viernes, 31 de julio de 2009

De desaliños e ideologías

El ex guerrillero de ultraizquierda José “Pepe” Mujica, devenido político y candidato a la presidencia de Uruguay, está por estrenar su primer traje, a los 64 años.
Mujica, dicen cables de agencias y despachos de corresponsales, anda por las calles de la capital uruguaya siempre vestido con un gastado pantalón vaquero, viejas poleras y zapatillas deportivas sucias.
Se lo ve a menudo desgreñado y sin afeitar. Ocasionalmente se toca con un sombrero que parece adquirido de enésima mano en una chamarilería del viejo Montevideo.
Con tal de que no huela, como el indio de aquella novela de Raymond Chandler…
(A mí me dijo tiempo ha una gitana que me olfateaba como un cachorro en la penumbra del Sacromonte granadino:
- No hueles a hombre.
- ¿A qué huelo?
- A mujer, que son las que se echan perfume.
Yo, que me había friccionado con alcohol de romero después de ducharme en el gimnasio, le pregunté:
- ¿A qué huelen los hombres, o a qué deben oler?
- A sudor, a vino y a tabaco.
Ella olía a canela y jazmín. Se lo dije. Nos pusimos de acuerdo…)
Los últimos presidentes de Rusia, cuando todavía era la Unión Soviética, se encargaban los trajes en la mundialmente famosa sastrería italiana Brioni, que vistió al actor británico Pierce Brosnan en su caracterización de James Bond.
Fidel Castro, el numen de todos ellos, aparece en público y en las conferencias internacionales impecablemente vestido con trajes cruzados, tal vez firmados por Armani.
Su más apasionado turiferario, el bolivariano Hugo Chávez, no le va a la zaga, aunque se ciñe los trajes al cuerpo como un torero. Georges Simenon decía al respecto que pocas cosas empeoran tanto el aspecto de un hombre en su plenitud como un traje estrecho.
Yo conozco marqueses –no voy a dar sus nombres, naturalmente-que van a fiestas con parkas con capucha y los zapatos sin lustrar desde hace tanto tiempo que parecen grises, sean del color que sean, por el polvo acumulado en ellos. Y son de derecha.
A mí me parece que la ideología no tiene nada que ver con la indumentaria.
Vestirse sencilla y correctamente, de forma apropiada a cada ocasión, es lo más indicado para los derechistas, los izquierdistas y los centristas.
“Marcar tendencia” con las vestiduras, hacerse notar o pretender agredir, más que esnobismo, a mi juicio es una gilipollez.
No haberse puesto nunca un traje hasta los 64 años no creo que tenga significado de símbolo, signo, bandería, ideología o carácter. Más bien es un extremismo.
El dictador rumano Nicolás Ceausescu tenía 9.000 trajes. En los 24 años que estuvo en el poder estrenó un traje cada día. Otro extremismo.


© José Luis Alvarez Fermosel
Notas relacionadas:

“El ‘presidenciable’ favorito de Uruguay estrena su primer traje a los 64 años”
(
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/31/internacional/1249056472.html)
“El macho posmo en ojotas”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2007/09/el-macho-posmo-en-ojotas.html)

miércoles, 29 de julio de 2009

Un merengue "ripiao"

El presidente de una compañía en Miami le dice a su gerente general:

“El lunes próximo, a eso de las siete de la tarde, el cometa Halley se hará visible. Es un acontecimiento que ocurre cada 78 años. Reúna al personal en el patio de la fábrica, todos con casco de seguridad, que allí les explicaremos el fenómeno. Si llueve, este raro espectáculo no podrá verse a ojo desnudo. En ese caso, entraremos en el comedor, donde se exhibirá un documental sobre el tema”.

El gerente general al jefe de producción:

“Por orden del presidente, el lunes, a las siete de la tarde, aparecerá sobre la fábrica el cometa Halley. Si llueve, reúna a los empleados, cada uno con su casco de seguridad, y llévelos al comedor, donde se verá un raro espectáculo que sucede cada 78 años a ojo desnudo”.

El jefe de producción al supervisor:

“A pedido de nuestro gerente general, el científico Halley, de 78 años, aparecerá desnudo el lunes a las siete de la tarde en el comedor de la fábrica, con un casco en la cabeza, porque va a presentarse un documental sobre el problema de la seguridad en los días de lluvia”.

El supervisor a su asistente:

“Todo el mundo desnudo, sin excepción, deberá estar en el patio el lunes a las siete, donde el famoso músico Halley mostrará el vídeo 'Bailando bajo la lluvia'. El 'show' se presenta cada 78 años”.

Por último, el asistente a sus empleados:

“El jefe cumple 78 años el lunes, y va a haber un merengue 'ripiao' en el patio y en el comedor con el famoso conjunto Papo 'Jali' y sus cometas. Todo el que quiera puede ir desnudo, o sea, en pelotas, pero con casco, porque se va a armar una jodedera del carajo, aunque llueva”.

¿El cuento del tío?

Ya hemos comentado el tema de las terapias alternativas en este blog. A nuestra opinión se sumaron muchas que la sostenían y la apoyaban: la mayoría de las terapias en cuestión son pura filfa.
En los Estados Unidos se califica de decepcionante a la medicina alternativa y se afirma, con fundamento científico, que los remedios para curar que publicitan esos tratamientos son ineficaces.
El informe es largo, pero merece la pena leerse detenidamente. No hay que escuchar el canto de las sirenas.

martes, 28 de julio de 2009

Nieve blanca

Existe una ignorancia simple que precede al conocimiento, y una ignorancia doctoral que le sigue, una ignorancia que el conocimiento crea y fomenta a medida que destruye la primera. (Montaigne)

Nieva dulcemente en varias provincias, lo cual es novedoso en Argentina –menos en el extremo sur-. Hemos visto por la televisión a niños filmados junto a muñecos de nieve con un pimiento verde por nariz y una bufanda roja rodeando el cuello, ya convertido en hielo.
La nieve afelpa tejados, techos de automóviles estacionados y los cables del tendido eléctrico. Parece que el suelo estuviera cubierto por una gran alfombra blanca.
“La nieve blanca…”, se nos informa por la televisión.
Eso: bueno es que nos desasnen, porque nosotros creímos siempre que había nieve negra, nieve azul, nieve verde…
También hemos oído decir a políticos entrevistados en medios audiovisuales, a sus entrevistadores y a otras personas supuestamente poseedoras de alguna instrucción, o por lo menos con aspecto de tenerla:
Esfigie, que no es nada. Esfinge es una estatua en forma de león echado con cabeza humana (Arte), o un monstruo fabuloso con cabeza y pecho de mujer y cuerpo de león que proponía enigmas insolubles (Mitología). Efigie es una imagen o representación (de una persona).
Hay más. Por ejemplo: Mu bien por muy bien, está bueno por está bien, qué bueno que está por qué bueno es o qué bien está, felicidades por felicitaciones, preveer por prever, encargue por encargo, sugestión por sugerencia, pinche por pincho, narrativizar por narrar, aprete por apriete, amenazantemente por amenazadoramente, detrás mío por detrás de mí, doblegar por redoblar (se doblegan las voluntades y redoblan los tambores), redoblar la apuesta por doblar, o subir la apuesta.
Más, todavía, ¡y en menos de una semana! Hartarse a por hartarse de, no podemos dejar de pasar por alto por no podemos pasar por alto, romanticidad por romanticismo, periciar por practicar una pericia. Y la cereza en el pastel: como si no hay nadie por como si no hubiera nadie.
No se olviden: la nieve es blanca…


© José Luis Alvarez Fermosel

viernes, 24 de julio de 2009

Letal concatenación de parentescos

“Un habitante de Filadelfia se suicidó y dejó la siguiente nota:
‘Me casé con una viuda que tenía una hija crecida, de la que se enamoró mi padre, que se casó con ella, con lo que se convirtió en mi yerno, y mi hijastra pasó a ser mi madre, o mi madrastra, por ser la esposa de mi padre. Mi mujer tuvo un hijo que, naturalmente, era cuñado de mi padre, y también tío mío, pues era el hermano de mi madrastra. La mujer de mi padre también tuvo un hijo, que naturalmente era mi hermanastro, y también mi nieto, pues era hijo de mi hija. Por consiguiente, mi esposa era mi abuela, por ser la madre de mi madre, y yo era, al mismo tiempo, marido y nieto de mi mujer, y como el marido de la abuela de una persona es su abuelo: ¡yo soy mi propio abuelo!’”.

© Mark Twain

N. del E.: Mark Twain fue el seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, nacido en Florida, Missouri, en 1835. Se inició como periodista y humorista. Escribió novelas de aventuras, cuyos personajes se desenvuelven casi siempre alrededor del río Mississippi. Fue también conferenciante, cronista de viajes y un personaje simpático y movedizo que desempeñó mil oficios. Está considerado como uno de los mejores escritores norteamericanos. Escribió Un yanqui en la corte del rey Arturo, Las aventuras de tom Sawyer, Huckleberry Finn y otras obras que le dieron gran renombre. Murió en Connecticut en 1910.

Nota: El retrato del escritor fue pintado por Carroll Beckwith en 1890.

Tortas de crema

Hay un grupo, o logia belga, la Internacional Pastelera, que se dedica a elaborar tortas de crema y a entrenar a un equipo de lanzadores, encargados de tirárselas a la cara a aquellas personas que se creen importantísimas y desprecian a cuantos los rodean, o que a juicio de la logia son excesivamente acartonadas, petulantes o engreídas.
Han recibido tortazos de crema, entre otros, la escritora francesa Marguerite Donnadieu –que utilizaba el seudónimo de Marguerite Dura-, el cantante de la misma nacionalidad Patrick Bruel, el filósofo argelino Bernard-Henry Lévy y el estadounidense Bill Gates, el emperador del Silicon Valley (1).
A mí la iniciativa me parece fantástica. Total, las tortazos de crema Chantilly (2) no hacen daño, no ofenden como, por ejemplo, la bofetada, que es tan humillante, tan dolorosa y le deja a uno sin saber cómo reaccionar, porque en ese momento no se acuerda de lo de poner la otra mejilla; en todo caso, si la agresora es una señora siempre le queda a uno el recurso de decir: “Manos blancas no ofenden (3)”.
El impacto de una buena torta de crema en la cara le baja los humos al más pintado. El único perjuicio que puede esgrimir el escogido para recibir el varapalo es que la crema de la torta le haya manchado la corbata, o la blusa, si se trata de una mujer.
Que el damnificado mande la prenda que sea a la tintorería y la Internacional Pastelera se haga cargo de la cuenta.
¡Cuántos hociquillos respingados, cuántas testas como esculpidas en mármol, cuántas expresiones de altanería quedan purificadas al recibir un buen pastelazo en plena cara!: como el campo sucio cuando cae la nieve sobre él y lo deja inmaculado, y la imagen no es gratuita, pues la crema Chantilly es blanca como la nieve.
Me encantaría que en Buenos Aires hubiera una delegación de la Internacional Pastelera Belga. ¡Hay aquí tántos merecedores de esa punición, por así llamarla, cuando no de otras más severas…!
En tales casos queda siempre el consuelo de darle un lametazo a parte de la crema que le embadurne a uno el rostro, una vez disipada la primera impresión de sorpresa, de enojo o de rabia…
Cambiando de tema, o yendo a una variante del mismo: ¿se acuerdan –los más veteranos- de aquellas divertidas batallas con tortas de crema de las películas de Stan Laurel y Oliver Hardy, los hermanos Marx, el director Blake Edwards –el de Víctor Victoria- y tantas otras de tantos realizadores cinematográficos favorecidos con el don de hacer reir al prójimo, en vez de humillarlo?
- Una torta de crema Chantilly grande, gruesa, pesada…
- ¿Cómo para cuántas porciones?
- No, si no es para comer, es para lanzar.

(1) Valle del Silicio en español, al sur de la bahía de San Francisco (California): el imperio de las compañías de alta tecnología, especializadas en informática.
(2) Creada por Vatel, cocinero del príncipe de Condé.
(3) Frase pronunciada por Francisco Tadeo Calomarde, ministro de Gracia y Justicia durante la restauración absolutista de Fernando VII, después de recibir una bofetada de la infanta Luisa Carlota durante un conflicto sucesorio por el trono de España.


© José Luis Alvarez Fermosel


miércoles, 22 de julio de 2009

Alejandro Dumas de actualidad

Alejandro Dumas (1802-1870) vuelve a ser noticia. La última paga es un texto inédito suyo encontrado en viejos archivos del KGB –el ex servicio secreto de la Rusia soviética-.
Así lo reveló la revista rusa Knizhoe Obozremie (Panorama Literario).
Dumas, autor de más de 300 obras, puso en escena en esta ocasión al poeta ruso Alexandr Puschkin y a Edmundo Dantés, héroe de su novela El conde de Montecristo.
Alejandro Dumas viajó por primera vez a Rusia en 1858. Allí conoció las obras de Puschkin, Nekrassov, Lermontov y otros autores de renombre en el que entonces era el país de los zares.
A su regreso a Francia, Dumas dejó constancia de sus impresiones en varios libros, entre ellos De París a Astrakan, El Cáucaso y Cartas desde Petersburgo.
El autor de novelas históricas tan leídas como Los tres mosqueteros, El collar de la reina y El paje del duque de Saboya, relató sucesos de la historia argentina en La nueva Troya, escrita en 1850.
En esa obra el autor se solidariza con los habitantes de Montevideo -entre los que había una gran cantidad de franceses-, sitiado por Juan Manuel de Rosas.
La editorial Marea, que dirige Constanza Brunet, publicó el libro, traducido por Alejandro Waksman, en la colección Náufragos.
De Montecristo se hicieron varias películas y alguna serie de televisión. La última, si la memoria no nos es infiel, fue protagonizada por Gerard Depardieu.
Hace menos de un lustro la editorial Debate sacó al mercado una nueva edición de El Conde de Montecristo, la obra más ambiciosa de Dumas, que gana en trascendencia y, más que nada, en misterio a Los tres mosqueteros.
Para el prestigioso crítico literario español Miguel García-Posada, habitual columnista del diario madrileño El País, el éxito de la novela “(…) se explica en parte por la dimensión más que folletinesca del personaje central, que está, sin duda, nutrido de todos los elementos del género, que Dumas manejaba con absoluta destreza”.
Antonio Gramsci (1) dijo que el conde concentra en sí una energía nietzscheana.

(1) Intelectual y activista político italiano.


© José Luis Alvarez Fermosel

"Debunkers" y triángulos

Vivimos en una época de letargo, de ignorancia arrogante, de lectura escasa y revisión, reflexión y análisis casi nulos, como señala en su libro “El whisky de los poetas” el escritor chileno Jorge Edwards, recientemente galardonado con el II Premio Iberoamericano-Casa de América de Narrativa por su novela La Casa de Dostoievski.
Tiempos como estos constituyen terreno abonado para el desarrollo de la irrealidad y la superstición, en diversas formas, y toda clase de mitos y engaños.
Por suerte han surgido últimamente algunos “debunkers”, palabra alemana con la que se identifica a los paladines que desacreditan, desmitifican y desenmascaran.
Estos benefactores de la humanidad se preocupan por hacernos volver a la realidad y que recordemos que al día le sigue la noche y dos y dos son cuatro, siempre, y no algunas veces.
Uno de ellos asegura, nada menos, que el maleficio del Triángulo de las Bermudas es un camelo.
Se trata del investigador de fenómenos paranormales y escritor estadounidense Larry Kusche, autor del libro “El misterio del Triángulo de las Bermudas desvelado”, editado por Sagitario.
En la obra de Kusche se sostiene que el misterio del esotérico triángulo es uno de esos clásicos enigmas que, a decir verdad, consisten exclusivamente en una serie de casos con poca, o ninguna base o verosimilitud.
En uno de ellos el aventurero Bill Verity, a quien varias fuentes daban por desaparecido en el Triángulo de las Bermudas en 1969, apareció sano y salvo, e incluso fue entrevistado por teléfono por Larry Kusche.
El “Misterio del Triángulo de las Bermudas desvelado” es un libro frío, impersonal, incluso un poco aburrido.
Kusche se limita a poner sobre el tapete los abundante datos recogidos en sus investigaciones, añadiendo sólo los comentarios imprescindibles para que el lector comprenda las implicaciones de todos los casos.
El Triángulo de las Bermudas, que ha hecho correr ríos de tinta, es una zona rodeada por una línea imaginaria que va desde la Península de la Florida a las islas Bermudas y Puerto Rico, y luego retrocede otra vez hacia Florida.
Hace mucho que no se denuncia la desaparición de un barco o un avión en el Triángulo de las Bermudas, donde se esfumó cierta cantidad de unos y otros, según se dijo tiempo ha.


© José Luis Alvarez Fermosel

martes, 21 de julio de 2009

El decálogo del whisky

Hace ya muchos años que el whisky se convirtió en la bebida ideal de sociedad, o para socializar.
Puede tomarse como aperitivo, con unas aceitunas negras o unas almendras saladas, antes de comer; pero en ese caso no conviene tomar más de uno.
En cualquier momento, lo mejor es tomar tres, y no más –bien servidos, eso sí-, con un chorrito de agua muy fría, y no con hielo, o con sifón: el clásico “whisky and soda” de las novelas de detectives y las películas antiguas.
Bueno será distanciar los tres whiskies lo más posible y comer algo, mientras tanto: queso, galletas, nueces.
Comoquiera que es un excelente vasoconstrictor, el whisky puede considerarse como bueno para la salud, tomado con prudencia, lógicamente.
Los ingleses, que consumen más cerveza y jerez que whisky, en contra de lo que se cree, suelen tomar una vaso de “scotch” después de la cena.
Hay un decálogo del whisky, que es el siguiente:

1) Con el whisky no se brinda.
2) El whisky no debe acompañar ninguna comida (1)
3) Ya no se bebe en vaso de “highball” o trago largo.
4) Las señoras pueden hacerle los honores perfectamente. Les queda mejor que un ananás “fizz”.
5) Como dijimos antes, puede mezclarse con agua fría.
6) En países donde el agua es muy clorada lo adecuado es usar agua mineral embotellada, “still, not sparkling”: sin gas.
7) No hay inconveniente alguno en tomar el whisky y el agua aparte.
8) Contrariamente a lo que se hace con el vino o con el champán, no es apropiado servir el whisky cada tanto. Tampoco lo es completar el vaso del invitado con el típico “refill”, o “refrescada”. Se le deja la botella, el vaso, el cubo con el hielo –si lo bebe con hielo- o la jarra de agua helada y que él se sirva cuando quiera y como quiera.
9) ¿Es canchero llevar una petaca de whisky en un bolsillo de la chaqueta, o en el portafolios? No lo sé. Pero siempre me acuerdo de lo que dijo el gran actor estadounidense William Claude Fields: “Lleve siempre consigo una petaca llena de whisky como antídoto por si le pica una víbora. Y lleve siempre también una pequeña víbora”.
10) Sólo el whisky muy bueno, de muchos años, puede pasarse a un frasco de cristal como el que aparece en la foto que ilustra estas líneas.


(1) El insigne periodista y “gourmet” español Xavier Domingo, que trabajó como yo en la Agence France Presse (AFP), sostenía que un bistec a la tártara se debía y se podía, en su opinión, acompañar con un whisky de calidad.



© José Luis Alvarez Fermosel


lunes, 20 de julio de 2009

Portales

Un portal ya no es una puerta grande, con zaguán para novios, o un hueco en la dentadura, sino un conjunto de páginas “web” que ofrece a los internautas todo tipo de informaciones, servicios y televenta.
Si quisiéramos recoger la idea original, a los portales los llamaríamos pórticos.
Portal suena ligeramente cutre, no casa mucho con la informática. Recuerda, más bien, a juntas de vecinos. ¿Quién barre el portal esta semana?
Además, los portales ya no están de moda. Lo más “cool” ahora son los vortales, los vórticos, es decir, los portales verticales.
Raúl Portal me metió una vez en un… portal lleno de monos, y los monos me cayeron encima como llovidos del cielo.
Una mona grande se abrazó a mí y así se quedó todo el tiempo que duró la entrevista, pues de una entrevista para la televisión se trataba.
Un mono chiquitito de color gris no dejaba de tirarme de la barba.
Un poeta perteneciente a no sé qué ismo decía en Madrid, hace muchos años, en verso, que los árboles se metían en los portales.
Esto es una especie de ejercicio de asociación libre, ya lo sé.



© José Luis Alvarez Fermosel


Vizcaíno Casas o el elogio de la nostalgia

Con este título, el escritor español Carmelo López-Arias Montenegro escribió un bello artículo en El Semanal Digital.com -Primer weblog de la prensa española- sobre Fernando Vizcaíno Casas, que glosó en una buena parte de su obra la posguerra española, cuyo recuerdo estaba todavía fresco.
López-Arias, “lui même”, habla de la nostalgia, reivindicándola como el hecho de “
reconocernos en quienes fuimos”.

“Femando Vizcaíno Casas, crítico mordaz y sarcástico de la Transición, no era contrario a ese proceso ni a la democracia española, sino a tres cosas: el cambio de chaqueta, la mentira histórica y el ridículo autonómico. Con esas tres lacras de la España postfranquista fue implacable.
Su pluma alcanza verdadero relieve literario, sin embargo, en la evocación del pasado. Durante la Transición una palabra expresó por excelencia el sentimiento tabú: la nostalgia. Ser "nostálgico del régimen anterior" se constituyó en la peor lacra posible. Algo coherente con la situación si la reprobación alcanzase a ser "defensor" o "propugnador" o "partidario", pero... ¿por qué socavar un sentimiento tan hermoso y universal como el que nos vincula, con simpatía o con dolor exento de amargura, al tiempo vital que ya se escapó y sólo podemos recuperar por esa vía?
La nostalgia es la certificación de nuestra identidad. Constituye el aliciente para mirar hacia atrás y reconocernos en quienes fuimos, aun si no nos gusta lo que fuimos. Gracias a esa sensación, dulce o dolorida, ya mueva a la sonrisa, al sollozo o al remordimiento, nos apreciamos como esencialmente unos en el tiempo. Si él ayer no nos zarandease todavía el corazón, ¿cómo identificarnos con aquel ser que éramos, y con quien apenas guardamos ya nada en común?
A través de La boda del señor cura, Hijas de María, etc., Vizcaíno conectó con la generación de postguerra. Pintó una época dura en lo material, rica en lo personal, y mucho menos pacata y ñoña de cuanto se nos induce a pensar. Evocó los años cuarenta y cincuenta desde lo que para vencedores y vencidos era común: la vida cotidiana.
Le recordó a muchos españoles, atemorizados de sí mismos, que en medio de las dificultades fueron felices y normales. Conocieron una disciplina escolar hoy revalorizada, y la proximidad y sabiduría de sus maestros. Descubrieron el primer amor desde una inocencia que se pierde en nuestros días apenas se abandona la cuna. Tuvieron fe y rezaron con fervor porque así se lo enseñaron personas cuyo ejemplo les motivaba. Echaron raíces en una familia más o menos amplia y más o menos unida, donde aprendieron a dar tanto como a recibir, en una escuela del deber, y no del capricho.
Los niños de la época no hicieron la guerra ni tenían por qué saber si el régimen imperante era bueno o malo. Crecieron entre sotanas, retratos de José Antonio (1), padres estables y colegios donde resplandecía la autoridad. Un día, aún vivo Franco, eso se acabó, y coincidió con el final de su infancia, que mientras España cambiaba se fue perdiendo entre las neblinas de la nostalgia.
Vizcaíno vino a decirles que no se avergonzaran de experimentarla. Que no claudicaran en el gozo de un pasado que, para bien o para mal, era su pasado, en el cual se habían hecho hombres y mujeres y construído casi de la nada una nación mejor que la recibida.
Perdurará el mensaje, porque supo revestirlo de espíritu, elegancia y gracia”.


© Carmelo López-Arias Montenegro
(1) José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange española.

Nota relacionada:

“Historias puñeteras”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/07/historias-puneteras.html)

domingo, 19 de julio de 2009

Historias puñeteras

Ad pedem litterae

Fernando Vizcaíno Casas, nacido en Valencia en 1926 y muerto en Madrid en 2003, fue el abogado laboralista número uno de España y un escritor y periodista que cultivó con fortuna todos los géneros, de la novela al artículo, pasando por el ensayo, el tratado y el guión televisivo.
Después de 15 años de práctica periodística en varios diarios y revistas de toda España, ingresó en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, donde cursó toda la carrera, obteniendo el título oficial en 1971.
Fue autor de más de 40 libros, de los cuales vendió cuatro millones de ejemplares.
Integró tertulias de cafés literarios y ateneos.
Se inscribió en la “escuela humorística española”, que contó con lumbreras como Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Tono, Mercedes Ballesteros y tantos otros.
Recibió innumerables premios y condecoraciones.
De su libro Historias Puñeteras (1) extraemos las siguientes:

El demandante se llamaba Santiago Parrilla; la empresa demandada, Emparrillados Metálicos. Y el magistrado convenció a las partes de que debían conciliar, ya que, evidentemente, podía decirse que habían nacido la una para la otra.
..........
Diligencia de notificación negativa de sentencia:
En Elche, a 26 de octubre de 1998, me constituí en el domicilio de los interfectos, no pudiendo llevar a cabo la notificación de sentencia acordada por haber fallecido los dos y desconocerse su nuevo domicilio. Doy fe.
..........
El Boletín Oficial del Estado, más conocido por su si­gla o abreviatura, BOE, publicó un acuerdo de la Comisión Permanente de 14 de septiembre de 1984 por el que se nombraba juez unipersonal suplente del Tribunal Tutelar de Menores de Melilla. Normal. Sin embargo, sorprendió a los lectores de la también llamada Gaceta de Madrid que el acuerdo en cuestión apareciese firmado por

el Presidente del Consejo General del JODER Judicial.

Creímos entonces que se trataba de una errata; con el tiempo, se ha demostrado que fue toda una premonición.
Y por si algo faltara, en el mismo BOE de poste­riores fechas se citó al organismo como el CONEJO General del Poder Judicial. Con lo que, errata sobre errata, tendríamos la muy sicalíptica denominación de un CONEJO General del JODER Judicial.
..........
El testigo era un gitano, dicho sea con todos los respetos, que declaraba como testigo en una vista por lesiones.
Pregunta el juez:
- ¿Es cierto que la víctima fue apuñalada en la reyerta?
- Exactamente en la reyerta, no: un poco mas arriba. Entre el ombligo y la reyerta.
..........
Un banquero, procesado por estafa, recibe el entusiasta telegrama de su abogado defensor, así redactado; La verdad ha triunfado. Al que contesta inmediatamente: Apele usted.
..........
Bueno será terminar con otra verídica anécdo­ta, reveladora de la condición humana de los ma­gistrados, perfectamente compatible con su sabi­duría jurídica y su rigor profesional.
Se juzgaba en la Audiencia de Sevilla a la due­ña de un prostíbulo, acusada de ejercer como pro­xeneta, provocar escándalo público e incitar a la prostitución. Entró la rea en la sala con los ojos ba­jos, el semblante contrito, las manos juntas sobre el pecho; y ocupó el banquillo, siempre con la vis­ta clavada en el suelo. El presidente del tribunal le ordenó:
- ¡Póngase en pie la procesada!
Y ella, entonces, levantó la mirada por vez pri­mera y, sin disimular su asombro, exclamó:
- ¡Tomasito! ¡Si eres tú! ¡Qué casualidad...!

(1) Las puñetas son los encajes o adornos que llevan los jueces en las bocamangas.

Los defensores de la pureza

“Esto de la vida online no me gusta. No me copa la idea de relacionarme por medio de un monitor y que las personas pasen a ser sólo eso. No soy renuente a la tecnología pero no tolero que la vida pase por ahí”, dice Florencia Gerez (23), estudiante de Derecho. Ella chatea lo justo y necesario y es prácticamente la única de sus amigas que no tiene Facebook. Explica convencida su decisión: “El no tener Facebook hoy en día es como vivir adentro de una burbuja. ¡Y, la verdad, mi burbuja me encanta! Aunque no me entere de las reuniones reencuentro del colegio y me las tengan que contar mis amigas cuando vienen a casa a tomar mate”. “Encima –agrega Florencia– no me interesa vivir pendiente de cuántos amigos tengo en Facebook, de lo que dijo o hizo el otro, de mostrarles a todos cómo fue mi finde, o subir las fotos de mis vacaciones, lo siento como un caretaje en el cual la gente busca la aceptación del otro”.
La declaración de principios, o poco menos, consignada en el párrafo anterior, está incluída en un amplio y magnífico –en todos los sentidos- informe especial de Santiago Casanello publicado en el diario Crítica de la Argentina el 19 de julio de 2009, que puede leerse íntegro en nota relacionada.



“Gente offline, ¿neohippies, rebeldes sin causa o bichos raros?”
(
http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=27744)

viernes, 17 de julio de 2009

Bloody Mary

El “Bloody Mary” es un cóctel que lleva principalmente jugo de tomate y vodka.
Fue creado por el barman del famoso Harry’s Bar de París, Ferdinand Petiot –del mismo apellido del tristemente célebre doctor Petiot (1)-.
Ferdinand mezcló vodka con zumo de tomate, le añadió salsa inglesa y algún otro ingrediente y lo llamó “Bloody Mary” en honor de una chica inglesa, novia de otro empleado del bar.
Los ingleses utilizan el adjetivo “bloody”, que significa sangriento, o sangrienta, como un insulto.
O la novia del compañero de Petiot era más mala que un dolor, o él trató de conquistarla y no tuvo éxito.
Por cualquiera de las dos razones el barman, que debía hablar inglés, se vengó sutilmente de ella dedicándole un cóctel que lleva un insulto en su nombre.
El “Bloody Mary” es un remedio excelente para la resaca.
Otra curiosidad. En el Harry’s Bar, que está en el número 5 de la calle Daunau, se exhibe todavía una botella de whisky con la calificación de medicinal en su etiqueta.
Fue utilizado durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) como desinfectante, en reemplazo del alcohol.

(1) Marcel Petiot, médico francés que asesinó a 63 judíos en la Francia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Fue guillotinado en 1946.


© José Luis Alvarez Fermosel

lunes, 13 de julio de 2009

Blue Moon

Pocas canciones románticas fueron tan escuchadas y difundidas por películas como Blue Moon, título que quiere decir luna triste y no azul, porque “to be blue” no significa para los ingleses estar azul, sino melancólico.
Blue Moon es una canción popular clásica. Richard Rodgers y Lorenz Hart la compusieron en 1934.
A partir de entonces infinidad de cantantes y conjuntos músico vocales la interpretaron, y algunos hicieron de ella su caballito de batalla.
La cantaron, por no citar sino a algunos, Ella Fitzgerald, Elvis Presley, Dean Martin, Tony Bennet, Rosemary Clooney, Bob Dylan, The Marcels, The Mavericks y últimamente Rod Stewart.
He escogido esta versión de Frank Sinatra, La Voz, para recordar, y que la recuerden conmigo, esta bella e inmortal balada.

© José Luis Alvarez Fermosel

Menestra de verduras

Este plato, procedente de Navarra, en el norte de España, se prepara a base de verduras y alguna que otra hortaliza.
Su origen se debe, como tantos otros de los que conforman la gastronomía ibérica, al uso de la imaginación cuando había poco que comer, cosa que ocurrió en España durante largos períodos.
Desde hace ya muchos años, los españoles podemos comer de todo y en abundancia, gracias a Dios.
Determinados guisos y condumios, que proceden de las épocas de carestía, son tan ricos que se incorporaron a nuestra cocina y siguen de actualidad, por así decirlo.
Uno de ellos es la menestra, que antes se preparaba, quizás, con menos ingredientes, lo cual no la hacía menos sabrosa. Es que a buen hambre no hay pan duro, como ya hemos dicho en alguna que otra ocasión.

Ingredientes:

1/2 kg de judías verdes (chauchas) cortadas en 2 centímetros
2 zanahorias cortadas en rodajas medianamente finas
4/6 corazones de alcachofas (alcahuciles)
1/2 kilo de espinacas lavadas, cortadas y escurridas
1 tomate pelado y picado
300 gramos de guisantes (arvejas) o habas (o mitad de cada uno de los productos)
1 calabacin (zapallito verde redondo) cortado en cubos
1 cebolla picada
2 patatas (papas) peladas y cortadas en cubos pequeños
1 hueso de jamón (optativo)
Caldo: cantidad necesaria
1 cucharadita de pimentón dulce o picante
1 cucharadita de harina
1 ó 2 limones cortados en trozos o exprimidos
Sal
Aceite

Preparación:

En agua caliente, con el añadido del limón, hervir las alcachofas y retirarles después todas las hojas externas y reservar sólo los corazones.
Aparte, en una cazuela de barro grande, rehogar en aceite caliente la cebolla, el hueso de jamón, el tomate, las zanahorias, el calabacín, los guisantes, las chauchas y las patatas. Esparcir el pimentón y la harina. Mezclar unos minutos para que la harina se cocine sin quemarse. Verter el caldo y dejar a fuego medio hasta que rompa hervor. Añadir las espinacas tal como se habían reservado, mezclar para integrarlas a la preparación y distribuir los corazones de alcachofas. Dejar cocinar unos 5 minutos más y servir caliente.



© José Luis Alvarez Fermosel



El camino del cóndor

El viejo sueño del hombre -tan antiguo como el mundo-, de volar, lo han materializado en cierta medida, hace ya algún tiempo, los arriesgados pilotos de parapente.
Gracias a este deporte extremo se pudo en Argentina volar junto al cóndor a gran altura, y seguir sus majestuosas evoluciones en sus dominios de cielo y roca.
Entre quienes se remontaron en parapente sobre riscos y montañas, coronadas de nieve, se encuentra Alberto E. Villegas, un abogado, hidalgo campesino y avezado “sportman”, procedente de una distinguida familia argentina, que ha seguido junto con otros deportistas el camino del cóndor.
Una película en formato documental lleva este título: El camino del cóndor. Apunta al mercado mundial de televisión y de festivales de cine de montaña. Dura 60 minutos y fue dirigida por Christian Holler.
Recomiendo visitar
http://www.elcaminodelcondor.com.ar/

© José Luis Alvarez Fermosel

domingo, 12 de julio de 2009

Luna, lunera, cascabelera...

La españolísima Nati Mistral sostenía en aquella canción que la luna era una mujer.
“Luna, luna de España cascabelera;
luna de ojos azules, cara morena…”
Había en la marisma andaluza un toro enamorado de la luna…
Poetas, escritores (prosistas), compositores de canciones, guionistas de cine, jóvenes enamorados han cantado, en España y en todo el mundo, y siguen haciéndolo, a la luna con más o menos sentimiento y más o menos fortuna, literariamente hablando.
El escritor español Ramón Gómez de la Serna, autor de las universalmente conocidas greguerías, que nació en Madrid y vivió y murió en Buenos Aires, dijo: "La luna se asoma cada noche al gran cabaré estelar”.
Agustín de Foxá dice en la página 113 de “Madrid, de corte a checa”, quizás la mejor novela que se haya escrito sobre la Guerra Civil española (1936-1939): “Salieron a la calle. Sobre las azoteas brillaba la luna. La miró José Félix: ‘Mira, la luna; sencillamente, sin literatura, sin greguerías, sin metáforas. La luna, como dicen los pastores´. No se daba cuenta de que aquello era también literatura”.
Para otro escritor español, Manuel Vázquez Montalbán, éste oriundo de Cataluña: “La luna parece una cometa a medio izar, dicen, es como una cometa a medio izar. La luna tiene sombras que le dan la apariencia de máscara ¿para ocultar qué? La otra cara”.
Esto dice el gran escritor y “gourmet” catalán, creador del detective Pepe Carvalho, en la página 204 de su extraordinaria novela-documento “Galíndez”, sobre el espía vasco del mismo nombre.
Gustavo Adolfo Bécquer dijo con su exquisita sensibilidad: “En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasía como la luz apacible y desmayada de la luna”.
“Dulce y triste, como un amor sobrecogido por largos suspiros de un sauce, poco a poco, va saliendo la luna”.
Bellísima expresión del poeta japonés Yosano Akiko.
Goethe entiende: “Un loco enamorado sería capaz de hacer fuegos artificiales con el sol, la luna y las estrellas”.
Otro delicioso loco, el de una balada inolvidable del músico argentino Astor Piazzola y el poeta uruguayo Horacio Ferrer, veía la luna rodando por la avenida Callao de Buenos Aires.
Una afirmación de Confucio: “La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas”.
No todo es lirismo.
“El hombre es como la luna: con una cara oscura que a nadie enseña”, afirmó el escritor norteamericano Mark Twain, creador de dos personajes entrañables: Tom Sawyer y Huckleberry Finn.
No faltan los proverbios. Uno de ellos, árabe, reza: “Quien se empeñe en pegarle una pedrada a la luna no lo conseguirá, pero aprenderá a manejar la honda”.
“El perro que ladra a la luna está completamente convencido de que la luna le oye”,
asevera el escritor y político rumano, gran aforista, Valeriu Butulescu.
Volvemos a la poesía para recordar a Borges:
“Hay tanta soledad en ese oro
La luna de las noches no es la luna
Que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la Vigilia humana la han calmado
del antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.”



© José Luis Alvarez Fermosel


viernes, 10 de julio de 2009

Una vez más, el macho posmo

Hemos hablado en la radio durante años, y escrito hasta la saciedad en infinidad de medios, incluso en nuestro blog, del macho posmo: este especímen posmoderno cerrilmente obstinado en exponer su costado femenino en todo lugar y en todo momento.
Hombres sin un proyecto de vida, sin rumbo, sin futuro, anclados, o mejor dicho, desarbolados –ya que utilizamos términos náuticos- en su afán de no crecer, de no querer –lo que es peor- mostrar que son hombres, que pertenecen al sexo masculino y tienen responsabilidades y deberes de hombres.
Van –hombres grandes, también- a ciertos lugares donde se visten de mujer con ropas femeninas que les alquilan, y se calzan con zapatos con tacón de aguja.
Otros usan unos corpiños, o sostenes similares a los de las mujeres, confeccionados especialmente para ellos. Dicen que eso, lo mismo que vestirse de mujer, les desestresa mucho.
No tienen la menor consideración con las mujeres -¡no hablemos ya de caballerosidad!-, carecen de modales para con sus mayores.
Por sus caprichos, sus manías, su delicuescencia, el aspecto que eligen, parecen mujeres.
Perdón, no: las mujeres, por caprichosas, maniáticas o delicuescentes que sean, que no suelen serlo, son más concretas, más serias, tienen un ideario, proyectos, van a lo suyo con firmeza, con decisión.
Hemos recibido críticas de colegas, y personas de otras profesiones, en las que se consignaba que estábamos sacando la realidad de contexto o, por lo menos, que exagerábamos; que nuestra caricatura adquiría trazos gruesos y le imprimía al sujeto no ya un matiz oscuro, sino un definido color negro; que nos salíamos de madre.
Pues bien, lean ustedes, por favor, la estupenda nota de Marcelo Pisarro publicada en su blog Nerds All Star.
La nuestra no es una voz solitaria que clama en el desierto.

© José Luis Alvarez Fermosel

jueves, 9 de julio de 2009

Claves de protección

Hacer deporte, o al menos ejercicio físico, es muy bueno para la salud. Todos, sin distinción de sexo, edad y condición deberíamos, por lo menos, hacer una caminata diaria de una hora de duración, a paso de marcha –sin detenernos a mirar escaparates-.
Si el físico nos da para más, podríamos hacer cinta, bicicleta fija y algo de musculación con carga, o peso –mancuernas de un kilo para hacer determinados ejercicios de hombros, espalda, pectorales y brazos.
Lo ideal para los más jóvenes es practicar gimnasia de boxeo aunque no aprendan a boxear, porque es la más completa, a mi juicio.
Nadar es también muy bueno para aquellos que tienen problemas de columna.
Siempre hay que hidratarse adecuadamente; hacer ejercicios de elongación previos a la práctica deportiva propiamente dicha, utilizar ropa ligera y cómoda e incorporar al organismo los alimentos que correspondan.
Esto, y mucho más, nos explica Andrea Gentil –que parece que hace honor a su apellido- en su nota “Cómo evitar lesiones”, publicada en la revista Noticias de Buenos Aires.

Nota relacionada:

“Cómo evitar lesiones”
(
http://www.noticias.uol.com.ar/edicion_1697/nota_05.htm)



El león y el referente

El referente cultural por antonomasia del siglo XXI, y una buena parte del siglo XX, Homer (Homero en español) Simpson sueña en el episodio titulado “Mamá y el arte pop” que está dentro del cuadro de un pintor famoso.
Simpson es aplaudido por millones de personas en todo el mundo, que lejos de ver en él una sátira, o una caricatura, lo consideran como un modelo de vida, o más y mejor aún, un paradigma –palabra tan en boga-.
En su sueño, Homero Simpson aparece en el cuadro “La bohémienne endormie” (La gitana dormida) del pintor francés Henry “El Aduanero” Rousseau.
El cuadro es un óleo sobre lienzo, pintado por Rousseau en 1897, en el que se ve a un león que acecha a una mujer que duerme en una noche iluminada por la luna.
El león aparece en el sueño lamiendo la cabeza del engendro creado por el norteamericano Matt Groening, quien probablemente jamás pensó que sus personajes, Homero Simpson y su prole se iban a convertir en lo que se convirtieron.
La pintura de Rousseau sirvió de inspiración para músicos y poetas y fue parodiada por varios artistas, con el león sustituído a menudo por un perro u otro animal.
¡Ni al autor del cuadro, ni los artistas que lo tomaron de referencia pudieron soñar jamás que la noble fiera apareciera en un sueño de Homero Simpson!
Una gracia más de Groening, resignado ya –y multimillonario- a que su personaje llegara a ser un símbolo, un héroe, un icono, un adalid, un modelo para armar en vez de la caricatura de una familia de la clase media norteamericana.
Es fama que el león del cuadro, después de saber que apareció en un episodio de la saga de los Simpson, saltó al suelo y se fue del Museo de Arte Moderno de Nueva York, rugiendo por las avenidas de Mahattan, Dios sabe a qué remoto mundo sin melodía.



© José Luis Alvarez Fermosel


Nota relacionada:

“Aduaneros”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/07/aduaneros.html)

miércoles, 8 de julio de 2009

Perro y gato

“Se llevan (tan mal) como el perro y el gato”. Esta frase, incrustada hace mucho tiempo en nuestra mitología de andar por casa, quiere reflejar una mala relación, y hacerla proverbial, entre perro y gato que, en realidad, no existe.
Alguien tiró un día la sentencia que voló, cayó en terreno abonado, creció y se quedó entre nosotros, como tantos otros mitos: el perro y el gato se llevan mal.
La verdad es que ni el perro, ni el gato, ni ningún animal se lleva mal con otro, sino el hombre, que fue quien azuzó un día a un perro contra un gato.
Somos nosotros, los seres humanos, quienes sin ninguna humanidad lanzamos a unos animales contra otros: a los caballos y los perros en la caza del zorro y a los galgos tras las liebres; somos los hombres quienes creamos, para ganar dinero con las apuestas, las riñas de gallos, las luchas entre perros, matamos a tiros de escopeta a las crías de las palomas en el… “deporte” llamado tiro de pichón y hostigamos al jabalí con lebreles adiestrados para la caza.
Los animales no tienen nada contra nosotros; somos nosotros quienes los despreciamos porque son feos (algunos), los maltratamos, los acosamos y los cazamos a tiros o a machetazos –yo mismo confieso, contrito, que he cazado jabalíes a cuchillo-.
El pez grande se come al chico, la leona apresa a la bella gacela Thompson, la degüella y se la lleva a su macho y a sus cachorros para que coman. Otros animales salvajes hacen lo mismo, pero lo hacen por necesidad, porque no tienen otro medio de subsistir. Un animal, por más feroz que sea, no ataca a otro porque sí. Entre otras razones porque no siente odio, ni envidia, ni despecho, ni compite, a no ser por amor y la lucha es más fingida que real.
Yo he visto en las hermosas noches de luna africanas beber juntos en la misma charca al león, al antílope, a la hiena y a la cebra. Una vez satisfecha su sed, cada uno se iba por su lado, en silencio y en paz.
Lo he contado varias veces –lo haré una vez más, sin que me importe un bledo que no me crean-. Una noche, en la Yebala, en el Rif (1), un chacal entró en mi tienda de campaña, brujuleó un buen rato por todas partes, tiró una estatuilla de barro que había sobre un pequeño baúl, se asustó, salió y volvió a entrar.
Yo tenía un revólver encima de una caja vacía de botellas de cerveza Guinness, que me servía de mesita de luz. Por más que estiraba la mano haciéndome el dormido, con una cautela infinita, no llegaba mas que a rozar la culata con los dedos.
En un momento dado, el chacal se acercó a mi litera, me olfateó, me dio dos o tres lametazos y se fue.
Pasen medio minuto viendo el vídeo que ilustra esta nota y comprobarán que el perro y el gato se llevan bien, sobre todo si se han criado juntos.

(1) Región norteafricana del noroeste de Marruecos.


© José Luis Alvarez Fermosel


martes, 7 de julio de 2009

¡A buenas horas, mangas verdes!

Cuando alguien llega tarde a resolver un problema, a encontrarse con alguien con quien tenía que encontrarse, o prestarle auxilio a una persona en peligro, suele decirse: “¡A buenas horas (vienes), mangas verdes!”, con referencia a un cuerpo de policía rural creado en España por los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón) en el siglo XV, llamado la Santa Hermandad, que perseguía a todo tipo de delincuentes, sobre todo a herejes, pues estaba muy ligado a la Inquisición. Sus miembros vestían casacas verdes, con las mangas del mismo color, naturalmente. No se distinguían precisamente por su puntualidad.
También se atribuye esa pachorra a la Guardia Urbana formada en el siglo XIX por el Conde de Romanones (1). Por extensión, se llamaban “Romanones” a sus integrantes, que vestían guerrera y pantalón azul marino, con bocamangas verdes.
El dicho, ¿tendrá que ver con los antiguos policías ingleses, que también llevaban casacas verdes y llegaban siempre tarde a todas partes?
Parece más probable que la frase proceda de la tardanza de los guardias forestales españoles del siglo XIX en llegar a sofocar los incendios de los pueblos, cuyos habitantes tenían que apagar el fuego con sus propios medios.
La impuntualidad es cosa de todos los tiempos.

(1) Alvaro de Figueroa y Torres (1863-1950). Abogado y periodista español. Presidente del Senado, 17 veces ministro y 3 veces presidente del Consejo de Ministros con el rey Alfonso XIII.

© José Luis Alvarez Fermosel


Un pícaro elegante

Pillastres de diversa laya han ido y venido, y van y vienen por todo el mundo, siempre sacando tajada.
Se pegan como lapas a personajes importantes e influyentes, en calidad de asesores, consejeros, mentores, validos, guías espirituales, amigos del alma y un etcétera interminable.
Casi todos tienen algún mérito -si es que se le puede llamar así-. En estos pagos el mérito es la llamada “viveza criolla”.
Terminan por caer en desgracia, porque más tarde o más temprano se les ve el plumero, y sus protectores los despiden con cajas destempladas.
Uno de estos pilletes, que ni siquiera era simpático, como suelen ser todos los de su jaez, fue George Brummell que, eso sí, tenía el don de la elegancia. Todo lo que se echaba encima le caía bien.
Frecuentaba los salones más señoriales de la Inglaterra de comienzos del siglo XIX, donde llamaba la atención por su manera de vestir, más sencilla y sobria de lo que era habitual entonces.
Consiguió, no puede negársele, introducir reformas sustanciales en la moda de esa época, demasiado rebuscada y barroca. No es poco. Se le adjudicó el sobrenombre de “Beau” y se le calificó de Arbitro de la Elegancia.
Brummell se procuró la amistad y protección del Príncipe de Gales –posteriormente Jorge IV-. Y se convirtió en un esnob, que se permitió sistemáticamente impertinencias caracterizadas por la afectación y la insolencia.
El Príncipe de Gales le preguntó un día a Brummell, que acababa de regresar de una excursión por los lagos de Inglaterra, que cuál le había gustado más. Brummell interrogó a su criado:
- Brown, ¿cuál es el lago que más nos ha gustado?
- Windermere, señor –
respondió el servidor-
- Pues Windermere, Gales, si eso te satisface –le dijo el “Beau” al príncipe.
La vanidad de “Beau” Brummell le hacía meter frecuentemente la pata, expresión que a un esnob como él le habría parecido muy vulgar. El Arbitro de la Elegancia, que ciertamente no tenía rival en esa materia –sus sastres decían que era un placer vestirlo-, carecía de ingenio, de tacto y de sentido del humor.
Un día estaba tomando café después de cenar con el príncipe y otros amigos. En un momento dado le ordenó a éste:
- Gales, llama a un criado.
Gales lo llamó y cuando lo tuvo delante le dijo:
- El señor Brummell se va. Acómpañalo hasta la puerta.
El señor Brummell se fue y no volvió. Desprovisto del favor principesco y acosado por sus acreedores, le fue de mal en peor y murió en la más espantosa miseria y loco en un manicomio para indigentes de Caen (Francia), el 30 de marzo de 1840, a los 62 años.



© José Luis Alvarez Fermosel

lunes, 6 de julio de 2009

En torno a la gripe porcina

La gripe A o gripe porcina, categorizada ya como pandemia, ha cobrado en Argentina hasta el momento de escribir 62 muertos y casi 50.000 enfermos, según informaciones que pueden calificarse de confusas y contradictorias.
Como el sistema de volcado de datos en la Argentina sólo incluye los casos confirmados, se calcula que éstos pueden ser más de 50.000.
Los decesos superarían la cifra mencionada más arriba, comentan “off the record” médicos de guardia en hospitales y clínicas.
La gripe es la noticia del día en Argentina. Se utiliza con diversos fines, incluído el de camuflar otras cuestiones no menos preocupantes.
Se recomienda a la población usar barbijos, escapar de las multitudes y lavarse frecuentemente las manos con jabón o alcohol.
Alguien ha lanzado al mercado barbijos en telas de colores con rostros de personajes de historieta estampados.
Los utilizan los habituales ladrones que desvalijan comercios y asaltan vehículos transportadores de caudales.
La Federación Argentina de Entidades Solidarias de Salud Corporativa ha hecho público un informe conducente a evitar que cunda el pánico.
Ver ésta y otras informaciones en notas relacionadas.


© José Luis Alvarez Fermosel

Notas relacionadas:

“La gripe A en Argentina”
(
http://especiales.perfil.com/gripeA/)
“Preguntas y respuestas para curar el miedo”
(
http://lavaca.org/notas/preguntas-y-respuestas-para-curar-el-miedo/)
“¡Que no cunda el pánico!”
(
http://elcaballeroespanol.blogspot.com/2009/05/que-no-cunda-el-panico.html)

sábado, 4 de julio de 2009

El humor como terapia

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza. Yo creo que lo último que hay que perder en esta vida es el sentido del humor.
En cuanto uno pierde el sentido del humor se adocena y se vulgariza. No le encuentra el sabor a muchas cosas sabrosas –uno no se da cuenta de que ha perdido ese sabor, y precisamente eso es lo malo-.
No es muy frecuente encontrar personas con sentido del humor, en estos tiempos, lo cual no tiene nada de particular, porque los tiempos en cuestión no están para bromas.
Pero si los duelos con pan son menos, con humor casi ni siquiera son duelos.
En la nota relacionada, una de nuestras referentes favoritas, Fabiola Czubaj, del diario La Nación de Buenos Aires, nos habla de la importancia del humor a la hora de emplear terapias de choque para aliviar neurosis.

Logoterapia / Se realizó el Congreso LatinoamericanoPsicoterapeutas emplean el humor como terapia de choque

Es útil para superar obsesiones, neurosis sexuales, fobias o ataques de pánico

> Ir a la nota
lanacion.com Ciencia/Salud S?do 4 de julio de 2009

Olivos


Arboles recios, venerables: el roble, la encina, el castaño, el olivo…
El olivo fue consagrado a Minerva, la diosa de la sabiduría, que compartía la presidencia de las artes con las musas.
Todavía subsiste, en las cercanías de Atenas, un olivo a cuya sombra impartía sus clases Platón.
Noble árbol de hojas de plata verde a la luz de la luna, el olivo jalona el campo andaluz y su fruto, la aceituna, se luce en pequeños platos de porcelana de Talavera de la Reina en las tabernas caras de Madrid, Sevilla y todas las ciudades y pueblos de España; y en tascas baratas, también, sino que en éstas los platos son de loza o de barro.
Cuenta la leyenda que en las comarcas catalanas de Ribagorza y Pallars, las ramas de olivo ahuyentaron siempre a las brujas: que las hay, las hay.
Todavía es frecuente en España poner en las ventanas de las casas una rama de olivo bendecida el domingo de Ramos para protegerlas de las posibles asechanzas del demonio.
Después del diluvio universal, una paloma sobrevoló el arca de Noé trayendo una rama de olivo en su pico, en señal de que las aguas habían descendido.
Desde entonces, el olivo simboliza la paz y la concordia en todo Occidente.
La paz y la concordia brillan por su ausencia en Occidente…; ¡y ni que hablar en Oriente!



© José Luis Alvarez Fermosel

viernes, 3 de julio de 2009

Aduaneros

El escritor estadounidense Herman Melville, autor de Moby Dick, y el pintor francés Henry Rousseau trabajaron muchos años como despachantes de Aduana. El arte da para poco. Hay que ayudarse con la Administración, de Aduanas o de lo que sea.
Melville –una vez más la paradoja- ganó más fama y más dinero con novelas como Nardi, Redburn y Tahiti, un edén canibal que con su obra cumbre, Moby Dick, rechazada por crítica y público.
Popular y rico a mediados del siglo XIX, un incendio en los talleres de impresión de su editor significó para él un revés económico de tal magnitud que le obligó a trabajar casi 20 años como despachante de la Aduana de Nueva York, donde había nacido en 1819.
Llevó una vida aventurera en su juventud: viajó por los mares del Sur y vivió un mes entre caníbales en las Islas Marquesas. En Papeete (Tahiti) estuvo en prisión durante algún tiempo por haber capitaneado un motín en un barco carguero.
El argumento de Moby Dick se centra en la persecución del capitán Acab, patrón del ballenero Pequod, a una gigantesca ballena blanca que le arrancó la pierna derecha a la altura de la rodilla, cuando intentó capturarla por primera vez.
La novela sobrepasa la aventura para convertirse en una oscura exploración alegórica sobre la naturaleza del mal.
Las obras de Melville –muerto en el olvido en Nueva York, en 1891- quedaron inadvertidas hasta la década del 20, cuando su genio recibió finalmente el reconocimiento que merecía.
Henry Rousseau (1844-1910) fue un pintor francés llamado El Aduanero porque, como Melville, trabajó en la Aduana, en su caso en la de París.
Nació en Laval, al norte de Francia, en 1844. Estudió Derecho y trabajó como pasante de un estudio juridíco en Angers (1), del que fue despedido por robar estampillas.
Se enroló en el Ejército en 1864 y permaneció en él durante cuatro años.
Muerto su padre, Rousseau, ya casado y con siete hijos- de los que sólo sobrevivió uno-, se colocó en la Aduana de París para ayudar económicamente a su madre. Llegó a recaudador en 1871.
Empezó a pintar a los 40 años. A los 49 se retiró de la Administración para dedicarse de lleno a la pintura con variada fortuna. Murió en París en 1910.
La pintura de Rousseau revela intenciones poéticas y la búsqueda de lo exótico.
Su estilo naíf refleja la sensibilidad infantil propia de los artistas que no han tenido, o han tenido muy poca formación académica.
La composición de la mayoría de sus cuadros es arbitrariamente geométrica. Su ingenuidad otorga a veces a sus obras un aspecto de caricatura.
Lo mejor de El Aduanero fue su manejo del color, complejo y sugerente, que para algunos lo instaló en el post impresionismo.
Su obra más conocida es La gitana dormida. Otras son: Encantadora de serpientes, El suelo, Tigre en una tormenta tropical y Yo mismo (autorretrato).

(
1) En la ribera del Maine, a pocos kilómetros de Loira. Antigua capital de Anjou. Patrimonio de la UNESCO.


© José Luis Alvarez Fermosel

jueves, 2 de julio de 2009

La Victoria de Samotracia

La firma deportiva Nike tomó su nombre y su logo, en forma de ala, de la famosa escultura denominada la Victoria de Samotracia, en griego Niki tis Samothrakis.
El escritor italiano Filippo Tomaso Marinetti (1876-1944), paladín del movimiento futurista y autor de Mafarka, El futurista y otras obras, dijo en un manifiesto publicado en el diario francés Le Figaro, en 1909, que
“un automóvil lanzado a toda velocidad es más hermoso que la Victoria de Samotracia”.
Como recuerda el escritor argentino Guillermo Giucci, Mario Morasso se anticipó en su libro La nuova arma: la macchina a Marinetti, cuando comparó la Victoria de Samotracia con el coche, que se estremece al comenzar a funcionar el motor, revelando una potencia virtual.
Se condensaba en esas afirmaciones y en otras de otros escritores el rechazo a la estatuaria clásica y, por extensión, al arte tradicional, en beneficio de uno nuevo que rindiese culto a los progresos técnicos de la industrialización y el maquinismo.
Mientras tanto, la alada Victoria de Samotracia se yergue, bellísima y desafiante, en el remate de la escalera del Louvre parisiense.
Su cuerpo presenta una leve y graciosa torsión. Parece retener el viento en los pliegues de su túnica, que se adhiere a sus formas, dejando traslucir su armonía.
Ese tratamiento es similar a la técnica de “paños mojados” de las esculturas de Fidias.
La Victoria de Samotracia es una escultura de bulto redondo de la escuela rodia, una de las más barrocas del helenismo. Mide 245 centímetros de altura y está hecha de mármol. Su autor, según algunos expertos fue Pithókritos de Rodas.
Se calcula que la Victoria de Samotracia se esculpió por orden de Demetrio Poliorcetes para conmemorar su triunfo naval en Salamina sobre la flota de Ptolomeo Soter en el año 306 antes de Cristo.
El diplomático y arqueólogo francés Charles Champoiseau descubrió la escultura en 1863 en la isla de Samotracia.


© José Luis Alvarez Fermosel

miércoles, 1 de julio de 2009

Cómo hacerse el nudo de una corbata de lazo

Hace unos días afirmé públicamente que quienes sostienen que el ejercicio del periodismo es muy fácil –que son muchos-, están en lo cierto.
También es fácil conducir un automóvil, nadar, manejar una computadora o un “blackberry”, mandar un mensaje de texto por el celular y hacerse el nudo de la corbata de lazo, o de moño, para la camisa del esmóquin. ¡Es muy fácil, pero hay que aprender!
Lo mismo pasa con el periodismo. Es muy fácil ser periodista, todo el mundo puede ser periodista. Ciertamente, pero hay que aprender.
Hace unas horas me dijo un viejo amigo en una reunión: “Te escuché el otro día, y creo que tienes razón: navegar por Internet es fácil, ¡pero hacerse el nudo de la ‘black tie’ es terrorífico! Yo sabía hacerlo, antes. Pero como ahora es tan poco común ponerse un esmóquin, con la camisa y corbata que hagan juego, se me ha olvidado hacerme el lazo, por falta de práctica. Además, esas corbatas vienen ya desde hace mucho tiempo anudadas y se ajustan al cuello con un ‘clip’. Yo, lamentablemente, no tenía una de esas, que si no…”. A mi amigo, según me dijo, le ayudó su mujer y al final el nudo de la corbata le quedó perfecto, Pero llegó tarde a la fiesta.
La última vez que yo me puse un esmóquin fue en Nueva York, hace cinco años, poco más o menos. Todavía me salía bien el nudo de la “bow tie”, como se la llama en inglés. No sé cómo me saldría ahora.
Para todos aquellos a quienes les pasa lo mismo que a mi amigo y a tantos caballeros –incluído, probablemente, este amigo y servidor de ustedes- va una escenificación en la que se explica perfectamente cómo anudar el dichoso corbatín.
No sé para qué, la verdad, porque como bien dice mi amigo ya casi no hay fiestas de gala a las que tenga que irse vestido de etiqueta.
Por otra parte, tampoco es tan importante saber hacerse el nudo de una corbata. Por ahí nos acusan de frívolos por enseñar cómo se hace, o por tocar este tema.

© José Luis Alvarez Fermosel