No
es que siempre hiciera de “gentleman”, es que era un “gentleman”. En la
pantalla y fuera de ella.
A
pesar de ser irlandés hablaba el inglés británico con la pronunciación que
hubiéramos querido tener todos los que hablamos ese idioma. La película de
dibujos “Ratatouille” merece la pena verse también por escuchar su voz en
“off”, encarnando a un atrabiliario crítico de gastronomía.
Me
estoy refiriendo al gran actor y caballero “debonair” y elegante Peter O’Toole,
muerto ayer en un hospital de Londres.
Dicen
que murió del corazón. Siempre se muere uno finalmente del corazón -aunque en
realidad se muera del hígado-, en cuanto el músculo cardíaco deja de hacer
fuerza.
Murió
longevo, a pesar de haber vivido y bebido desaforadamente. Quizás habría muerto
antes si hubiera hecho una vida sana y ordenada. Así que a él también… ¡que le
quiten lo “bailao”!
Se
consagró haciendo del enigmático, retorcido y heroico militar, espía,
arqueólogo y escritor inglés Thomas E. Lawrence, que luchó en el frente turco
durante la Primera Guerra Mundial.
La
película se titulaba “Lawrence de Arabia” y fue dirigida por David Lean en 1962.
Parte
de ella se rodó en Sevilla y otras ciudades de Andalucía, en el sur de España.
Dicen que cuando se acabó el rodaje y O’Toole y su amigo Omar Shariff se
fueron, subió el precio del jerez.
Se
consagró con su papel en “Lawrence de Arabia”. Llegó al rodaje con poca
experiencia, pero fue nominado al Oscar por su excelente interpretación. Fue
seleccionado ocho veces y al final le dieron uno por trayectoria en 2003.
Insufló
la misma vida y el mismo carisma a Mister Chips, el entrañable profesor de
“Adiós, Mister Chips”, en una segunda versión del film de Sam Wood de 1939, que
protagonizaron entonces Greer Garson y
Robert Donat.
Dio
en el clavo con su Lord Jim, el contradictorio y paradójico héroe de Josep
Conrad.
El,
O’Toole, quizás fuera un personaje de sí mismo; un muchacho extravertido,
simpático y juerguista pero de buen corazón a quien llamaban en los estudios
“el loco irlandés”.
Seguro
que le hubiera caído bien a Thomas de Quincey, quien dijo que pensaba con
placer y cariño en todos los golfos que conoció, que no fueron pocos.
¡Qué
pena que se haya ido! ¡Qué pena que se vaya gente así!
¡Adiós,
Mister Chips/O’Toole!
©
José Luis Alvarez Fermosel
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