lunes, 23 de marzo de 2015

Naranjas



Hace poco volví a comer en Madrid naranjas exquisitas, frías, recién sacadas de la nevera. Y volví a mi  lejana niñez, cuando mi abuela materna y yo las comíamos en ensalada, cortadas en rodajas y aliñadas con aceite y sal. Yo todavía suelo comerlas de postre, también cortadas en ruedas y con un chorro de Cointreau, un licor que se hace precisamente de naranjas.
He comido naranjas en casi todos los países productores de esa deliciosa fruta mediterránea, pero ninguna como las que comí en Madrid, ya de niño, sin que que con esto quiera decir que fueran del propio Madrid; lo más probable es que llegaran alli de otros lugares.
Al cabo de tantos años me encontré, ya dije, en Madrid, en plena sierra madrileña, para ser precisos, comiendo con mi mujer, Maite, y mis hijos Juan Ignacio y María Soledad unas naranjas de primerísima calidad, de cáscara de cierto grosor y carne prieta y jugosa, ni dulce ni ácida.
La gata de mi hija, Ratatouille, y la perra casi recién nacida Xciki –de raza “Jack Russell”- de mi hijo nos miraban como diciendo: “¡Qué cosas más raras come esta gente!”.                          

El destornillador

La naranja exprimida da un zumo riquísimo, que se puede alegrar con un chorro de vodka, y así tendremos un sencillo pero tonificante cóctel llamado destornillador, traducido literalmente del inglés “screw driver”.
Además del Cointreau, con naranjas se hace también el Curacao, un licor dulce elaborado originalmente por los holandeses a partir de naranjas amargas de la isla de Curacao. El Grand Marnier se hace en Francia con base de brandy y saborizado con naranjas. El “Forbidden Fruit” es un licor estadounidense de color dorado, hecho de pomelo y naranjas con miel. El “Nassau Orange”, delicado, ambarino, se hace en Holanda con naranjas amargas.
Con naranjas se elaboran también bebidas sin alcohol de las llamadas deportivas.          
La naranja es un hespérido carnoso de cáscara más o menos gruesa, originario de India, Vietnam y el sureste de China. Su pulpa está formada típicamente por once gajos llenos de jugo, que contiene mucha vitamina C, flavonoides y aceites esenciales,
Hay muchas variedades de naranjas. Una de las más apreciadas es la “naranja de ombligo”, procedente de una mutación ocurrida en 1820 en un huerto de naranjas dulces de un monasterio de Brasíl. De esta variedad, que se denomina en inglés “navel” se derivan otras, como la “navelina” y la “navel late”, o naranja tardía.

La naranja mecánica

Podemos decir, sin pecar de heterodoxos ni de exagerados, que la naranja ha influido en la literatura.
El escritor británico Anthony Burgess publicó en 1962 “A clockwork orange”, “La naranja mecánica”, una de las primeras novelas distópicas en la que a la manera del James Joyce de “Ulises” el lenguaje se torna difícil al insertarse en él palabras de otros idiomas y otras carentes de significado. Stanley Kubrick filmó en 1971 una película con el mismo título.
Sucedieron a “La naranja mecánica” otras novelas distópicas, como “1984”, de George Orwell y “Un mundo feliz”, de Aldoux Huxley, también ingleses.
Uno prefiere la poesía a la distopía, la verdad. La poesía del tango, ¿por qué no? Por eso traemos aquí como coda, aunque un poco por lo pelos, es verdad, el tango “Naranjo en flor”, con letra de Homero Expósito y música de su hermano Virgilio. Fue inmortalizado por Roberto  Goyeneche, “El Polaco” inmortal.
“Naranjo en flor” habla de los sufrimientos que ocasionan los desengaños amorosos. Siempre se dijo que Homero Expósito padecía mal de amor cuando escribió la letra de este espléndido tango.
Toda mi vida es el ayer/que me detiene en el/pasado,/eterna y vieja/juventud que me ha dejado/acobardado/como un pájaro sin luz.

© José Luis Alvarez Fermosel

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