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¡Hombre, de nuevo por estos pagos; sea usted bienvenido!
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Bien hallado, gracias.
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¿Qué, cómo encontró usted España? Porque me imagino que habrá estado en España.
Está todo muy mal, ¿verdad? Y ahora con esto del Rey… Vamos a ver, ¿qué nos va
usted a contar?
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Sólo que la crisis no afecta a la cáfila de especuladores, financieros,
magnates, “hombres de negocios”, banqueros, muñidores y truchimanes a comisión
en negro bajo la mesa y otros que bien bailan que la provocaron en su beneficio
y siguen viviendo en la opulencia y haciendo…”negocios”. Mientras tanto, la
crisis devora a la clase media, a los profesionales, a los trabajadores de
cualquier rubro, a los universitarios que egresan de las aulas con sus flamantes diplomas y nadie les ofrece
trabajo, a los obreros, a los inmigrantes: a la gente, al pueblo, en suma. Los
impulsores de la crisis –los he visto en Madrid- siguen comiendo, bebiendo y
alternando en lujosos restaurantes y bares y abarrotando las terrazas al sol
indeciso de una extraña primavera. Cerca tienen sus coches: sus Volvo, sus
BMW, sus Audi, sus Mercedes, sus Cuatro por Cuatro. Hablan de cientos de miles
de euros. Se dijo que les recortaron sus ingresos. Yo no me lo creo. Le pongo
un solo ejemplo. José Bono, ex presidente del Congreso de los Diputados durante
el gobierno de Zapatero, asegura que va a cobrar 800.000 euros por la
publicación de sus memorias, que “(…) le van a gustar mucho al Rey”. La torpe y
poco previsora gestión de Zapatero ha puesto a Rajoy contra las cuerdas,
acosado por sus socios europeos y unos mercados sin escrúpulos. Bono, un
mediocre y oscilante político. ¿Se da cuenta?. No un premio Nobel, un
científico de nota, un escritor universalmente conocido. ¡800.000 euros! Muchos
viven abroquelados en un mini Estado de Bienestar. Quienes siguen hablando de
cientos de miles de euros, como Bono, vaticinan con un cinismo inaudito que hay
en España crisis para diez años, una crisis que en lo laboral, por ejemplo, se
agudiza cada día más, mientras los mismos de siempre siguen haciendo los chanchullos
de siempre. España tendría que deshacerse del euro, ese policromo billete de
curso global y papel mojado, volver a la peseta, devaluar y…¡ea, no me haga
usted hablar más!
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¡Siga, siga usted, hombre…!
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No, no voy a hablar más de política, ni de economía, ni de sindicalismo. Me he
pasado muchos años tocando esos temas, y casi ninguno otro, y, lo que fue más duro,
explicándole Argentina, esa asignatura tan difícil, al mundo. Varias veces en
otros idiomas, casi siempre en épocas muy complejas, tanto que la vida de un
corresponsal no valía ni dos centavos de plomo.
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Bueno, pero ahora…
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Ahora puedo permitirme el lujo de escribir acerca de otras cosas que hacen
también a la vida del hombre.
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¡Sí, claro, sobre gastronomía!
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Gastronomía, ¿por qué no? Y otras disciplinas. Me gusta -y creo que a mis
lectores también- recordar viejos refranes españoles, hacer humor; he empezado
a prestarle más atención a la narrativa, a la mía; dicto conferencias
frecuentemente; escribo prólogos para libros de amigos; tengo yo también algún
libro en el telar; llevo un blog, estoy en Facebook: total, que me he
convertido en una suerte de modesto “scholar”.
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¡Pero, hombre de Dios, la política…!
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Me interesa mucho más la historia. Hago mías las palabras de Salvador Dalí: “La
política es un cáncer que corroe a la poesía”. Todo lo que sea de carácter
comunitario, oficial o que tenga una estructura de tipo burocrático está en
contra de mi cosmogonía.
© José Luis Alvarez Fermosel
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