martes, 28 de julio de 2009

Nieve blanca

Existe una ignorancia simple que precede al conocimiento, y una ignorancia doctoral que le sigue, una ignorancia que el conocimiento crea y fomenta a medida que destruye la primera. (Montaigne)

Nieva dulcemente en varias provincias, lo cual es novedoso en Argentina –menos en el extremo sur-. Hemos visto por la televisión a niños filmados junto a muñecos de nieve con un pimiento verde por nariz y una bufanda roja rodeando el cuello, ya convertido en hielo.
La nieve afelpa tejados, techos de automóviles estacionados y los cables del tendido eléctrico. Parece que el suelo estuviera cubierto por una gran alfombra blanca.
“La nieve blanca…”, se nos informa por la televisión.
Eso: bueno es que nos desasnen, porque nosotros creímos siempre que había nieve negra, nieve azul, nieve verde…
También hemos oído decir a políticos entrevistados en medios audiovisuales, a sus entrevistadores y a otras personas supuestamente poseedoras de alguna instrucción, o por lo menos con aspecto de tenerla:
Esfigie, que no es nada. Esfinge es una estatua en forma de león echado con cabeza humana (Arte), o un monstruo fabuloso con cabeza y pecho de mujer y cuerpo de león que proponía enigmas insolubles (Mitología). Efigie es una imagen o representación (de una persona).
Hay más. Por ejemplo: Mu bien por muy bien, está bueno por está bien, qué bueno que está por qué bueno es o qué bien está, felicidades por felicitaciones, preveer por prever, encargue por encargo, sugestión por sugerencia, pinche por pincho, narrativizar por narrar, aprete por apriete, amenazantemente por amenazadoramente, detrás mío por detrás de mí, doblegar por redoblar (se doblegan las voluntades y redoblan los tambores), redoblar la apuesta por doblar, o subir la apuesta.
Más, todavía, ¡y en menos de una semana! Hartarse a por hartarse de, no podemos dejar de pasar por alto por no podemos pasar por alto, romanticidad por romanticismo, periciar por practicar una pericia. Y la cereza en el pastel: como si no hay nadie por como si no hubiera nadie.
No se olviden: la nieve es blanca…


© José Luis Alvarez Fermosel

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