Es muy difícil encontrarla, ya desde hace mucho tiempo, en los restaurantes de Buenos Aires.
La sopa inglesa -que en realidad no es una sopa, sino un postre- fue considerada ordinaria por los irredentos esnobs de nuestras entretelas, que consiguieron hacerla desaparecer de las cartas de los restaurantes e incluso de las de las pizzerías, su último reducto.
Como los esnobs no suelen ser muy conocedores de nada, ni siquiera de gastronomía, ignoran que la sopa inglesa tiene prosapia y ringorrango, como se explica en la nota relacionada de Marco Ricipi, traducida por Rocío Murillo y publicada en la web cafebabel.
La sopa inglesa -que en realidad no es una sopa, sino un postre- fue considerada ordinaria por los irredentos esnobs de nuestras entretelas, que consiguieron hacerla desaparecer de las cartas de los restaurantes e incluso de las de las pizzerías, su último reducto.
Como los esnobs no suelen ser muy conocedores de nada, ni siquiera de gastronomía, ignoran que la sopa inglesa tiene prosapia y ringorrango, como se explica en la nota relacionada de Marco Ricipi, traducida por Rocío Murillo y publicada en la web cafebabel.
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