lunes, 30 de julio de 2012

Apenas ayer...

La actualidad es nuestra frágil rosa
en una hora fresca y marchitada.
Lo que el lunes fue luz, el martes ya es sombra,
que el suceso es el pez de nuestras mallas.

Apenas ayer, los bártulos, todos los bártulos tan fielmente reproducidos en esta espléndida fotografía, que no puede ser más expresiva, eran los propios de nuestro oficio, los que utilizábamos a diario. Eran tan distintivos como un uniforme.
La imagen vale por las mil palabras que podríamos escribir con esa máquina, casi igual que cualquiera de las entrañables Hispano Olivetti, modelo Lexicon 80, que aporreábamos en las redacciones –a las que llamábamos “cuadras”-, siempre de prisa y corriendo.
Cada tanto nos interrumpíamos para encender un cigarrillo, atender el teléfono –inoportuno o providencial-, beber un sorbo de café de recuelo, frío; sacar furiosamente la hoja tamaño oficio de la máquina, convertirla en un bollo y acudir al baqueteado block de notas en busca de algo de lo que habíamos escrito en él minutos antes.
Terminado el trabajo, si constaba de varias hojas había que unirlas con las grapas, o broches, de aquellas máquinas enormes que terminaban en una esfera metálica. Para corregir el original utilizábamos los lápices amarillos Faber Castell o Staedtler, que traían una pequeña goma de borrar en el extremo opuesto a la mina.
Terminaríamos de escribir, rescataríamos las gafas, descuidadamente tiradas junto al paquete de cigarrillos encima de la vieja radio ronca, y nos iríamos a la oficina del redactor jefe a entregarle nuestra nota, deseando volver a ponernos la chaqueta de espiga o el “blazer” e irnos al bar.

La foto es un epítome

A lo que no alcanzamos es a llevar sombrero. Cuando nosotros empezábamos ya imperaba el sinsombrerismo. El sombrero era muy útil para introducir en la cinta el papelito con la palabra press.
La foto es un epítome, no falta ni uno de los elementos que formaban parte de la impedimenta del reportero, incluída la vieja cámara fotográfica: la de Weegee, Brassai, el mexicano Metinides, El Niño”, y tantos otros fotoperiodistas no menos famosos que captaron imágenes que fueron más allá del mero sensacionalismo para instalarse en la denuncia, la crítica e incluso la caricatura de sus sociedades del momento.
Esta foto entrañable tiene sentido y estilo heráldico, o cuando menos de insignia, porque su contenido podría figurar a escala en una sortija de sello o un pergamino, representando una profesión como el periodismo que se reserva a los escritores de obra pálida o volandera, intérpretes de ese género premioso que es la crónica y espuma de los días, que hoy ilumina nuestra lectura del periódico y mañana arrojamos a la papelera, que diría Juan Manuel de Prada.
Se ha dicho que nada hay tan viejo como un periódico de ayer. Pues bien, esa marchitez de la noticia tiñe al periodismo de melancolía y le llena de ilimitadas posibilidades poéticas.

© José Luis Alvarez Fermosel

sábado, 28 de julio de 2012

Encuentro

El encuentro se produce en una cafetería de un centro de compras oblonga y de tonos oscuros en las paredes, mesas y sillas. Minimalismo y buen café.
Ella es muy joven, menuda y de apariencia modosa. Usa gafas y lo más conspicuo de su atuendo es una blusa azul cobalto bien rellena. Pelo rubio, teñido, como todas.
Tiene en la mesa un vaso con zumo de naranja, seguramente sin vodka. Si lo tuviera estaría frente a una agradable y reconfortante mezcla llamada “destornillador–“screw driver” en inglés-.
En la mesa de al lado dos señoras mayores muy bien puestas, con profusión de bisutería cara.
Dos muchachos, uno con las patillas que los ilustradores de los relatos de Sherlock Holmes adosan al rostro aquilino del genio de Baker Street, sirven bocadillos de colores, té, café con leche y bebidas sin alcohol.
Parejas jóvenes con niños y otra gente con bolsas de cartón que, seguramente, llevan prendas y objetos elegantes.
Un matrimonio setentón, o casi, ella con un vestido “charcoal brown” y un collar de perlas cultivadas; él con una chaqueta inglesa de mezclilla y zapatos color caramelo.
La iluminación está sabiamente matizada, los negocios son lujosos, los precios exorbitantes, la librería enorme y abarrotada de libros de temas de moda, como la autoayuda.
Una galería comercial, con su zona dedicada a la gastronomía y el esparcimiento es un microcosmos abigarrado, dinámico y entretenido. Se parece y no se parece a las grandes tiendas del estilo de Harrods, Bloomingdale o El Corte Inglés que entraron en la literatura. Recordemos “Grandes Almacenes”, de Cecil Roberts.
Un hombre joven, alto, corpulento, de poblada barba negra, camisa blanca y pantalón negro ocupa, de pronto, el centro de la escena. La muchachita de las gafas se precipita en sus brazos, perdiéndose en ellos como un pajarito entre las frondas de un bosque.
Pasa un policía de civil –son inconfundibles- tieso como el furor.

© José Luis Alvarez Fermosel

sábado, 21 de julio de 2012

Viejos cafés


Estos viejos cafés, refugios madrileños
de los mejores y más bellos sueños,
me han visto día a día
ganar, hablar, crecer.
       Y hoy no diría
si por haber crecido y no poder
crecer ya más, en mi melancolía
me ven callar, ceder, perder.
       Que el alma mía
se ha dado dulcemente a envejecer
lo mismo que ellos, a la luz del día.
Paso, en otras e idénticas mañanas,
y miro de reojo a las ventanas
y a las puertas abiertas y despiertas
que enseñan en su sitio los rincones
de cosas y razones
que fingen existir y que están muertas,
como esos desgraciados corazones
que viven en un pecho envejecido
y, chiquitos de angustia y pesadumbre,
recuerdan que han vivido
¡por ser ceniza de su misma lumbre
y porque es todo lo que un día ha sido!
       Y paso, de mi fuera, y en mi incierto,
olvidado de aquel que gana ahora
batallas sin querer, como un Cid muerto
que, muerto y todo, sufre, siente y llora...

© César González Ruano

viernes, 20 de julio de 2012

Cómo beber y disfrutarlo


Beber, incluso bebidas alcohólicas, no tiene forzosamente que ser nocivo, ni constituir un vicio o un defecto. Vinos y licores están presentes en las mesas, y las cartas de los restaurantes, en  infinidad de países del mundo.
Además, hay comidas que no deben ingerirse sin el acompañamiento de bebidas con una cierta proporción alcohólica.
Algunos médicos aseguran que un par de tragos por día son beneficiosos para el corazón.
De otro lado, ¡cuántas buenas amistades se inician, o se reanudan, y cuántos problemas que parecían insolubles se resuelven con una copa –no una botella- de por medio!
Hay que saber beber, que no quepa duda, y esto es lo que nos dice, burla burlando, el autor de este libro (foto), experto o por lo menos amigo de muchos expertos en una materia, o mejor un arte que puede ser fácil o difícil, según la persona y sus circunstancias, digamos orteguianamente.
“Si usted domina el muy noble arte de beber, cultívelo con esmero, sin permitirse jamás perder la estética línea de su difícil equilibrio. Si siente que le hace falta iniciarse en él, conózcase a sí mismo, apréndalo y ejércitelo en la medida que esté de acuerdo con su personalidad”.
Esto dice el escritor mexicano Armando Carlock, autor del libro -una fotografía de cuya portada ilustra estas líneas-, que es interesante, ameno y divertido, no sólo por el hecho de ser breve, pues sólo tiene 108 páginas en cuarto, sino porque su autor tiene gracia, sentido del humor –cosas que como hemos repetido hasta la saciedad casi nunca van juntas- y escribe muy bien.
Está editado en México por Editorial Universal, hace bastantes años; pero puede encontrarse en alguna librería de lance –como lo encontré yo- o en Mercado Libre y otras tiendas locales de compra y venta online, sobre todo las especializadas en libros.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 17 de julio de 2012

Evocación de un gentilhombre

Gonzalo Baños Pardo, gentilhombre de cámara de su majestad el Rey (Alfonso XIII, abuelo del actual monarca español, Juan Carlos I de Borbón) consolaba en  casa a base de charla, coñac y pitillos de picadura la tristeza por su perenne ausencia de palacio, muerto el 28 de febrero de 1941 el Rey en Roma, donde se autoexilió al instaurarse, el 11 de abril de 1931, la Segunda República en España.
El 18 de julio de 1936 se sublevaba el ejército español en el Llano Amarillo (Africa del Norte) al mando del general Francisco Franco, y comenzaba una guerra civil que duró hasta el primero de abril de 1939. Franco ganó la contienda y asumió la jefatura del Estado, rigiendo con mano dura los destinos de los españoles hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975.
Alto, delgadísimo, con ese aplomo distinguido de los primogénitos, caballero de pe a pa, Gonzalo fue uno de los mejores seres humanos que yo he conocido en mi vida.
Trabajaba en una compañía francesa de seguros que tenía sus oficinas en el Paseo de Recoletos, cerca de la madrileñísima fuente de La Cibeles.
Estaba casado con Pilar Labadie, una estupenda mujer que conservaba en su madurez una figura espectacular, a pesar de haber tenido varios hijos. Era una madrileña castiza, muy graciosa, que contaba chistes desternillantes. Usaba gafas. Tocaba el piano de oído.
El matrimonio, íntimo amigo de mis padres, tenía hijos de todos los sexos y edades, ya dije, que eran como primos para mi hermano y para mí, puesto que nosotros considerábamos a sus padres como unos tíos muy allegados.
Yo quería mucho a Gonzalo. Para mí era otro amigo, como cualquiera de sus hijos. A él le debo, entre otras muchas cosas, haberme iniciado en la práctica del yudo en el primer gimnasio de artes marciales que se abrió en Madrid: el Bushidokwai, que todavía existe.
Fue duro convencer a mis padres, pero Gonzalo se las arregló para hacerles  entender lo importante que es la práctica de las artes marciales para el cuerpo y para el espíritu.

El cielo estaba blanco…

Aquel domingo el cielo estaba blanco, el aire parecía blanco, de un blanco helado. El sol penetraba en la habitación a través de los árboles del jardín y salpicaba de manchas todos los objetos.
Gonzalo miraba, casi sin parpadear, cómo mi padre iba fijando con su pincel de trazo seguro en un bastidor las ramas en el tronco del árbol genealógico de Rafael Paredes Urdaneta (1). Mi padre, además de un gran pintor, y en particular un  magnífico acuarelista, era un experto en heráldica y genealogía y recibía con frecuencia encargos de esa naturaleza.
A ese domingo siguieron otros, en los que éramos nosotros los que íbamos de visita a casa de Gonzalo, Pilar y sus hijos. Vivían en la calle Francisco Silvela,  cerca de un convento de teatinos. Teníamos que tomar el metro en Diego de León.
Solía ir a verlo a su oficina alguna mañana que yo no iba a la Facultad. Salíamos a tomar unos chatos a cualquiera de las tabernas de las cercanías.
Le gustaban la pintura y la fotografía. Practicaba ambas, con más fortuna la segunda que la primera. Sus pintores de cabecera eran Carlos de Haes (2) y José Moreno Carbonero (3).
Silbaba un día un aire alegre y pegadizo, distendido su rostro caballuno, de rasgos filipinos, pálido –tenía mala salud: una mala salud de hierro- mientras seleccionaba un cigarrillo de una pitillera de cuero muy gastado.
- Gonzalo, ¿qué estás silbando?, le pregunté.
- El pasadoble “¡Horchatera valenciana” (4), hombre! No me digas que todavía no se lo has oído cantar a Celia Gámez.
- Ah, sí, -le dije para no quedar mal, aunque no lo había oído nunca.
Muchos años después, cuando murió Celia Gámez y en la agencia Efe me encargaron escribir su necrológica, me enterá al consultar el archivo que  “Horchatera valenciana” era un pasadoble de una de sus revista, como se llamaban en esos tiempos. “La de los ojos en blanco”, del maestro Francisco Alonso, estrenada con Celia Gámez de protagonista el 31 de octubre de 1934.
El pasadoble se hizo enormemente popular, y es el día de hoy en que todavía figura en el repertorio de algunas bandas y solistas.   
  
 Celia Gámez

A todo esto convendría explicar que Celia Gámez fue la mejor “vedette” de España durante más de 40 años. Llegó muy joven a Madrid de su Buenos Aires natal y en muy poco tiempo se hizo famosa por su figura escultural y su voz fina y algo metálica, con la que bordaba las ingenuamente pícaras canciones de los maestros Juan Quintero y Fernando Moraleda. Tenía muchas tablas, además, y era muy simpática, como buena porteña
Antes de la Guerra Civil había excitado el reprimido erotismo de la época con  “Las leandras”. Después se amoldó a las buenas costumbres de la posguerra, introduciendo un género, la revista o comedia musical, apto para “familias católicas”, que las señoras podían ver sin necesidad de confesarse después.
Ya muy mayor, padeciendo el mal de Alzheimer, regresó a Buenos Aires, donde murió pasados los 90 años.
Mientras la argentina Celia Gámez triunfaba por todo lo alto en España, la española Gloria Guzmán, más o menos de la misma edad, se convertía en Argentina en un mito, cultivando el mismo género teatral que Celia Gámez.
Gonzalo Baños Pardo, gentilhombre de una cámara que se había cerrado, de un rey que había muerto, fue mucho más gentil por sí mismo de lo que pudo haber sido por decreto.
   
1).- Diplomático, alto funcionario y político del gobierno de Venezuela entre los años 30 y pasados los 60. Descendiente de Diego García de Paredes y su hijo del mismo nombre, fundador éste último (en 1556) de Trujillo, una de las más hermosas ciudades de Venezuela.
2).- Pintor español de origen belga (Bruselas, 25 de enero de 1829 – Madrid, 17 de junio de 1898). Paisajista dentro de la tendencia general del realismo. Lo mejor de su extensa obra (4.000 cuadros y apuntes) puede verse en los museos de Lérida y el Prado de Madrid.
3).- Pintor nacido en Málaga el 28 de marzo de 1858 y muerto en Madrid el 25 de abríl de 1942. Especialista en temas históricos, encuadrados en la escuela malagueña de pintura. Tuvo como alumnos a Juan Gris y Salvador Dalí.
4).- Vendedora valenciana de horchata, una bebida refrescante, lechosa, que se hace de chufas majadas o molidas. Estas son unos pequeños tubérculos subterráneos en forma de nudos que proceden de las raíces de la juncia avellanada, así conocida por su forma, parecida a la avellana.

© José Luis Alvarez Fermosel

domingo, 15 de julio de 2012

"Quid pro quo"

Por cierto, el término inglés ability no significa habilidad, sino aptitud, competencia.
Téngase en cuenta, asímismo, que actually no es actualmente, sino en realidad; administered prices son precios intervenidos, o regulados –según el caso-; aggressive no quiere decir agresivo, sino enérgico, dinámico y appreciation equivale en español a incremento de valor.
Auditing es revisión de cuentas, la palabra bookmaker no tiene nada que ver con libros (books) ni con hacedores (makers): significa corredor de apuestas.
Cash price es precio al contado; contemplate no es contemplar, sino proyectar, proponer, tener el propósito.
Definite no quiere decir definitivo, sino claro, cierto, categórico. Currently no es corrientemente: es actualmente.
En español no existe la palabra “deprivación”; deprivation tiene en inglés la acepción de privación, carencia o pérdida.
Directives ha de traducirse como órdenes o indicaciones, no por “directivas” o “directrices” y disorder no es desorden: es trastorno, y, en medicina, enfermedad o alteración.
A algo tan preocupante como la deuda interna se le llama en inglés domestic debt; domestic trade es comercio interior y double entry no es “doble entrada”, sino partida doble, o método de  contabilidad por el que se llevan a la par el debe y el haber.
Cuando parezca imprescindible emplear la palabra establishment, escríbase así; no se intente adoptarla como “establecimiento”.
Eventually: por fin va a suceder, fuera de toda eventualidad.
Hemos visto factoring traducido macarrónicamente como “factoreo”, cuando la equivalencia en español es cesión de crédito.
Forcing no tiene nada que ver con la fuerza o con el esfuerzo, sino con la presión.
Griffe no es grifo: es etiqueta de la ropa. Se emplea este término para designar a las casas de alta costura.
Tampoco ingenuity es ingenuidad, sino inventiva, ingenio; y en español ingenuidad es sinónimo de candor o inocencia.
Una promissory note es algo tan promisorio como un pagaré; royalty es regalía, patente o canon y security valores de renta fija.
Topic: tradúzcase por asunto, tema o materia que ha de tratarse; en español “tópico” equivale a lugar común, expresión muy manida o “cliché”.

(*) Confundir una persona o cosa con otra, en particular cuando se traduce de otro idioma al propio.

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

jueves, 12 de julio de 2012

Refranes y dicharachos


Dicen que los refranes son muestras de la sabiduría popular. Algún descreído opinó: “El refranero es un embustero”.
Vayan, sin embargo, unos pocos proverbios entremezclados con dicharachos de cosecha propia:

* ¡Aquí estoy, revolviendo el caldero!
* Yo voy a todas partes en el coche de San Fernando, unas veces a pie y otras andando.
* Oveja que bala pierde bocado.
* La gente de Malpartida, poca y mal avenida.
* Eres guapa y eres rica. ¿Qué más quieres, Federica?
* Yo siempre daba de chico los vales de teatro debajo de un cartel que decía: No se dan vales de teatro.
* No es villano el de la villa, sino el que hace la villanía.
* Siempre caviar, cansa.
* Quien de dos relojes se sirve, nunca sabe en qué hora vive.
* Yo siempre pongo de noche en la mesita de luz, un vaso lleno de agua por si tengo sed y otro vacío por si no tengo sed.

© José Luis Alvarez Fermosel

lunes, 9 de julio de 2012

Nos deja un malo que no podía ser más bueno


Se nos va, se nos ha ido ya en este año maldito para los artistas otro gran actor y otro gran hombre, grande incluso en su rotunda dimensión corpórea. Ha muerto Ernest Borgnine en Los Angeles a los 95 años.
Ya estoy escuchando la voz de alguien, que se cree en posesión de la verdad, diciéndome destempladamente:
- ¡Qué año ni qué leches, la gente se muere, sobre todo los viejos, es natural!
Es natural, sí: ¡es una cabronada como la copa de un pino! Y no sirve decir que el muerto de turno, como ya estará diciéndose en el caso del actor ganador del Oscar por “Marty”, en  1955, que “vivirá eternamente en nuestra memoria”.
Ha muerto y es una desgracia que no puede dejar de lamentarse.
En “Marty”, precisamente, demostró cómo un actor que parecía destinado por su físico -y por los directores-, a hacer siempre de malo, podía encarnar magistralmente a un carnicero solitario y sentimental, lleno de ternura.
No por ello se lució menos en papeles como el del malvado sargento que vapuleaba a Frank Sinatra en “De aquí a la eternidad”, o el del matón que perdía una pelea espectacular contra Spencer Tracy, a quien le faltaba el brazo izquierdo pero era judoca, en “Conspiración de silencio”.
“Veracruz” –donde lució su palmito y su mal carácter Sara Montiel-, “Johnny Guitar”, “Los doce del patíbulo”… Nos hizo pasar muy buenos ratos de chicos -y de grandes-, con sus películas.
Se había casado cinco veces, una de ellas con Katy Jurado, que hacía de ex amante del “sheriff” protagonizado por Gary Cooper en “A la hora señalada”.
Le entrevistamos un día en Madrid en una rueda de prensa, hace un millón de años, o cinco minutos. Vestía un traje gris Príncipe de Gales y sonreía, mostrando sus incisivos separados. Derrochó naturalidad, simpatía, buen humor. “Se quedó” con la prensa. Quiere decir que conquistó a los periodistas, incluso a los que la iban de duros. Ya sabía él hacer de duro, aunque no lo fuera.
Trabajó hasta poco antes de morir. Era un grande, lo repetimos.
¡Qué tristeza que nos haya dejado, aunque algunos piensen que ya tenía edad para morir!  

© José Luis Alvarez Fermosel

domingo, 8 de julio de 2012

Ardiente frenesí


Una blanca en música equivale a dos negras. Pues bien, en cuestión de mostazas, la mezcla de las semillas de la blanca y de la negra, hidratadas en vinagre de manzana, hace honor a la denominación Ardiente Frenesí, con la que ya se conocía esta mixtura en la antigüedad grecolatina.
Ardiente Frenesí –con un “touch” especial y secreto- fue la reina de las especias y sazones presentes en la mesa de Plats de Cocina, entre las que también se encontraban algunas otras salsas y aderezos, incluído el hispánico alioli.
Tuvimos el placer y el privilegio de asistir como invitados especiales al lanzamiento de las actividades gastronómico-culturales-curiosas y didácticas de Plats de Cocina, dando buena cuenta de un menú con la designación Mar y Montaña que, como su nombre indica, incorporó productos de uno y otra preparados en armónico “maridaje”, como se dice ahora en cocinas y bodegas.
Así, la cap–i-pota (cabeza y pata, en idioma catalán) que incluye morro, oreja y pata de cerdo (foto); una deliciosa “bisque” de langostinos que se probó con los aditamentos de vermú blanco, anís, una tostada frotada con ajo y otra untada con alioli, siendo ésta última versión la preferida por unanimidad; un arroz con gambas y calamares, unas chuletas de cordero lechal; y, coronando este variado y riquísimo menú degustación, una “flognarde” de ciruelas secas: un postre bretón que hubiera hecho las delicias de aquel inefable personaje de Alfred Assollant: el capitan Corcoran, que era bretón de Saint Malo. Por supuesto que también hizo las nuestras.  
Con el estómago agradecido, felicitamos a Plats de Cocina y le auguramos éxitos concluyentes.
À manger avec plaisir…!

© José Luis Alvarez Fermosel

sábado, 7 de julio de 2012

... siete de julio, San Fermín!

 
España, Pamplona, capital de Navarra. Fiestas de San Fermín, obispo de Pamplona durante la dominación romana y después santo. Se lo rememora desde el 7 de julio hasta el 14 del mismo mes.
Las fiestas de San Fermín, quizás las más vitales y populares de España, a las que no faltaba nunca Hemingway, comienzan cuando un concejal dispara desde la Municipalidad, a las 12 del mediodía del 6 de julio, un cohete cuyo estruendo se llama “chupinazo”.
A partir de ahí los mozos, vestidos de blanco, con una faja roja en la cintura y un pañuelo del mismo color al cuello, empiezan a correr por la calle de la Estafeta –de 825 metros de largo- delante de los toros que salen de su encierro para ir hasta la plaza –inaugurada en 1922, con un aforo de 19.500 localidades-. Allí serán toreados.
Hay que tener sangre fría y estar en buena forma física para correr delante de los toros. Se va tomando la distancia con un periódico enrollado y extendido que se lleva en la mano y llega hasta los cuernos del toro.
Ni que decir tiene que en estos festejos se come y se bebe de lo lindo. Platos y tragos de la tierra: bacalao con tomate, lomo asado, estofado de rabo de toro, vino en bota, vino con gaseosa -que se llama zurracapote-, pacharán: un aguardiente hecho de arándanos; y no se desprecia ninguna otra bebida espirituosa.
Las meriendas en la plaza son habituales desde tiempo inmemorial. En 1628, en una corrida de ¡12 toros!,  el virrey ofreción un piscolabis de 200 platos.
Pamplona tiene cerca de 200.000 habitantes, que se convierten en más de medio millón en San Fermín.
Los sanfermines se iniciaron en 1385, pero se celebran como ahora desde 1901, cuando estalló el primer chupinazo.

© José Luis Alvarez Fermosel

viernes, 6 de julio de 2012

Vivir


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a tí sin que la vivas ....
Vive con intensidad tu vida y no dejes nunca de soñar...

@ Walt Whitman

domingo, 1 de julio de 2012

Política para bufones


El escritor español Pedro González Calero, que fue según propia confesión barrendero, documentalista, profesor de filosofía y titiritero frustrado, se ocupa en su último libro, “Política para bufones”, de la historia de la teoría política, las ideas y los planteamientos de lumbreras de la historia universal como Pericles, Maquiavelo o Marx.
Siempre desde el humor y con un escepticismo que no se preocupa por disimular, el autor repasa los conceptos políticos y las formas que el poder utilizó siempre para organizar –subordinar, diría él- al pueblo, desde la democracia ateniense a la dictadura del proletariado, pasando por el absolutismo y el liberalismo.
En todos los tiempos encontramos ejemplos del cumplimiento de la máxima de Maquiavelo: “El Estado no se rige por criterios morales o religiosos, sino por la necesidad de perpetuarse”.

Política y corrupción

"Comprobamos con tristeza que la corrupción acompañó el ejercicio de la política desde tiempos inmemoriales, pues arraiga en la frágil condición humana”, añade Maquiavelo.
El libro es muy ameno y en sus páginas campea un primoroso cinismo. Ya está despertando polémicas, pues a los políticos no les gusta que airéen sus miserias, y mucho menos que los satiricen.
González Calero nos había dado anteriormente, con su Filosofía para bufones”, un divertido paseo por la historia del pensamiento, mediante la narración de las anécdotas más significativas de los grandes filósofos. Filosofía a carcajadas.
En lo que se refiere a la política, el llanto suele predominar sobre la risa, a la hora de evaluar las gestiones, aunque con harta frecuencia éstas despierten una restallante hilaridad.

© José Luis Alvarez Fermosel