viernes, 10 de julio de 2009

Una vez más, el macho posmo

Hemos hablado en la radio durante años, y escrito hasta la saciedad en infinidad de medios, incluso en nuestro blog, del macho posmo: este especímen posmoderno cerrilmente obstinado en exponer su costado femenino en todo lugar y en todo momento.
Hombres sin un proyecto de vida, sin rumbo, sin futuro, anclados, o mejor dicho, desarbolados –ya que utilizamos términos náuticos- en su afán de no crecer, de no querer –lo que es peor- mostrar que son hombres, que pertenecen al sexo masculino y tienen responsabilidades y deberes de hombres.
Van –hombres grandes, también- a ciertos lugares donde se visten de mujer con ropas femeninas que les alquilan, y se calzan con zapatos con tacón de aguja.
Otros usan unos corpiños, o sostenes similares a los de las mujeres, confeccionados especialmente para ellos. Dicen que eso, lo mismo que vestirse de mujer, les desestresa mucho.
No tienen la menor consideración con las mujeres -¡no hablemos ya de caballerosidad!-, carecen de modales para con sus mayores.
Por sus caprichos, sus manías, su delicuescencia, el aspecto que eligen, parecen mujeres.
Perdón, no: las mujeres, por caprichosas, maniáticas o delicuescentes que sean, que no suelen serlo, son más concretas, más serias, tienen un ideario, proyectos, van a lo suyo con firmeza, con decisión.
Hemos recibido críticas de colegas, y personas de otras profesiones, en las que se consignaba que estábamos sacando la realidad de contexto o, por lo menos, que exagerábamos; que nuestra caricatura adquiría trazos gruesos y le imprimía al sujeto no ya un matiz oscuro, sino un definido color negro; que nos salíamos de madre.
Pues bien, lean ustedes, por favor, la estupenda nota de Marcelo Pisarro publicada en su blog Nerds All Star.
La nuestra no es una voz solitaria que clama en el desierto.

© José Luis Alvarez Fermosel

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