domingo, 30 de diciembre de 2012

¡Feliz 2013!



Nos enfrentamos con otro año. Nunca mejor empleado el verbo enfrentar en este mundo con guerras –en Oriente, o donde sea-, confrontaciones, abusos de poder, insultos, pulseadas, críticas y ese además tan largo.
Tratemos, en 2013, de poner al mal tiempo buena cara. Y para el calor, quienes no tengan piscina, pues la ducha y la cerveza.
Si tenemos la voluntad, y hacemos la fuerza suficiente, nadie nos llevará por delante. Nadie podrá hacer que no contemos chistes, que no nos alegremos del bien ajeno, que no seamos solidarios.
Hay que olvidarse –hagamos todo lo posible- de que el hombre es lobo para el hombre. No es cierto. Y si lo es, intentemos que no lo parezca.
Es por nuestro bien. Así no nos subirá la presión. Así dormiremos mejor. Así tardaremos más en envejecer.
Para este año que empieza, nada de insultos, forcejeos dialécticos, mal humor, envidias, celos, odio -lo repetimos: odiar es temer-.
Este año no nos puede sorprender con el pie cambiado, ni con el ceño fruncido. ¿Qué somos los mejores? Pues muy bien, pero nada de subirnos al ego.
¡A dar ejemplo! De serenidad, de templanza, de modestia, de generosidad, de buena leche. ¡Seamos buenos, caramba! Intentémoslo, por lo menos. A lo mejor tenemos suerte y mejoramos. Eso es lo que hay que hacer. Esforzarse, pero todos a una –sí, como en Fuenteovejuna- para que el mundo de 2013 sea mejor.
Por eso voy a brindar yo.

© José Luis Alvarez Fermosel

viernes, 28 de diciembre de 2012

Nevada de papel



Todos los años, el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, se gastaban bromas que se llamaban inocentadas.
Hasta los diarios publicaban en sus primeras planas noticias disparatadas, o que no correspondían a la realidad, que se desmentían el día siguiente.
Los chicos les pedíamos dinero a nuestros padres para pagar algo que no habíamos comprado a cuenta en el quiosco, o para contribuir a una inexistente colecta supuestamente organizada en el colegio para hacerle un regalo a “Chapete”, como llamábamos cariñosamente a nuestro profesor de Física, Química y Ciencias Naturales –el mejor docente seglar que tenían los Maristas-.
Nuestro padre, o nuestra madre, que ya sabían de qué venía la mano, nos daban el dinero haciéndose los tontos y nosotros lo embolsábamos rápidamente, diciendo: “¡Que los Santos Inocentes os lo devuelvan!”.
Se gastaban otras bromas de otra índole, no sólo entre chicos; casi ninguna era pesada. La costumbre está en vías de extinción, como los bisontes que tanto preocupaban al conde de Keyserling.
Lo que sigue vigente en estos días previos al primero de enero es tirar papelitos blancos a la calle por las ventanas de las oficinas. El suelo se cubre de una burocrática nevada de garabatillo, para disgusto de los barrenderos de la Municipalidad, que tienen que trabajar de lo lindo para despejar las calles (rotas, “of course”) del radio céntrico.
Esa tarea no es tan fácil como parece, porque muchos de esos papeles que corresponden a hojas arrancadas del almanaque del año que fenece, páginas de balances que ya no sirven o de contratos caducos y otro material oficinesco se encajan en las grietas de las veredas rotas y cuesta bastante sacarlos.
Diríase que se trata de un hábito urbano que aligera la conciencia, o una confesión laica al asfalto plomizo, recalentado en estos días de calor ardiente del verano porteño, en la seguridad de que nadie nos va a imponer una penitencia.
Este trámite podría ser también una forma de certificar que está a punto de irse un año y que las malas partidas que nos jugó se van por la posta, es decir, por la ventana y caen sobre cornisas y techos de automóviles estacionados, se prenden en marquesinas o se sumergen en los charcos formados en los baches por las lluvias, convirtiéndose en este último caso en papel mojado.
Nostalgia de una nevada que no cayó y se sabe que nunca caerá por estas fechas en el hemisferio sur.
Aunque tal como está el tiempo, nunca se sabe.

© José Luis Alvarez Fermosel                                                                          

jueves, 27 de diciembre de 2012

El vino ha muerto



Hace algunos años, un grupo de artistas plásticos liderados por Ari Brizzi –a  quien tuve el gusto de conocer personalmente- decretó que la pintura había muerto.
Ahora, varios aficionados al vino, al buen vino, hemos decretado su muerte. Uno de nosotros tuvo la oportunidad de mostrarlo como un negro corazón infartado, como una rara fruta semejante al membrillo otoñal de García Lorca, petrificado como lava volcánica, como una piedra azul oscuro no precisamente apta para joyería.
El vino ha muerto con tal bronca que hizo estallar las copas, que son grandes lágrimas que representan o simbolizan la tristeza de quienes a partir de ahora tendremos que beber cerveza, fernet o whisky con el asado criollo, lo cual no parece así como muy ortoxo.
El vino ha muerto, sí, intoxicado por manipulaciones varias y perversas y harto de que esnobs, tilingos, cursis, ignaros, ciertos catadores, ingenieros y otras personajes de otras runflas denominen sus aromas con nombres de frutas, verduras, plantas, cereales, hierbas, perfumes y materiales como cuero crudo, madera, tela, goma y yeso.
Hay que ver también los nombres que le ponen: Argumentos, Componentes, Pete, Tata, La Finca de mi Hermano, Los lirios…
El vino ha muerto también al verse decolorado –el vino tinto- y pasar del rojo rubí al negro, que deja las copas manchadas de violeta.

El vino blanco        

El vino blanco no pudo soportar que se le imprimieran otros colores y sabores que nunca le fueron propios, así como que se le restara fuerza y se le adulterara, cambiando sus sabor por el de una especie de mezcla de zumo de limón, agua de Vichy catalán y un poco de azúcar. Se le hizo “pétillant” sin motivo ni fundamento. Se le afrutó, caramelizó y aun se le ahumó.
Al vino tampoco le fue posible resistir verse vendido a precios exorbitantes, sin que pudiera dejar oir, “lui meme”, sus lamentos por un abuso tan grande.
Se puso de moda furiosa el Malbec, que exportamos a raja cincha. La moda –de la mano del “marketing”- entristeció a los vinos genéricos o de corte, que se hacen con varios tipos de uva, se bebieron toda la vida y ya antes del advenimiento del posmodernismo empezaron a quedarse relegados.
Consciente de que sus fieles amigos ya no le hacen los honores que merece, utilizan “ersatzs” de garabatillo y tristean por los tabernas bebiendo alcoholes destilados, se sentió postergado, desvirtuado y lo que es peor, desterrado, arrumbado, enviado a países remotos.
Al vino le dio un telele, rompió las copas y ahora tendremos que ingurgitar aguas saborizadas y bebidas de cola con el bife de chorizo.

© José Luis Alvarez Fermosel

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Receta para Noche Vieja o Año Nuevo



Ingredientes:

1/2 kilo de recuerdos infantiles
2 tazas de sonrisas
2 y 1/2 kilos de esperanzas
100 gramos de ternura
5 latas de cariño
40 paquetes de alegría
7 pizcas de locura
8 kilos de amor
5 kilos de paciencia y compasión
250 gramos de audacia

Preparación:

1º.- Limpiar los recuerdos, quitándoles las partes echadas a perder, o que no sirvan. Añadir, una por una, las sonrisas hasta formar una pasta suave y dulce.
2°.- Agregar las esperanzas y dejar reposar la mezcla hasta que duplique su tamaño.
3°.- Lavar con agua clara cada uno de los paquetes de alegría, partirlos en pedazos pequeños y mezclar con todo el cariño que se encuentre.
4°.- Incorporar la paciencia, las pizcas de locura y la ternura cernida. Reservar.
5°.- Dividir en porciones iguales todo el amor y cubrir con la mezcla anterior.
6°.- Hornear toda la vida en el horno del corazón.
7°.- Disfrutar siempre en familia con audacia y el sabor de lo auténtico.

Por la transcripción: © J. L. A. F.

domingo, 23 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!



Ya que el mundo no llegó a su fin el 21 de diciembre de 2012, y estamos en la Navidad, habremos de añadir una burbuja más de alegría para celebrar el hecho de que el mundo en cuestión siga andando, como dice el tango.
Viviremos todavía muchos años y celebraremos muchas Navidades en amor y compañía con nuestros seres queridos.
El mundo tiene cuerda para rato, aunque ya los agoreros y los que parece que disfrutan con todo lo catastrófico y esotérico estén anunciando el advenimiento de eras desgraciadas y, ¿por qué no?, otra vez el fin del mundo.
No están las cosas, en ninguna parte, como para tirar manteca al techo, en el sentido que sea. Pongamos todo lo que podamos de nuestra parte para que las cosas cambien para bien.
Me parece que éste es un buen propósito que formularse a la hora del brindis, en unas fiestas navideñas que deseamos muy felices para todos los amigos que tuvieron la paciencia de leernos en este blog, y muchos incluso nos felicitaron, ¡benditos sean!
Vayan también nuestros buenos deseos para los que no nos leyeron y para los que están por leernos.
Y para todos aquellos que se hallan en otras latitudes –algunos disfrutando de Navidades Blancas-.
Para todos, pues, paz, buena salud, buena suerte, prosperidad, logros, plenitud y larga vida.

© José Luis Alvarez Fermosel

Vídeo:

sábado, 22 de diciembre de 2012

Por fin no se acabó el mundo



Pues resulta que al final no se acabó el mundo el 21 de diciembre, como auguraron los mayas, según se dijo.
Lo cual no fue óbice para que se derramaran, si no mares ni ríos, algunos arroyos de tinta –de impresora- acerca de la profecía en cuestión, su origen, su sentido y la posibilidad de que se produjeran algunos fenómenos naturales, quiero decir procedentes de la madre Naturaleza -que ocasionalmente es tan cruel con nostros- como terremotos, trombas de agua, caída de meteoritos o algo peor.
También se dijo que el mundo se acabaría el primero de enero de 2002, o en todo caso que las computadoras y otras máquinas de la era de la red de redes explotarían como bombas, o se produciría un remedo del Apocalípsis, o cosa parecida.
Pero ni entonces ni el 21 de diciembre de 2012 pasó nada. Empezó el verano, eso sí, pero me parece que no nos dimos cuenta. Hace tanto que padecemos un calor infernal que casi todos pensamos que el verano vino este año antes de tiempo. O, como aquella primavera, nadie sabe cómo ha sido.
El caso es que el 21 de diciembre no finalizó el mundo.
Casi mejor así. Nos queda tanto por ver, por experimentar, por aprender, por hacer…

© José Luis Alvarez Fermosel

Notas relacionadas:

jueves, 20 de diciembre de 2012

Del Diccionario del Diablo


Ambrose Bierce fue uno de los genios de la literatura fantástica y de terror, junto con Edgar Allan Poe, Howard Lovecraft y Ernest Hoffman.
Se caracterizó por su narrativa corta, sumamente original.
Cultivó con igual originalidad y no menor brillantez el relato humorístico y el periodismo realista -en su país, Inglaterra y México-. Fue columnista y editorialista del San Francisco Examiner, propiedad del magnate de la prensa William Randolph Hearst, de su misma nacionalidad.
Su vida estuvo marcada por la aventura, y también por la fatalidad, en varios aspectos. Batió el cobre en la Guerra de Secesión (1961-1865), de la que salió con varias heridas graves y el grado de mayor, obtenido por méritos de guerra.
Su “Diccionario del Diablo” es una consecuencia de su empeño por criticar la sociedad, las instituciones y ridiculizar a los arquetipos; en él arremete contra todo y contra todos, con un delicado pero negrísimo sentido del humor.
Desapareció misteriosamente en México, hacia 1914, en la revolución de Pancho Villa. Había nacido en Ohio, el 24 de junio de 1842.
El director de cine argentino Luis Puenzo filmó en 1989 la película “Gringo viejo”, sobre la novela del mismo título del escritor mexicano Carlos Fuentes. Gregory Peck personalizó a Bierce, quien según algunos testimonios fue fusilado en el sitio de Ojinaga, en enero de 1914. También trabajaron en papeles protagónicos Jane Fonda y el chileno Patricio Contreras.
Ambrose Bierce escribió, entre otras obras, “Cuentos de soldados y civiles”, “La ventana tapiada”, “¿Pueden ocurrir estas cosas?” y “El puente sobre el río Búho”.
Transcribimos algunas palabras del “Diccionario del Diablo”, por orden alfabético, claro está.

Abandonado, s. y adj. El que no tiene atenciones que ofrecer. Despojado de ventura. Amigo de la franqueza y el sentido común
Batalla, s. Procedimiento de desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.
Clérigo, s. Es el hombre que se responsabiliza de administrar nuestros negocios espirituales, como método de beneficiar sus propios negocios temporales.
Degradación, s. Es una de las fases del avance moral y social que lleva de la humilde posición privada al privilegio político.
Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Favor, s. Breve prólogo a diez volúmenes de exigencias.
Generoso, adj. Originariamente, el significado de esta palabra era noble por nacimiento y se aplicaba con honradez a una gran cantidad de personas. Ahora significa noble por naturaleza y va cayendo en desuso.
Híbrido, s. Discrepancia acordada.
Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu, cuyo predominio en las cuestiones humanas ha sido absolutamente constante. La actividad del idiota “satura y regula el todo”, es decir que no se circunscribe a ningún campo especial de pensamiento o acción. Siempre tiene la última palabra; su decisión es indiscutible. Crea las modas de la opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Justicia, s. Artículo más o menos falseado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
Kilt, s. Traje que suelen utilizar los escoceses en Norteamérica y los norteamericanos en Escocia.
Legal, adj. Compatible con la voluntad del juez competente.
Magnífico, adj. Dotado de esplendor o grandeza superiores a los que el grueso del público está habituado; por ejemplo, las orejas de un asno para un conejo o la gloria de una luciérnaga para un simple gusano.
Nepotismo, s. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del partido.
Oportunidad, s. Ocasión favorable para atrapar un desengaño.
Paciencia, s. Forma menor de la desesperación, disimulada.
Quórum, s. En una junta de deliberación, número de miembros suficiente para hacer su voluntad.
Racional, adj. Carente de ilusiones, salvo las que nacen de la observación, la experiencia y la reflexión.
Superar, v. t. Hacerse de un enemigo.
Tregua, s. Amistad.
Una vez, adv. Suficiente.
Vanidad, s. Tributo que rinde un tonto a la virtud del asno más próximo.
Wall Street, s. Símbolo del pecado expuesto al juramento de todos los demonios. Que Wall Street sea una cueva de ladrones, es la creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su esperanza de ir al cielo.
X. Letra inservible, aunque sirve de argumento a los que pretenden reformar la ortografía. Durará sin duda tanto como esos renovadores y como el propio idioma.
Yanqui, s. En Europa, un norteamericano. En los estados norteños, habitante de Nueva Inglaterra. En los estados sureños, la palabra es ignorada en su forma principal, aunque no en su variedad “fuera yanqui”.
Zenit, s. Punto del cielo situado directamente sobre un hombre parado o una col que crece. No se considera que un hombre en cama o un repollo en la cacerola tengan zenit, aunque sobre este punto hubo antaño graves discusiones entre los doctos pues algunos sostenían que la actitud del cuerpo carecía de importancia.

Por la transcripción: © J. L. A. F.

Nota relacionada:

lunes, 17 de diciembre de 2012

Del diccionario de Coll



Abiertamente. Que miente con toda franqueza y sin reservas. Definición del diccionario (222 páginas, Planeta Bolsillo) del escritor de humor, actor y director de teatro y caricato José Luis Coll, nacido en Cuenca (centro de España). Colaboró en la famosa revista La Codorniz, los diarios ABC y El País de Madrid y ganó los premios Papagayo de ensayo/ humor y el Espasa de humor.
Trabajó formando un dúo (“Tip” y Coll) con Luis Sánchez Polack (“Tip”), también actor e integrante de un dúo anterior con el cantante de zarzuela Joaquín Portillo (“Top”), perteneciente al cuadro artístico de Radio Madrid, como “Tip”.
“Tip” y Coll alcanzaron un éxito enorme, comparable con el de “Tip” y “Top”. A la muerte de Sánchez Polack, Coll siguió trabajando sin perder el favor del público. Murió en Madrid, a los 75 años.
Del Diccionario de Coll, que contiene 2000 palabras, transcribimos algunas, por riguroso orden alfabético.
Abuélico.adj. Falta de voluntad o disminución notable de energías en el padre del padre o el padre de la madre.
Bancueros. m. Jefes de una casa de banca completamente en cueros.
Carnizaría. f. Asesinatos cometidos en tiempos del Zar. Mas como el tiempo todo lo borra, hoy se recuerdan como simples azares del destino.
Charlatín. adj. y. s. Persona que habla incesantemente en la lengua que usaban los antiguos romanos con menosprecio de la incultura del oidor, por muy sacerdote que fuera.
Demogracia. f. Humor del pueblo. En raras ocasiones el pueblo está en circunstancias de disfrutarlo. Pero, cuando excepcionalmente sucede, se llama demogracia a Dios.
Elefancia. f. Forma bella de expresarse y presentarse el elefante cuando es elegido para ostentar un alto cargo político.
Fernando.v. tr. Gerundio del verbo fernar.
Galardrón. m. Premio o recompensa en metálico que se otorga al ladrón (1).
Hecatonte. m. Sacrificio de cien tontos que hacían los gentiles para llegar a las nuevas elecciones con la menor competencia posible.
Improbesar. v. tr. Besar al descuido, sin preparación, en espera de la bofetada o del contubernio.
Juergolista. com. Jugador de fútbol de vida alegre y disipada.
Koito. com. Ayuntamiento carnal en Japón.
Locoquo. m. Cambio de impresiones entre diputados y políticos de manera serena y mesurada.
Madridleño. m. Natural del Real Madrid.
Nabalancha. f. Alud de nabos.
Ñandrú. m. Avestruz americano descuartizador de mujeres.
Otetis . f. (Med.) Inflamación de los senos que puede  producir sordera.
Palerdo. m. Grosero, tosco, torpe en el andar y lento en comprender. De brillante provenir.
Quiroamante. m. El que se lía con una mujer hablándole de las rayas de la mano.
Resorber.v. tr. Arreglar los asuntos burocráticos tomando café muy caliente.
Silbestre. m. El que da silbidos en el campo para atraer la atención de la zagala, con la misma intención con que lo haría el lector, si la zagala estuviera como uno se imagina.
Tropecista. m. Artista de circo de poca habilidad que siempre choca con la cabeza del compañero, haciéndole caer en la red, cuando hay red, o rompiéndose la crisma cuando no hay red.
Urogallo. m. Gallo del Uruguay.
Vacanal. f. Orgía tumultuosa en la que interviene el ganado vacuno.  
Waternon. m. Antiguo retrete griego cuyo inodoro estaba sostenido por varias columnas de capitel dórico.
Xibarita. adj. Dícese de la persona dada a placeres mientras le tocan el xilófono.   
Yocasta. f. Eso no hay quien se lo crea.
Zurzulludo. Nada, no quiere decir absolutamente nada. Así que hemos acabado.

(1) Nota del Editor: Práctica adoptada por muchos gobiernos de países europeos y latinoamericanos que desató crisis económico-sociales pavorosas.  Los  gobiernos en cuestión –menos el de Islandia- tratan de paliarlas aumentando los impuestos, despidiendo trabajadores y reduciéndoles sus ingresos a otros y a los pensionstas y jubilados.

Por la transcripción: © J. L. A. F

jueves, 13 de diciembre de 2012

Los Parker



Robert Parker, el del vino, el crítico, parece que va a acogerse a una especie de semi retiro y a partir de ahora dejará de ser el Atila de los vinateros.
Abogado, ex “rond de cuir” bancario, empezó un día, nadie sabe cómo ni por qué, a evaluar vinos y hace veinte años que no se dedica a otra cosa. Ya tiene sesenta.
Sus puntuaciones sientan cátedra. Lo más importante es que determinan las alzas y bajas, en muchas oportunidades meteóricas, de los vinos en el mercado internacional.
Es americano del norte: de Baltimore, Maryland.
Tiene cara de pocos amigos –es fama que no tiene ninguno-, con la clásica verruga que solemos ver en muchos de los actores de Hollywood en los primeros planos.
Parker funciona como un “broker”, pero es catador, crítico, tratadista de vino, pontifica en una revista y predice el futuro de los vinos y de quienes los hacen.
A Parker le odian y le temen –odiar es temer- en todo el mundo donde se produce vino, porque juzga. Y a la hora de juzgar es riguroso, intolerante, inflexible, implacable y muchas veces sañudo.
Es un genio, es un gurú, es César emperador. Lo que él dice, va a misa. No se sabe si también ha calificado el vino de consagrar.
En Francia se hacen ya vinos “parkerizados” a su medida, como los sastres cortan trajes a gusto de sus clientes. Así él les pone notas de por lo menos noventa puntos sobre cien.

Voces discordantes

Se han elevado ya voces discordantes. Algunos se preguntan: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Entiéndase: ¿están produciéndose grandes vinos que le gustan a Parker porque son muy buenos, o se hacen vinos a gusto del gurú con la intención de que los califique con sobresaliente, diez, felicitado?
Parker –especialista en vinos de Burdeos- avizora un panorama prometedor para los vinos blancos españoles. ¡Pobre España, con la crisis en la que está sumida, como si los bodegueros tuvieran tiempo, dinero y ganas de ponerse a hacer vinos para Parker, que ya está avisando que va a ir!
Además, España, uno de los tres países que producen más vino en todo el mundo, junto con Francia e Italia, ha reducio drásticamente su pruducción.
Las malas lenguas aseguran que Robert no da puntada sin hilo, porque donde no hay pagaduría no hay alegría. ¡Qué barbaridad, las cosas que dice la gente!
También se ha dicho que más de un vinatero se suicidó a causa del dictamen con visos de dicterio del gurú sobre sus caldos, que le llevó a la bancarrota porque no pudo venderlos. Otros se arruinaron por la misma razón.
Ya no se dice “en el vino la verdad”, sino que Parker está en posesión de la verdad.

El otro Parker

Hay otro Parker, también estadounidense, con el que simpatizamos más, o simpatizamos a secas.
Se trata de Robert B. Parker (Springfield, Massachussetts, 1932–2010), autor de novelas negras que sigue la línea de Chandler, Chase, Hammet, Mike Hammer,  Mac Donald y otros, cuyos personajes son detectives privados de whisky, tabaco, revólver, oficinas polvorientas y un sentido sublimado del honor, el valor, el amor y la amistad.
El Parker escritor, que también es abogado, combatió en la guerra de Corea, tiene un master de literatura inglesa de la universidad de Boston y empezó a escribir en 1972.
Su primera novela fue “El manuscrito Godful”, que presenta al detective Spencer, su personaje más famoso, protagonista de una saga de treinta y cinco novelas, la última publicada en 2007.
Otro de sus personajes fue el jefe de policía rural Jesse Stone, al que dio vida el actor Tom Sellek en varias series de televisión producidas por la CBS.
Parker  concluyó “Poddle Springs”, la novela que Raymond Chandler no pudo terminar porque murió después de escribir el primer capítulo. También cultivó otros géneros literarios.
No nos complicó la vida en cuestión de vinos, ni en ninguna. Al contrario, nos la alegró.
Varios de sus libros adornan nuestra biblioteca, en la que figuran como testimonio de homenaje y gratitud.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 11 de diciembre de 2012

Pifo Rebolledo desmitificador



Pifo Rebolledo iba por la calle Eloy Gonzalo de Madrid tarareando entre dientes, como con rabia, eso de “Pistolín, Pistolín se quería casar y quería vivir a la orilla del mar…”.
Lucía con desgaire su consabido “blazer” azul marino, al que le faltaba un botón dorado, pantalón color garbanzo y sus no menos características botas color guinda, si no brillantes como espejos, al menos poco o nada polvorientas, no como los zapatos de algunos marqueses españoles, que no se los lustran, parece mentira.
Pifo Rebolledo, categorizado como condestable por comandar un ejército de escritores fracasados -como él mismo- fue en realidad una creación, por llamarla de alguna manera, de José María Garcia Campos cuando éste cursaba tercer año de Derecho y a la vez escribía, con buena mano, o buena pluma.
García Campos fundó la Sociedad de Escritores Noveles, en la que se anotó inmediatamente Epifanio Rebolledo –a quien todavía no se llamaba Pifo-, que escribía con mala mano, o mala pluma.
Rebolledo era hombre de convicciones firmes; más aún: era terco, tenía la cabeza muy dura, lo cual le llevaba ocasionalmente a la inflexibilidad. Se creía llamado a hacer –y escribir- grandes cosas, pero metía la pata con mucha frecuencia, lo cual iba trazando cada vez más nítidamente su perfil de perdedor.

Escribiente

El condestable se ganaba la vida, mal que bien, como escribiente, ya que no como escritor, ni siquiera escribidor como Vargas Llosa en aquella novela de la tía Julia y él (1). Era un ”rond-de-cuir” del Ayuntamiento.
Algunos amigos pudientes, frecuentadores de las cafeterías del aristocrático barrio de Salamanca, le pagaban las copas y otros le prestaban pequeñas sumas de dinero a fondo perdido, o le regalaban –los que tenían su mismo físico- trajes cortados por buenos sastres que sus propietarios habían desechado por considerarlos pasados de moda.
Todos los empresarios de teatro de Madrid le habían rechazado últimamente una comedia que él consideraba muy vanguardista y, desde luego, mucho mejor que cualquiera de las que estaban en cartel en ese momento.
Así que Pifo Rebolledo no estaba precisamente de buen humor esa tarde de la primavera madrileña recien comenzada, que parecía que iba a ser esplenderosa.

La maceta

La maceta cayó en vertical desde el balcón de un cuarto piso, siguiendo fielmente la ley de la gravedad, y se estrelló con un ruido sordo en la cabeza de Pifo, donde se partió en dos. La maceta era más bien grande que pequeña. Una parte, con su carga de tierra y geránios, se desplazó a la derecha y cayó sobre la acera, disgregándose en múltiples fragmentos. Lo mismo pasó, a la izquierda, con la otra parte del tiesto.
El condestable Rebolledo se tambaleó, pero no perdió pie. Una señora que iba a su lado lanzó un grito y unos chicos que correteaban detrás se detuvieron en el acto, espantados.
Pifo Rebolledo, incólume, más aún, hierático, se echó las manos a la cabeza, en este caso con toda justificación. La tenía llena de tierra y un geránio se le había quedado detrás de la oreja derecha, imprimiéndole un aire agitanado o de macarra que baila en una taberna, con muchas copas de fino en el cuerpo, y quiere hacer una gracia.

Un chichón

Una pequeña prominencia de las que se conocen vulgarmente con el nombre de chichones empezaba a desarrollarse en la testa del condestable.
¡Un chichón, sólo un chichón! Y la caída, junto con la maceta, del tópico, del dicho tan repetido según el cual “sales un día de tu casa, tan tranquilo, y a las primeras de cambio te cae una maceta de un tercer piso en la cabeza, te la abre como si fuera un melón y te manda al otro barrio”.
Pifo Rebolledo pasó el trance como si nada. Después de sacudirse la tierra de la cabeza y tirar la flor, se encaminó con paso firme al bar “El brillante”, cerca ya de la glorieta de Quevedo -¡el gran escritor, qué coincidencia!-, donde nada más llegar se acodó en la barra y atendido por Paco, el camarero más popular, se comió un bocadillo de calamares fritos y se bebió tres cervezas.
¡Y pensar que Pirro, rey del Epiro, vencedor de los romanos, murió al ser alcanzado por una pequeña teja que le tiró una anciana desde el tejado de una casa de un solo piso…!

(1) El título de la novela es “La tía Julia y el escribidor”

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

domingo, 9 de diciembre de 2012

En torno al "bespoke"



“La moda es siempre lo inactual”, dijo una vez el sociólogo Jean Baudrillac. Con esta corta máxima se refería al proceso que hace de la moda un fenómeno amado por muchos y detestado por pocos: algo se usa sólo porque dejará de usarse en breve. No es el único que piensa así. Al parecer, Heidi Klum, modelo y presentador de Project Runaway, concuerda con él: “Un día estás dentro, al día siguiente afuera”. Así se despedía de los concursantes de aquel reality show.
Este es el comienzo de un interesante trabajo que Gaba Najmanovich escribió en Londres y publicó el diario La Nación de Buenos Aires sobre el “bespoke”: la selecta forma de la sastrería artesanal, presente en la legendaria calle londinense de Saville Row, paraíso de una elegancia masculina que sólo pueden cultivar pocas y privilegiadas personas (damas y caballeros) con muy buen gusto y mejor salud económica.
En estos tiempos tan particulares que corren casi todo el mundo, con la inclusión de millonarios, banqueros, financieros, políticos, “brokers”, presentadores de televisión y ese además tan prolongado, si acaso llevan traje y camisa, ésta la llevan sin corbata y abierta.
Por tanto, hablar hoy de Saville Row quizás sea anacrónico y anticuado y sólo agradable para cuatro gatos locos como uno.

Ojotas, bermudas, parkas…

La moda actual –vigente desde hace ya varios años- se centra en ojotas, bermudas, pantalones pescadores -¡que prendas tan sentadoras!-, “jeans” y mochilas. ¡Menos mal que, al menos en verano, las mujeres siguen usando minifaldas!
Algunos señores se ponen un traje de tanto en tanto, pero como ya dijimos van despechugados, esto es, con los dos últimos botones de la camisa desabrochados y sin corbata, que estúpidamente- desde mi punto de vista- está considerada como una prenda de derecha.
Cuando hice en Londres mi “master” de Psicología de la Apariencia recorrí la calle Saville Row de extremo a extremo y no me dejé una sastrería sin visitar ni un sastre con quien hablar. ¡Ay!, no pude encargar un traje en ninguno de esos lujosos establecimientos. Mi modesto peculio de estudiante no daba para eso.
La calle Saville Row ya no es lo que era, pero la traigo a estas páginas con cariño porque está ligada a una época de mi juventud trashumante y bohemia.

© José Luis Alvarez Fermosel   

Notas relacionadas:

Del autor:

viernes, 7 de diciembre de 2012

Visto y oído

 
Lo que sigue lo vi en algunos medios gráficos y lo escuché en otros, audiovisuales estos últimos, es decir, la radio y la televisión.
Va textual y en letra cursiva.

Es injusto tratar de zanahoria a una persona, refiriéndose a una persona. Debemos respetarla, pues la zanahoria contiene vitaminas, estimula la visión y es irreemplazable en las dietas.

……….

Los contenedores fueron aperturados.

……….

Autos de carne y hueso.

……….

Aprisionados en sus piernas.

……….

Chocaron en forma trasera.

……….

Llamaron a una convocatoria.

……….

Palin hechó a un policía de Alaska porque se divorció de su hermana.

……….

La ambiciosa cumbre del clima acabó con una enorme desilución.

……….

En la Rural, las aves tuvieron su día y eligieron a los campeones.

……….

Las cartas de Juan Pablo II con una hermana polaca demoraron su beatificación.

……….