Pasamos
por una peluquería situada en la calle Paraguay al 900 de Buenos Aires. Tallado
en la puerta de grueso vidrio, el nombre: “La
escencia”. ¿No tendría que ser La esencia? La falta de ortografía es de
calibre 45. Lo malo es que ya no se puede borrar.
Seré
un maniático, pero yo no entraría jamás en ese lugar a cortarme el pelo, aunque
me parece que la peluquería es sólo para señoras.
Lo
de veintiuna hora, en lugar de
veintiuna horas lo escuchamos en la televisión a todas horas, no sólo a las
veintiuna.
De
Mendoza se dice que es una provincia “granicera”
porque, según parece, cae sobre ella granizo con frecuencia.
“El fallecido también vive en
San Isidro”, reveló un
funcionario del gobierno a un movilero de la televisión en declaraciones
referentes a uno de los tantos hechos de sangre que han convertido a Buenos
Aires en una de las ciudades más inseguras del mundo.
El
afán de ser… “intelectual” y poliglota determina que se denominen “toilettes” a
los aseos o servicios de los restaurantes y los cafés, pero la palabra francesa
se escribe casi siempre mal: “toilletes”,
“toiletes”, por ejemplo.
Lo
mejor de la semana anterior a mi salida para Europa: "Vuelvo a reiterar de vuelta”. Ya sabemos todos quien lo dice siempre,
no es cuestión de sacar nombres a relucir; no sería delicado, además. No hay
que perder el respeto a las investiduras.
Al
llegar a España me encuentro con que al Real Madrid se le adjudica “imajinación”, así, con j y en el menú
de un restaurante campea elegir también con j: probablemente la j de ¡joder!, que a fuerza de repetirse ya no
es una mala palabra, sino una interjección castiza. ¿No será ésto cosa de la
Real Academia Española?
En
otro menú se dice inclulle por
incluye.
Más
adelante, paso en coche por un un edificio en uno de cuyos pisos altos hay un letrero
que dice: Unidad de Alcoholismo. La
verdad, no sé si se trata de una fusión, un club, una identidad, una entidad,
una liga, una alianza, una federación… ¿O es Alcohólicos Anónimos? Entonces,
¿por qué no se escribe de manera tal que lo entienda todo el mundo?
¿Pero
es que no hay nadie que relea, repase, revise, corrija? ¿Todo se hace así, a
ojo de buen cubero? ¿En qué estamos convirtiendo el idioma español?
©
José Luis Alvarez Fermosel
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