viernes, 6 de noviembre de 2009

Las miniaturas de Don Francisco

Hace honor Don Francisco Vázquez a la sentencia de Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Porque él escribe así: bien y brevemente, como plantea el dibujante en unos pocos trazos un boceto que podría quedar así, y ya sería un cuadro.
Don Francisco Vázquez –le pongo el Don porque le corresponde, y se lo merece- es escribano graduado en la Universidad de Buenos Aires. Y escritor. Es decir, que da fe dos veces.
Es autor de varios libros, entre ellos El Arte de la Era Espacial, Teoría del Arte, las novelas Las Cataratas del Arco Iris, El Rabadán y tres tomos de versos.
Gramático, lingüista, fundador y director del Boletín Gramatical, cuyo consultorio idiomático atendió por años, ha escrito también El Mundo Maravilloso de las Palabras, Gramática Práctica y dos tomos de una obra con un título sugestivo: “¿No podría usted, señor Traductor…?”. ¡Ay, los traductores, don Francisco…!
Ultimamente Don Francisco Vázquez ha dado a la luz dos tomitos –el diminutivo es por el reducido tamaño y la brevedad de los textos-: Miniaturas (Poemas para escribir en la uña) y Cuentos brevísimos, ambos libros enanos para cuentos pigmeos, de la colección En menos que canta un gallo.
El autor ofrece en esos libritos epigramas, historias y esos cuentos llamados “de salón”, que no son groseros y, sin embargo, tienen gracia, por lo menos algunos.
Anteriormente, nuestro escritor publicó dos libros de bolsillo: Devaneos Idiomáticos I y II, editados por CADAN, que no tienen nada de devaneo, sino explicaciones, comentarios, curiosidades y recordatorios de reglas gramaticales que no se observan.
Don Francisco me escuchaba cuando yo hablaba por radio. Y fue tan amable que me mandó sus Devaneos. Ahora que no estoy en la radio, me ha enviado sus últimos libros a mi casa.
Hombre de otros tiempos, creo yo, tiene excelentes maneras y una gran cultura. A mí me encanta coincidir con él en la defensa de un idioma tan rico, tan expresivo y tan eufónico como el nuestro, como el español que hoy se bastardea a diestra y siniestra.
Lo curioso es que quienes lo maltratan más son gentes que sentaron patente, no de corso sino de “intelectuales”, y quieren lucirse en salones y tertulias hablando de sus viajes, del mucho dinero que les costaron y poniendo de modelo a escritores enrevesados y oscuros que no hay quien entienda, ni siquiera los que presumen de haberlos leído, cosa que no hizo casi ninguno, entre paréntesis.
Don Francisco –que quizás no se haya librado de que alguno de sus deudos o amigos le llame Paco-, me ha hecho recordar con sus… “miniaturas”, como él las llama, esos objetos que se guardan a veces en el desván, y otras en un baúl, que si pudieran hablar nos contarían historias preciosas de quienes los poseyeron, casi siempre nuestros abuelos.
Códices miniados, el mazo de cartas para la partida de “bridge” en las tardes de lluvia, cajas de té de hojalata dorada, con un paisaje de Inglaterra estampado en azul, camafeos, el viejo revólver Lafaucheux del abuelo…
Debería haber más personas como Don Francisco Vázquez. Un caballero.


© José Luis Alvarez Fermosel

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