sábado, 7 de julio de 2012

... siete de julio, San Fermín!

 
España, Pamplona, capital de Navarra. Fiestas de San Fermín, obispo de Pamplona durante la dominación romana y después santo. Se lo rememora desde el 7 de julio hasta el 14 del mismo mes.
Las fiestas de San Fermín, quizás las más vitales y populares de España, a las que no faltaba nunca Hemingway, comienzan cuando un concejal dispara desde la Municipalidad, a las 12 del mediodía del 6 de julio, un cohete cuyo estruendo se llama “chupinazo”.
A partir de ahí los mozos, vestidos de blanco, con una faja roja en la cintura y un pañuelo del mismo color al cuello, empiezan a correr por la calle de la Estafeta –de 825 metros de largo- delante de los toros que salen de su encierro para ir hasta la plaza –inaugurada en 1922, con un aforo de 19.500 localidades-. Allí serán toreados.
Hay que tener sangre fría y estar en buena forma física para correr delante de los toros. Se va tomando la distancia con un periódico enrollado y extendido que se lleva en la mano y llega hasta los cuernos del toro.
Ni que decir tiene que en estos festejos se come y se bebe de lo lindo. Platos y tragos de la tierra: bacalao con tomate, lomo asado, estofado de rabo de toro, vino en bota, vino con gaseosa -que se llama zurracapote-, pacharán: un aguardiente hecho de arándanos; y no se desprecia ninguna otra bebida espirituosa.
Las meriendas en la plaza son habituales desde tiempo inmemorial. En 1628, en una corrida de ¡12 toros!,  el virrey ofreción un piscolabis de 200 platos.
Pamplona tiene cerca de 200.000 habitantes, que se convierten en más de medio millón en San Fermín.
Los sanfermines se iniciaron en 1385, pero se celebran como ahora desde 1901, cuando estalló el primer chupinazo.

© José Luis Alvarez Fermosel

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