho ahora espía portugués.
La siguiente… “entrevista” a Don Cristóbal, de Agustín de Foxá (1903/1959), conde de Foxá, se inscribe en el retablo hecho de “curiosidades” -por utilizar un suave eufemismo…- del Almirante.

Don Cristóbal ha caído en la manía de amueblar su cuar­to como el camarote de la Santa María, con una brújula, un mapa portugués, unos damascos rojos y una talla policro­mada, riojana, de Nuestra Señora de la Balbanera.
Naturalmente que en torno a su cuarto, en vez de olas sa­ladas, se anda sobre el algodón de unas nubes de bienaven­turados.
- Hoy se cumplen -le digo- cuatrocientos cincuenta y nueve años del descubrimiento.
Le saludo y le felicito en italiano.
- Hábleme en castellano -me responde-, el italiano ape­nas lo entiendo.
- ¿Luego es verdad la tesis de que usted es gallego?
Sonríe.
-No lo sé; estoy hecho un verdadero lío. Tengo dos o tres cunas: Génova, Cataluña, Galicia. Y dos esqueletos: uno en Sevilla y otro en Santo Domingo.
- ¿De modo que no nos aclara nada?
- ¿Para qué? ¿En qué iba a entretenerme si no existie­ran estas polémicas? Aquí nos aburrimos un poco.
“Como vivimos tan poco tiempo sobre la tierra y luego tenemos toda una eternidad por delante para contarnos lo que hicimos, nuestras tertulias resultan monótonas”.
“Al pobre Homero le huímos. Nos sabemos ya de memo­ria su famosa Ilíada. ¡Y no le quiero hablar a usted de Dan­te! Como escribió sobre todo esto cuando aún estaba en el mundo, se cree el cronista oficial del Más Allá. En cuanto a Sócrates, se ha puesto imposible. Lleva siglos queriendo demostrarnos que él, en el fondo, no era pagano”.
Luego, tras una pausa, me pregunta:
- ¿Por qué hablan todavía latín en el Continente que descubrí? ¿No resulta un poco pedante?
- No se habla latín, don Cristóbal, sino español.
- ¡Ah! Como no oigo más que hablar de Latino América. Ya me chocaba; porque el único documento que llevamos en latín era una carta de los Reyes Católicos para el Gran Khan, que no fue entregada por falta de destinatario.
- Se ha desfigurado tanto todo aquello -le replico-. ¿Sabe usted que hace un mes, en una representación de un colegio extranjero, salía el niño que le representaba a usted, entre unos cocoteros pintados, enarbolando la bandera fran­cesa?
- Sí, ya lo sé; me hizo mucha gracia. Me figuro a Rodri­go de Triana gritando ante la playa, al amanecer: “¡Terre, terre; la voila!”.
- Dicen que llevaba usted al nuevo Continente la libertad y la democracia.
- La demo... ¿qué?
- Es una fórmula política.
-¡Ah, sí, muy antigua! La inventaron los griegos.
“No sé, es posible. ¡Se me acusa de tantas cosas! Parece ser que soy uno de los últimos que llegaron al Nuevo Mun­do; que antes que yo estuvieron los normandos, los poline­sios y los chinos. Si lo llego a saber, no embarco. O hubiera venido más modestamente, en un vapor de la Trasatlántica, y ya con mi carnet del Centro Gallego.
“Menos mal que, por lo menos, las Indias llevan mi nom­bre: Colombia”.
- Bueno, no quiero desilusionarle, pero así se llama úni­camente una nación, ilustre y culta, pero sólo una. El resto se denomina América, en honor de Américo Vespucio.
- Sí, ahora lo recuerdo. ¡Qué descarado este Américo Vespucio! ¡Lo que hace la propaganda, amigo mío!
Y añade con triste ironía:
- Sobre mí han dicho tantas cosas en las fiestas de la Raza. Me han abrumado con discursos, y con coronas de flo­res, que creen que me gustan. Para unos soy judío; para otros, portugués. En mi estatua de Barcelona estoy señalan­do, con mi dedo de piedra, al Mediterráneo. En una película inglesa boxeo con el Rey Don Fernando, mi señor. Unos historiadores afirman que soy un gran navegante; otros, que sabía menos geografía que el peor estudiante del bachille­rato. Hay biógrafos que me llaman bíblico y místico; otros, ávido mercader.
“Para algunos descubrí América gracias a que seguí el vuelo de unos loros. No falta quienes quieren canonizarme”.
- Desearía que usted -le apremio-, que está en el se­creto, me dijese la verdad.
- ¡La verdad! Amigo mío, se necesita mucha fuerza mi­litar para poder decirla. Cada siglo tiene su verdad. Voy a decirle cuál será la verdad acomodaticia para el siglo xx.
-¿Cuál?
- Diga usted que nací en América; en la Florida, o en cualquier otro lugar de la zona del dólar.
- Pero ¿y las carabelas?
-De construcción francesa. Las velas, holandesas; la brú­jula, de Inglaterra, “made in England”.
- ¿Salió de Palos?
- No especifique; se molestaría el Havre.
- ¿Los tripulantes?
- De la Europa occidental. Europeos; blancos, algo vago. El grumete diga que era antepasado del Presidente Auriol; eso hará muy buen efecto entre los intelectuales.
- Pero ¿y la Reina Isabel?
- Silencio. ¡Una Reina! Y castellana, y reaccionaria, y católica. No; no hable de ella. ¡Ah si pudiéramos decir que los navíos fueron armados por una república laica, con cré­ditos votados en el Parlamento y ante una iniciativa de la minoría socialista! Le aseguro que no hemos tenido suerte.
“Constantemente vienen a mi camarote, entre las nubes, muertos ilustres del siglo pasado y de éste, y todos me des­ilusionan. América, me dicen, nació con el descubrimiento de las alambradas. El barón de Humboldt es el verdadero descubridor de América. Hay dos descubrimientos de Amé­rica; el segundo es el que vale. Comienza con la invención de los frigoríficos ingleses. Anoche mismo me aseguraba una sombra ilustre: América no nace el 12 de octubre de 1492, sino el año 1734, cuando la Academia de Ciencias de París envió a La Condamine para medir el arco de meridiano, en el Ecuador.
Hemos salido a pasear sobre las nubes. Se había apagado ya el sonido de las arpas y el cielo parecía la sala de un con­cierto después de una audición.
Don Cristóbal ha saludado a una sombra venerable.
- ¿Quién es?
- Noé.
Y añade con cierta envidia :
- Por lo menos, ése navegó solo, sobre una tierra inun­dada. Y nadie le discute. Lo peor en este mundo, amigo mío, es la competencia.

© Agustín de Foxá, Conde de Foxá