“La moda es siempre lo inactual”, dijo una vez el sociólogo Jean
Baudrillac. Con esta corta máxima se refería al proceso que hace de la moda un
fenómeno amado por muchos y detestado por pocos: algo se usa sólo porque dejará
de usarse en breve. No es el único que piensa así. Al parecer, Heidi Klum,
modelo y presentador de Project Runaway, concuerda con él: “Un día estás
dentro, al día siguiente afuera”. Así se despedía de los concursantes de aquel
reality show.
Este es el comienzo
de un interesante trabajo que Gaba Najmanovich escribió en Londres y publicó el
diario La Nación de Buenos Aires sobre el “bespoke”: la selecta forma de la
sastrería artesanal, presente en la legendaria calle londinense de Saville Row,
paraíso de una elegancia masculina que sólo pueden cultivar pocas y
privilegiadas personas (damas y caballeros) con muy buen gusto y mejor salud
económica.
En estos tiempos tan
particulares que corren casi todo el mundo, con la inclusión de millonarios,
banqueros, financieros, políticos, “brokers”, presentadores de televisión y ese
además tan prolongado, si acaso llevan traje y camisa, ésta la llevan sin corbata
y abierta.
Por tanto, hablar
hoy de Saville Row quizás sea anacrónico y anticuado y sólo agradable para
cuatro gatos locos como uno.
Ojotas, bermudas,
parkas…
La moda actual
–vigente desde hace ya varios años- se centra en ojotas, bermudas, pantalones
pescadores -¡que prendas tan sentadoras!-, “jeans” y mochilas. ¡Menos mal que,
al menos en verano, las mujeres siguen usando minifaldas!
Algunos señores se
ponen un traje de tanto en tanto, pero como ya dijimos van despechugados, esto
es, con los dos últimos botones de la camisa desabrochados y sin corbata, que
estúpidamente- desde mi punto de vista- está considerada como una prenda de
derecha.
Cuando hice en
Londres mi “master” de Psicología de la Apariencia recorrí la calle Saville Row
de extremo a extremo y no me dejé una sastrería sin visitar ni un sastre con
quien hablar. ¡Ay!, no pude encargar un traje en ninguno de esos lujosos
establecimientos. Mi modesto peculio de estudiante no daba para eso.
La calle Saville Row
ya no es lo que era, pero la traigo a estas páginas con cariño porque está
ligada a una época de mi juventud trashumante y bohemia.
© José Luis Alvarez Fermosel
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