A
la ciudad revuelta, anegada en parte por la lluvia inclemente, se le plantean
problemas de toda índole. Pero han florecido los jacarandáes y recibimos ya su
azul mensaje de esperanza, que nos dice que al fin todo se va a arreglar, que
todo va a ir bien y que la paz va a ser con nosotros.
Estos
árboles bellísimos y románticos se agostan apenas florecen. Sus flores
delicadamente azules caen y tejen un gobelino que hermosea la ciudad y hace que
todos pensemos en fastos y celebraciones: la otra cara de la moneda.
Las
copas de los tarcos –su nombre oficial- ya están abarrotadas de flores. Dejarán
en cada una que nos regalen un buen augurio.
Plácenos
pensarlo así. Cuesta poco liberar la imaginación, concederle que nos transporte
a regiones fantásticas y dichosas y nos permita quedarnos en ellas..., aunque
sólo sea por unos minutos.
© José Luis Alvarez Fermosel
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