“La palabrota que ensucia la lengua
termina por ensuciar el espíritu. Quien habla como un patán, terminará por
pensar como un patán y por obrar como un patán, el pensamiento y la acción. No
se puede pensar limpiamente, ni ejecutar con honradez lo que se expresa. Hay
una estrecha e indisoluble relación entre la palabra, el pensamiento y la
acción. No se puede pensar limpiamente, ni ejecutar
con honradez lo que se expresa en los peores términos soeces".
Esto dijo el abogado,
escritor, político y productor de televisión venezolano Arturo Uslar Pietri (Caracas
1906/2001) en su ensayo “La lengua sucia”.
El trabajo del brillante
intelectual termina con una frase axiomática: “Es la palabra lo que crea el
clima del pensamiento y las condiciones de la acción”.
El diario La Nación de Buenos
Aires publica un interesante trabajo de Guillermo Jaim Etcheverry sobre un tema
muy actual: el uso en los medios de comunicación social de un lenguaje basto y
grosero, y en infinidad de ocasiones hasta soez.
Esto se ha convertido en algo
reiterativo y constante y denigra e infecta un idioma tan claro y tan puro como
el español.
Somos pocos los que nos referimos con frecuencia a esta calamidad. Sabemos
que nuestra prédica no cae en terreno abonado, que nuestra crítica molesta a
más de un… “intelectual a la violeta” de los muchos que piensan que el uso de
palabrotas a troche y moche es “cool” y cosa de gente joven.
Pero no importa. Al menos
nuestra conciencia no se carga con el peso de no utilizar los medios a nuestro
alcance para denunciar las tropelías lingüísticas que han hecho injustamente
una “lengua sucia” del castellano.
© José Luis Alvarez Fermosel
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