En cualquier texto, en todos los textos
las comas tienen que estar en su sitio.
Esto dice, con toda la razón del mundo, el
ex reportero de guerra, escritor y académico español Arturo Pérez Reverte.
Una coma fuera de lugar puede salvar la
vida de un hombre, o quitársela.
Transcribimos parte del final de la
comedia de Polichinelas “Los intereses creados”, una de las más aplaudidas del
gran escritor español Jacinto Benavente (1866-1954), Premio Nobel de Literatura
1922:
“DOCTOR – Mi previsión se anticipa a todo.
Bastará con puntuar debidamente algún concepto… Ved aquí: donde dice… ‘Y
resultando que si no declaró…’. Basta una coma, y dice: ‘Y resultando que sí,
no declaró…’. Y aquí: ‘Y resultando que no, debe condenársele…’.
Fuera la coma, y dice: ‘Y resultando que no debe condenársele…’”.
Recordemos algo parecido: “Perdón
imposible, que cumpla su condena”. Se corre la coma y queda: “Perdón,
imposible que cumpla su condena”.
Enormes minucias, digamos recordando a
Chesterton.
© J. L. A. F.
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