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martes, 26 de mayo de 2015

Poesía menor



Hay por todas partes gente conocida que habla en verso. Gente simpática, de cierto ingenio. Suele frecuentar teatros, cafés, diarios, revistas y otros lugares donde pululan periodistas y gente que cuenta chistes, y los chistes se quedan por  ahí  rodando de boca en boca.
Recuerdo a un empleado de un teatro de Madrid que era una especie de comodín, un hombre muy agradable y muy eficiente que se ocupaba de todo y resolvía cualquier problema que se planteara diciéndolo todo en verso. 
Una vez el director, también en verso, le dijo que quería verle.

Oye, Riera -te dice el director, también en verso-,
que cuando termine la función,
que subas a la dirección,
que en la dirección te espera”.

De chicos repetíamos esta cantinela deliciosamente surrealista, que todavía recuerdo:

“Pinto, pinto, gorgorito,
saca las vacas a veinticinco.
¿En qué lugar?
En Portugal.
¿En qué calleja?
En Moraleja, esconde la mano que viene la vieja”.

Aquel otro decía:

“Eres joven y eres rica;
¿qué más quieres, Federica?”.

Y Ramón Miarnau Roca lo mejoraba sensiblemente recitando:

“Eres joven, eres guapo
y con dinero.
¿Qué más quieres, Baldomero?
Ser más joven, ser más guapo,
ser más rico
y llamarme Federico”.

Hay una copla vasca rotunda a más no poder:

“Viva la gente de trueno,
 viva la gente torera,
 viva todo aquel que dice:
¡Salga el sol por donde quiera!”.

Indudablemente, los peores versos de la lengua española son éstos:

“Eres en virtudes rico,
siendo de Luzbel espanto:
¡Federico Tedeschini,
arzobispo de Lepanto!”.     
                                                                                                            
No se sabe, o por lo menos yo no sé quién fue el autor.

Federico Tedeschini era Sustituto de la Secretaría del Estado Vaticano cuando Benedicto XV, en las postrimerías de su pontificado, lo destinó a la Nunciatura de Madrid el 13 de marzo de 1921 para sustituir al Nuncio Apostólico Francisco Ragonesi, que había estado en España desde 1913.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 18 de noviembre de 2014

La gramática llora



Alguien hizo las “pases” (en lugar de paces) con alguien, leí hace unos días en un titular de un medio informativo online, no recuerdo ahora cuál. El editor no envió al redactor del título a pacer con las vacas a las feraces praderas de Corrientes. Así estamos.
El crimen de la estudiante chilena”, dicen en el noticiero de todos los canales de aire. La pobre estudiante chilena no cometió ningún crimen, fue objeto de uno. El asesinato de la estudiante chilena, debería decirse.
La Gramática y su hija favorita, la Ortografía caminan llorando, maltratadas, dando tumbos por un sendero solitario, quizás en busca de un lugar en el que las traten bien… ¿Acaso la Real Academia Española?
Las otras hijas, la Prosodia, la Morfología, la Sintaxis y las nietas, la Ortología y la Fonética se  quedaron en casa sollozando, también. El panorama es sombrío.
Alex Grijelmo dice que nunca ha visto a un periodista que escriba bien… y con faltas de ortografía.
Alguna razón habrá para que quienes tienen ideas brillantes y se muestran rigurosos en sus datos y en sus fuentes sean también los que más cuidan su forma de expresarse.
Grijelmo añade que no se refiere a la necesidad de adquirir unos conocimientos teóricos, filológicos, lexicográficos… que muchos consideran aburridos. Hablo del genio del idioma, del armazón interno que tiene nuestra lengua y que nos atrapa con la suavidad y la fuerza de un oso panda gigante, añade.
Inmediatamente se alzaron voces disidentes:
Se entiende lo mismo, se escriba como se escriba; yo vengo diciendo “primer vez” desde que tengo uso de razón, no voy a empezar ahora a decir primera vez; hay cosas más importantes que la ortografía; escribiendo de prisa, a veces uno se confunde; ¡basta con los maestrillos!; ¡cada uno escribe como sabe!; confrontar significa cotejar, comprobar, pero ha cambiado ya de significado y ahora se usa como sinónimo de enfrentar; ¡como si no tuviéramos bastante con todos los que nos corrigen, ahora viene el señor Alex Grijelmo a enmendarnos la plana!: ¿quién es el señor Grijelmo y cuáles son los pergaminos que le autorizan a pontificar?
  
Los pergaminos de Grijelmo

Pues el señor Grijelmo y sus pergaminos son:
Alex Grijelmo nació en Burgos (España), en 1956. Es doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y titulado en alta dirección de empresas (PADE) por el IESE. Trabajó en el diario La voz de Castilla, en la agencia Europa Press y durante dieciséis años en diario El País de Madrid. Coordinó la edición del Libro de estilo de ese periódico (1988), y ha escrito El estilo del periodista (1997), Defensa apasionada del idioma español (1998), La seducción de la palabras (2000), La punta de la lengua (2004), El genio del idioma (2004), La gramática descomplicada (2006), Palabras moribundas 2011), en colaboración con Pilar García Mouton, y La información del silencio (2012). Fue responsable periodístico de los medios de Prisa en América, dirigió la agencia EFE (2004-2012) y en 2007 fue elegido presidente del Consejo Mundial de Agencias para un mandato de tres años. En 1999 recibió el premio nacional de periodismo Miguel Delibes, y en 2006 el honorary degree de la fundación universitaria ESERP por su gestión empresarial, así como la Antena de Oro de la Asociación de Profesionales de Radio y Televisión por sus colaboraciones sobre lenguaje en el programa de RNE No es un día cualquiera, que dirige Pepa Fernández. En 2012 se reincorporó a Prisa Noticias como director de Desarrollo Internacional, y actualmente es adjunto al director de El País y columnista del periódico con su sección La punta de la lengua.
Este texto figura íntegro, tal cual lo hemos transcripto, en la solapa de la cuarta edición de El estilo del periodista, de Alex Grijelmo, publicada por la colección Pensamiento de la editorial Taurus en Buenos Aires. El libro está en todas las librerías, mide 24 por 15 centímetros y tiene 568 páginas. Su lectura es altamente recomendable para todos los profesionales de la información.
Acaso lo sea también para esas personas relativamente educadas a las que María Elena Walsh responsabiliza en su libro Diario brujo del “desmadre lingûístico”.
Los desposeídos, las personas humildes suelen ser modelos de corrección, saben muy bien lo que quieren comunicar y nadie deja de entenderlos: a muchos porque son provincianos o de diversos países hispanohablantes, a otros porque disfrutan de una quizás incompleta pero excelente enseñanza primaria, remachaba la excelente escritora, compositora y cantante argentina.

Por la transcripción: © J. L. A. F.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

"Limerick"



El “limerick”, como saben mis amigos anglófonos, a quienes dedico este “post”, es un poema inglés de cinco líneas, generalmente de contenido humorístico. Sus dos primeras líneas riman con la última y la tercera con la cuarta. Son muy populares en Gran Bretaña. Algunos pecan de groseros.
He aquí un “limerick” típico:

There was an old man of Perú
who dreamt he was eating his shoe.
He awoke in the night
with a terrible fright,
and found it was perfectly true

Como no quiero dejar a mis amigos que no dominan el inglés sin saber qué dice el “limerick”, incluyo una traducción -no palabra por palabra-, que no tiene rima ni medida, al darse a conocer sólo el significado:

Un anciano soñó en Perú que se comía su zapato. Se despertó durante la noche con un terrible presentimiento, y descubrió… que su sueño era una absoluta realidad.  

Por la transcripción: © J. L. A. F.

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Qué inglés?



El inglés es un idioma autoritario. Recto. Erudito. Académico. Pocos acentos prometen la alta nobleza del inglés de la Reina. Es un acercamiento al idioma que agita los corazones de los devotos de James Bond y Hemien Granger. Y si el orador no puede saciar la mayoría de tus irracionales deseos, por lo menos aprenderás algo.
Esto ha dicho el periodista estadounidense Jordan Burchette en una encuesta de la cadena CNN.
Pero, ¿qué inglés?  Porque antes había un solo inglés. Un sólo idioma inglés, quiero decir. Era el que nos enseñaba a los niños una profesora particular (inglesa, por supuesto), alta, delgada, angulosa, seca, de rostro cuadrado y enérgico y antiparras de carey. En invierno lucía –es un decir…- trajes sastre de "tweed" y en verano vestidos floreados. Parecía un personaje de la deliciosa novela "Los cuadernos del mayor Thompson", del escritor francés Pierre Daninos.
La "teacher" en cuestión nos enseñaba el inglés de Dickens (1), Johnson (2) o Goldsmith (3), que aprendíamos a regañadientes pues nos gustaba más el francés que escuchábamos hablar a nuestra madre y nuestra abuela.
Luego, cuando empezamos a leer los diarios nos enteramos de que había otros ingleses que se hablaban, entre otros lugares, en Canadá, la Península Escandinava, la India, Sudáfrica, Australia, Gibraltar, las islas Malvinas y, naturalmente, Estados Unidos, donde se filmaban las películas del Oeste que tanto nos gustaban.
El "Spanglish", o mezcla de español e inglés, sentó patente de corso cuando los cubanos empezaron a irse a Miami. Hasta ahí todo estaba más o menos bien. Uno hablaba inglés británico o inglés norteamericano y podía viajar por todo el mundo y entenderse con la gente, porque cuando uno empezó a viajar por todo el mundo ya se hablaba inglés en todo el mundo.

Luego vinieron los otros ingleses... 

Luego vinieron los otros ingleses...
El primer inglés… raro fue el de los manuales  que acompañaban  -y siguen acompañando- a los artefactos electrónicos, los del hogar y los otros. A ese inglés se le denominó técnico y la denominación es muy buena porque lo escriben técnicos de muy alto nivel. Tan alto es su nivel -y ellos lo saben- que el inglés en el que escriben las instrucciones para el uso de los aparatos que vienen de Japón, China, Hong Kong, Corea y Malasia no está destinado a los usuarios, sino a técnicos de nivel inferior al de los que escribieron las (supuestas) explicaciones. 
Otro inglés es el de la computación, en el cual "save" no es ahorrar sino salvar (un texto) en una "folder" -que milagrosamente sigue queriendo decir carpeta en español-; el “mouse" no es un ratón-, o sea, sí, pero un ratón distinto a los de toda  la vida, a los que les gusta el queso que se les pone de cebo en trampas para capturarlos; y si se cuelga el "server" no hay que preocuparse porque nadie toma la trágica determinación de ahorcarse. Es que el sistema o la red electrónica se viene abajo, casi siempre por razones desconocidas o sencillamente sin ninguna razón. Lo que uno ha escrito laboriosa y prolijamente en la pantalla desaparece y casi siempre no vuelve más.
Pero quizá el inglés más... peculiar, por llamarlo de algún modo, sea el de la Internet, poderoso tótem de la New Age. El inglés de la Internet -que tan bien domina Marcelo Monzón, por ejemplo- incluye términos rusos, como iconos: así se llamaban antes las imágenes pintadas que representaban a la Virgen o a los Santos en la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Los iconos que pueblan ahora todos los programas de computación tienen su origen en el Apple Macintosh, el primer sistema que creó una interfaz gráfica. Los iconos mandan órdenes a los programas, operaciones o informaciones que ofrecer al usuario. Algunos de ellos son fijos, estándares, pero la persona que utiliza los programas puede usar iconos nuevos según sus preferencias y disponer, además, de una vasta biblioteca de signos. 
La Internet propone el lenguaje de los ideogramas y los pictogramas. Algunos lingüistas sostienen que la escritura en forma de pictograma es anterior al lenguaje hablado y habría surgido como un intento de fijar en imágenes una lengua de gestos. La dislexia o dificultad de adquisición de la lectura, tan común entre nosotros, apenas existía en culturas con escritura ideográfica (China, Japón). El nuevo idioma pictográfico fue ideado por el diseñador austríaco Otto Neurath, a quien se considera el padre de las señales de tráfico.

1) Escritor inglés nacido en Landport en 1812 y muerto en 1870. Tuvo una infancia marcada negativamente por los problemas económicos de sus padres, lo cual influyó en su obra.   Entre 1838 y 1842  publicó “Oliver Twist"  y "Nicholas Nicklebey". También fue periodista y fundó el periódico "Daily News”. En 1849 editó su novela favorita: "David Coperfield". 
2) Ensayista y lexicógrafo inglés. Nació en Lichfield (1709) y murió en Londres (1784). De su obra literaria se destaca "Vida de los poetas ingleses". También escribió un diccionario.
3) Escritor británico nacido en Kilkenny West en 1730 y muerto en Londres en 1774. Autor de comedias, obras de historia y poemas. Su mayor logro literario fue la novela “El vicario de Wakefield”.

© José Luis Alvarez Fermosel

lunes, 22 de septiembre de 2014

Versos malos y alguno bueno



Todos tenemos algún conocido que habla en verso. Gente simpática, de cierto ingenio. Suelen frecuentar teatros, cafés, diarios, revistas y otros lugares donde siempre hay actores, periodistas y gente que cuenta chistes. Algunas de sus cosas a veces se publican, o se hacen populares rodando por ahí de boca en boca.
Recuerdo a un empleado de un teatro de Madrid que era una especie de comodín, un hombre muy agradable y muy eficiente que se ocupaba de todo y resolvía cualquier problema que se planteara.
Una vez el director le pidió que le dijera a un actor que subiera a verle. El empleado, cuyo nombre no recuerdo, cumplió inmediatamente el encargo, diciéndole al intérprete:

“Oye, Riera,
que dice el director,
que cuando termine la función,
que subas a la dirección,
que en la dirección te espera”.

De chicos repetíamos esta cantinela deliciosamente surrealista, que todavía recuerdo:

“Pinto, pinto, gorgorito,
saca las vacas a veinticinco.
¿En qué lugar?
En Portugal.
¿En que calleja?
En Moraleja, esconde la mano que viene la vieja”.

Aquel otro decía:

“Eres joven y eres rica;
¿qué más quieres, Federica?”.

Y Ramón Miarnau Roca lo mejoraba sensiblemente recitando:

“Eres joven, eres guapo
y con dinero.
¿Qué más quieres, Baldomero?
Ser más joven, ser más guapo,
ser más rico
y llamarme Federico”.

 Hay una copla vasca rotunda a más no poder:

“Viva la gente de trueno,
 viva la gente torera,
 viva todo aquel que dice:
¡Salga el sol por donde quiera!”.

Indudablemente, los peores versos de la lengua española son éstos:

“Eres en virtudes rico,
siendo de Luzbel espanto:
¡Federico Tedeschini,
arzobispo de Lepanto”.

No se sabe, o por lo menos yo no sé quién fue el autor.
Federico Tedeschini era Sustituto de la Secretaría del Estado Vaticano cuando Benedicto XV, en las postrimerías de su pontificado, lo destinó a la Nunciatura de Madrid el 13 de marzo de 1921 para sustituir al Nuncio Apostólico Francisco Ragoneri, que había estado en España desde 1913.
Como remate, para dejar un buen sabor de boca, como además estamos en primavera, vaya el soneto 126 de Lope de Vega:

“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.”

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 22 de julio de 2014

Tecnología jibarizadora



Califico de excelente el artículo, titulado Minilenguaje, que la periodista y escritora Alina Diaconú publicó en la revista de los domingos del diario La Nación de Buenos Aires el 20 de julio de 2014.
Trata sobre la influencia jibarizadora (1) de los “gadgets” de la moderna tecnología de las comunicaciones en el idioma, concretamente en el nuestro: el español, una lengua tan sonora, tan rica, en la que se han escrito obras geniales de la literatura universal y que hablan más de 500 millones de personas en todo el mundo.
Yo anticipé este infortunio hace tiempo –permítaseme la inmodestia, poco o nada frecuente en mí-, cuando dije que pronto hablaríamos como Tarzán, pero en la selva de asfalto, no en la perteneciente a la mona Chita. (Los simios tan de actualidad, otra vez, por lo menos en el cine.)
No se pierdan el trabajo de Alina Diaconú, que está muy bien escrito, como todos los suyos, y además tiene mucha gracia.

(1) De jibarizar: reducir el tamaño de algo. Para S. Medialdes, las causas de la jibarización de las lenguas clásicas no están del todo claras. Rodríguez Adrados considera que “son modas de pedagogos”.

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

Del autor:

domingo, 22 de junio de 2014

Vencer no es humillar



Retorna el verbo humillar a la crónica en este mundial de fútbol de 2014; y la tizna, la ensucia.
El verbo en cuestión se conjuga en la radio, la televisión, aparece impreso en los medios gráficos y va y viene por las redes sociales: tal equipo humilló a tal otro. Le metió tantos goles.
Los cronistas deportivos, o de fútbol, o muchos de ellos entienden que vencer es lo mismo que humillar.
No es así. Un partido de fútbol, un combate de boxeo o cualquier otro enfrentamiento –no confrontación, que no es lo mismo- es una justa deportiva y en ella tiene que imperar la caballerosidad.
El ganador humilla al perdedor cuando le hace de menos, o le echa en cara de mala manera su derrota, o le insulta. No cuando le gana en buena ley y como mandan los cánones, que es lo que hay que hacer.  
El que triunfa ha de ser amable con el que pierde, y éste debe aceptar su descalabro y ser el primero en felicitar al ganador. Unas veces se gana y otras se pierde. Los españoles tienen un dicho: En la mesa y en el juego se conoce al caballero. El juego en este caso es el fútbol.

La “primer” vez

Quizás utilizan el verbo humillar tan erróneamente –o con tanta y tan injustificada prepotencia- los mismos que confunden el (artículo) editorial con “la” (empresa) editorial, o que dicen “primer” vez por primera vez, “hace quince días atrás”, en lugar de hace quince días, o quince días atrás, o “si tendria”, en vez de si tuviera, o “imprimir” las medallas del Mundial, en lugar de acuñarlas en la Casa de Moneda, y no en “La Casa de la Moneda”, o se comen las eses o dicen  “mu” por muy, o “toos” por todos.
Todo esto y otras cosas más por el estilo las oímos a diario a presentadores y reporteros de radio y televisión, por no hablar de encumbrados políticos, que también hacen su aporte. Uno de estos dijo el otro día, sin ir más lejos, “desdicieron”, en lugar de desdijeron.
María Elena Walsh dijo textualmente en su delicioso libro “Diario Brujo” que “los pobres –hoy llamados carecientes porque el eufemismo es el oropel de la hipocresía, digamos mejor los desposeídos- suelen ser modelos de corrección, saben muy bien lo que quieren comunicar y todo el mundo los entiende. Muchos son provincianos o de diversos países hispanohablantes, otros disfrutaron de una excelente enseñanza primaria”: el buen colegio, al que nos referimos con frecuencia.
La gran escritora, compositora y cantante argentina atribuía el “desmadre lingüístico” a gente relativamente educada, en general de clase media.
Y calificaba de predadores de la sociedad civilizada a los “intelectuales” que hablan como loros con un escaso vocabulario, pronuncian mal infinidad de palabras, introducen barbarismos, se saltan a la torera normas de concordancia y cometen otros muchos y gruesos errores que se incrustan en el habla y la escritura y se ponen de moda, por el boca a oreja.

© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 27 de mayo de 2014

Ni ángeles ni bestias



- El hombre no es ni ángel ni bestia, y la desdicha quiere que aquel que desea hacer el ángel haga la bestia. Es peligroso hacer ver al hombre cuán igual es a las bestias, sin mostrarle su grandeza. Y también es peligroso hacerle ver su grandeza sin mostrarle su bajeza. Pero es todavía más peligroso ignorar una y otra. No es menester que el hombre crea que es igual a las bestias o a los ángeles, no es menester que ignore lo uno y lo otro; pero que sepa qué es lo uno y lo otro.
- ¿Quién lo ha escrito, François?
- Un tipo que nació en mil seiscientos en mi tierra. Un tipo de la Auvernia. Mira, se llamaba Pascal. ¿Puedo con­tinuar?
- Sí.
- Que el hombre, por tanto, aprecie su valor. Que se ame, porque hay en él una naturaleza capaz de bien, pero que no se ame por las bajezas que esa naturaleza contiene.

(“De nada y así sea”, de Oriana Fallaci)

Por la transcripción: © J. L. A. F.

lunes, 12 de mayo de 2014

Ignorancia, primitivismo, escasez de vocabulario...



“La palabrota que ensucia la lengua termina por ensuciar el espíritu. Quien habla como un patán, terminará por pensar como un patán y por obrar como un patán, el pensamiento y la acción. No se puede pensar limpiamente, ni ejecutar con honradez lo que se expresa. Hay una estrecha e indisoluble relación entre la palabra, el pensamiento y la acción. No se puede pensar limpiamente, ni ejecutar con honradez lo que se expresa en los peores términos soeces".
Esto dijo el abogado, escritor, político y productor de televisión venezolano Arturo Uslar Pietri (Caracas 1906/2001) en su ensayo “La lengua sucia”.
El trabajo del brillante intelectual termina con una frase axiomática: “Es la palabra lo que crea el clima del pensamiento y las condiciones de la acción”.
El diario La Nación de Buenos Aires publica un interesante trabajo de Guillermo Jaim Etcheverry sobre un tema muy actual: el uso en los medios de comunicación social de un lenguaje basto y grosero, y en infinidad de ocasiones hasta soez.
Esto se ha convertido en algo reiterativo y constante y denigra e infecta un idioma tan claro y tan puro como el español.
Somos pocos los que nos referimos con frecuencia a esta calamidad. Sabemos que nuestra prédica no cae en terreno abonado, que nuestra crítica molesta a más de un… “intelectual a la violeta” de los muchos que piensan que el uso de palabrotas a troche y moche es “cool” y cosa de gente joven.
Pero no importa. Al menos nuestra conciencia no se carga con el peso de no utilizar los medios a nuestro alcance para denunciar las tropelías lingüísticas que han hecho injustamente una “lengua sucia” del castellano.

© José Luis Alvarez Fermosel

Nota relacionada:

lunes, 14 de abril de 2014

Más de lo mismo



Muy pronto pronto hablaremos como Tarzán. Naturalmente, amparados y aun publicitados por la Real Academia Española (RAE).
La RAE me recuerda a aquel cura que intervenía, en un pueblo de mi España natal en una partida de cartas durante la cual los jugadores soltaban, una tras otra, palabrotas de muy grueso calibre.
Un mirón le dijo en un momento dado al presbítero:
- ¡Hay que ver, padre, que dominio tiene usted de sí mismo: no se le escapa un taco ni de coña!
- No, hijo –respondió el cura- yo no digo malas palabras, pero en estas circunstancias –iba perdiendo- escucho a los que las dicen con complacencia.
El fútbol nos proporciona expresiones con mucha enjundia que le producen a uno, más que complacencia, risa descarada y franca. He aquí algunas:

El público, puesto en pie, aplaudió hasta enronquecer.
Ha sido fichado por el Real Torrejón el popular Crescencio Cuesta, que procede del Celtic y que juega simultáneamente de defensa central y de medio volante derecho.
Los entrenamientos serán los primeros jueves de cada semana.
El partido finalizó con empate a cero. Al descanso se llegó con el mismo resultado.
Pero hay más expresiones… bizarras, por utilizar un suave eufemismo, procedentes de otros estamentos de la sociedad –y particularmente de la intelligentsia local-. Veamos:

Durante el transcurso (En el transcurso)
Accesar (Acceder).
Cancelar una deuda (Pagar una deuda)
A la mayor brevedad (Con la mayor brevedad)
Si podría (Si pudiera)
Enforzar (Hacer cumplir)
Hubieron (Hubo)
Si habría (Si hubiera)
Conectividad (Conexión)
Concretizar (Concretar).
Disgresión (Digresión)
Escencia (Esencia)
Predominancia (Predominio)
Atrás mío ( Detrás de mí)
Culpabilizar (Culpar)

Ahora sí, a reirse tocan:

El entierro se celebró en la intimidad de la finada.
Intenso tráfico en el puente internacional al coincidir el final de julio y el comienzo de agosto.
Paseando entre el ganado, saludamos al señor intendente.
El baile fue amenizado por un numeroso cuarteto.
Los leñadores procedieron a cortar un árbol centenario de más de 1000 años.

Hay más, hay más, ya las iremos dando. Sin complacencia, valga la salvedad.

© José Luis Alvarez Fermosel

domingo, 13 de abril de 2014

Ovillejo



Una muestra más del talento del genial Quevedo. Yo solía recitar este ovillejo en la radio.

Don José de Pimentel,
(aquí entra él),
unos versos me pidió,
(aquí entro yo),
para Bernarda la bella,
(aquí entra ella),
y está tan fatal mi estrella,
en esto de discurrir,
que no encuentro qué decir,
ni de él, ni de mí, ni de ella.

Por la transcripción: © J.L.A.F.

martes, 11 de febrero de 2014

Por una coma



En cualquier texto, en todos los textos las comas tienen que estar en su sitio.
Esto dice, con toda la razón del mundo, el ex reportero de guerra, escritor y académico español Arturo Pérez Reverte.
Una coma fuera de lugar puede salvar la vida de un hombre, o quitársela.
Transcribimos parte del final de la comedia de Polichinelas “Los intereses creados”, una de las más aplaudidas del gran escritor español Jacinto Benavente (1866-1954), Premio Nobel de Literatura 1922:
“DOCTOR – Mi previsión se anticipa a todo. Bastará con puntuar debidamente algún concepto… Ved aquí: donde dice… ‘Y resultando que si no declaró…’. Basta una coma, y dice: ‘Y resultando que sí, no declaró…’. Y aquí: ‘Y resultando que no, debe condenársele…’. Fuera la coma, y dice: ‘Y resultando que no debe condenársele…’”.
Recordemos algo parecido: “Perdón imposible, que cumpla su condena”. Se corre la coma y queda: “Perdón, imposible que cumpla su condena”.
Enormes minucias, digamos recordando a Chesterton.

© J. L. A. F.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Traductores


Encuentro unos cuantos libros en un rincón de la biblioteca que creía que se habían perdido en la mundanza.
Casi todos son novelas y relatos policiales, de aventuras y alguno que otro de espionaje, escritos por Bret Harte, Hermann Melville, Jack London y otros más cerca en el tiempo, como Graham Greene, Simenon, Larry Collins, John Le Carré…
Abro algunos, los hojeo y encuentro anotaciones hechas por mí en los márgenes la última vez que los leí.
Son correcciones a errores de traducción, o lisa y llanamente a malas traducciones. Vaya el primer ejemplo: Sus palabras estaban diseñadas para comunicar valor a sus mariscales… Quizás hubiera sido mejor decir: Sus palabras estaban destinadas a infundir valor a sus mariscales.
En otro libro se lee: Viejo Oporto rancio por vino de Oporto añejo.
Abundan las cacofonías y los hiatos, como pequeña peña o una enmarañada tela de araña. Choque de eñes.
Y palabras, expresiones y nombres extranjeros mal escritos, como “leit motif por “leit motiv”, y Van Dike. El verdadero apellido del gran pintor flamenco es Van Dyck –que, entre paréntesis, creó la moda que se conserva hasta ahora de usar bigote y perilla, o “chivita”, en vez de barba completa-.
Un ingeniero eléctrico es en realidad un ingeniero electrónico, alférez no es un título, sino un grado militar y un desagüe no se emboza, sino que se atasca, se atranca, se tapa o se obstruye.

Confesión

Confesionario y no confesonario.
El agente estaba detrás mío. Se dice el agente estaba detrás de mí.
Con los dientes, descorchó una botella de Chambolle Mussigny. ¡Dios mío, qué dentadura!
Maquillista para mí es maquillador. Pero vaya uno a saber si la Real Academia Española, que tanto y tan bien contribuye a la confusión general, habrá adoptado ese término.
Como siempre, casi todos los traductores de novelas policíacas, por no decir todos confunden revólver con pistola –¡qué increible!- y degradan a Maigret llamándole inspector, cuando es comisario
Hay traductores muy buenos, como Josefina Delgado, Giménez Jr., Julio Gómez de la Serna, Torrente Malvido, López Pacheco, Fernández de Castro, Sánchez Dragó, Ernest Jordá…
Otros, en cambio, son bastante chapuceros, perdón. Lo más raro es que, al parecer, cuando terminan sus traducciones nadie les echa un vistazo final para ver si hay algún error. Dan por sentado que todo ha de estar bien. Y hacen mal, porque ya se sabe que errar es humano.
Escribir bien no es difícil, ni fácil. Sencillamente, hay que saber. Hoy en día se escribe mucho y muy mal.
Habría que quedarse más tiempo en casa, leyendo, estudiando y aprendiendo. Ya lo dijo Pascal: “La mayoría de los problemas que se les plantean a los hombres es por no quedarse solos y tranquilos en sus casas”.

© José Luis Alvarez Fermosel

Notas relacionadas:

sábado, 23 de noviembre de 2013

Más y menos


A la mujer de Más, Blas

la visita por de más;

y según propios y ajenos,

para la mujer de Más,

lo de Más es lo de menos.
 

Epigrama de: Carlos Cano