Eran las nueve y media de la noche. El Café Majestic (ilustración), situado en el número 112 de la elegante calle Santa Catalina de Oporto estaba ya de bote en bote. Es una hora adecuada para ir al café, porque a las nueva y media el que tiene algo que hacer ya lo ha hecho, o lo dejó para el día siguiente.
El Majestic relucía como una joya, con sus globos de luz amarilla, sus espejos de marcos dorados traídos de Amberes -empañados por tantos alientos...-, su techo primorosamente artesonado y su piano de cola.
La decoración del Majestic, estilo “Art Nouveau”, es fastuosa. Joao Quiros diseñó el café, que abrió sus puertas el 17 de diciembre de 1921 con el nombre de Elite. Años más tarde se cambió por el actual. Remozado en los 80, fue el primer café que permitió la entrada a las mujeres.
Contó la historia del Oporto de la “Belle Èpoque” y fue centro de reuniones de políticos y debates acerca de las nuevas ideas. Pero ya nadie se acuerda de los clientes más notables de aquellos tiempos agitados y proteicos de literatos y artistas como Amadeo Sousa Cardoso, José Regio, el filósofo Leonardo Coimbra, Cavaco Silva…
Sí se recuerdan los más modernos: Mario Soares, Jacques Chirac y, por encima de todos, la escritora inglesa J. K. Rowling, que pasó muchas horas en el Majestic escribiendo páginas y páginas de su saga de Harry Potter, acoplada ya a la historia de Oporto al haberse filmado parte de ella en la librería Lello Irmao, fundada en 1906.
El inmueble cuenta con antiguas estanterías de madera, escaleras de dobles espirales, policromos “vitreaux”, pasamanos en la planta superior y un carril por el que circulaban las vagonetas cargadas con cajas de libros.
El café (la infusión) está muy arraigado en la cultura gastronómica portuguesa. Se le llama “bica” en Lisboa y “cimbadina” al norte, en Oporto. Los más típicos son el “pingado” (cortado) y el “meia de leite” (café con leche).
Con sus tazas con el nombre del establecimiento estampado en la blanca porcelana -al estilo del café vienés Drechsler-, el Majestic, considerado como el sexto café más suntuoso del mundo, sigue sirviendo Dolta, Carmello, Nicola, Buondi…: las marcas más conocidas del negro brebaje, cuyas semillas consumieron aquellas cabras de Arabia que pasaron inmediatamente después del aburrimiento al frenesí.
© José Luis Alvarez Fermosel
(Sigue)
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