Vivimos en una época de letargo, de ignorancia arrogante, de lectura escasa y revisión, reflexión y análisis casi nulos, como señala en su libro “El whisky de los poetas” el escritor chileno Jorge Edwards, recientemente galardonado con el II Premio Iberoamericano-Casa de América de Narrativa por su novela La Casa de Dostoievski.
Tiempos como estos constituyen terreno abonado para el desarrollo de la irrealidad y la superstición, en diversas formas, y toda clase de mitos y engaños.
Por suerte han surgido últimamente algunos “debunkers”, palabra alemana con la que se identifica a los paladines que desacreditan, desmitifican y desenmascaran.
Estos benefactores de la humanidad se preocupan por hacernos volver a la realidad y que recordemos que al día le sigue la noche y dos y dos son cuatro, siempre, y no algunas veces.
Uno de ellos asegura, nada menos, que el maleficio del Triángulo de las Bermudas es un camelo.
Se trata del investigador de fenómenos paranormales y escritor estadounidense Larry Kusche, autor del libro “El misterio del Triángulo de las Bermudas desvelado”, editado por Sagitario.
En la obra de Kusche se sostiene que el misterio del esotérico triángulo es uno de esos clásicos enigmas que, a decir verdad, consisten exclusivamente en una serie de casos con poca, o ninguna base o verosimilitud.
En uno de ellos el aventurero Bill Verity, a quien varias fuentes daban por desaparecido en el Triángulo de las Bermudas en 1969, apareció sano y salvo, e incluso fue entrevistado por teléfono por Larry Kusche.
El “Misterio del Triángulo de las Bermudas desvelado” es un libro frío, impersonal, incluso un poco aburrido.
Kusche se limita a poner sobre el tapete los abundante datos recogidos en sus investigaciones, añadiendo sólo los comentarios imprescindibles para que el lector comprenda las implicaciones de todos los casos.
El Triángulo de las Bermudas, que ha hecho correr ríos de tinta, es una zona rodeada por una línea imaginaria que va desde la Península de la Florida a las islas Bermudas y Puerto Rico, y luego retrocede otra vez hacia Florida.
Hace mucho que no se denuncia la desaparición de un barco o un avión en el Triángulo de las Bermudas, donde se esfumó cierta cantidad de unos y otros, según se dijo tiempo ha.
Tiempos como estos constituyen terreno abonado para el desarrollo de la irrealidad y la superstición, en diversas formas, y toda clase de mitos y engaños.
Por suerte han surgido últimamente algunos “debunkers”, palabra alemana con la que se identifica a los paladines que desacreditan, desmitifican y desenmascaran.
Estos benefactores de la humanidad se preocupan por hacernos volver a la realidad y que recordemos que al día le sigue la noche y dos y dos son cuatro, siempre, y no algunas veces.
Uno de ellos asegura, nada menos, que el maleficio del Triángulo de las Bermudas es un camelo.
Se trata del investigador de fenómenos paranormales y escritor estadounidense Larry Kusche, autor del libro “El misterio del Triángulo de las Bermudas desvelado”, editado por Sagitario.
En la obra de Kusche se sostiene que el misterio del esotérico triángulo es uno de esos clásicos enigmas que, a decir verdad, consisten exclusivamente en una serie de casos con poca, o ninguna base o verosimilitud.
En uno de ellos el aventurero Bill Verity, a quien varias fuentes daban por desaparecido en el Triángulo de las Bermudas en 1969, apareció sano y salvo, e incluso fue entrevistado por teléfono por Larry Kusche.
El “Misterio del Triángulo de las Bermudas desvelado” es un libro frío, impersonal, incluso un poco aburrido.
Kusche se limita a poner sobre el tapete los abundante datos recogidos en sus investigaciones, añadiendo sólo los comentarios imprescindibles para que el lector comprenda las implicaciones de todos los casos.
El Triángulo de las Bermudas, que ha hecho correr ríos de tinta, es una zona rodeada por una línea imaginaria que va desde la Península de la Florida a las islas Bermudas y Puerto Rico, y luego retrocede otra vez hacia Florida.
Hace mucho que no se denuncia la desaparición de un barco o un avión en el Triángulo de las Bermudas, donde se esfumó cierta cantidad de unos y otros, según se dijo tiempo ha.
© José Luis Alvarez Fermosel
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