Me acuerdo de la deliciosa película “One fine
day”, título que podría traducirse como “Un
buen día”, o menos literalmente, “Un día inolvidable”. La protagonizaban
Michelle Pfeiffer y George Clooney y la dirigió Michael Hoffman.
Pues bien, ayer fue para mí un buen día.
Al principio de la tarde tomé café con Daniel Marque en el Tortoni. Daniel es
un hombre encantador: sencillo, sin complicaciones, muy bien educado, discreto,
con sentido común, detallista: una bellísima persona, en suma.
Acaba de regresar de España de un maravilloso
viaje que ha hecho con su hija. Me trae una botella de vino fino La Ina.
Practica la elegancia social del regalo.
Me iré bebiendo ese estupendo jerez copa a
copa, brindando por él.
Del café Tortoni me fui a la relojería de
Norma, en la calle Libertad, a recoger unos relojes que le había dejado en
arreglo. Ni que decir tiene que los relojes quedaron como nuevos. Me cobró por
el arreglo un precio por de más razonable.
Norma es una excelente mujer, que lleva su
negocio con mano maestra, tan firme como su carácter. Es bondadosa, simpática,
servicial, jamás se enfada, ni pierde el sentido del humor.
La vida es un trayecto
Norma me regala un llavero. Unido por una
cadenita al aro donde se ponen las llaves hay un cuadrito de acrílico en el que
se lee: “La realidad de la vida nos habla en silencio” y “La vida no es una
meta, sino simplemente un trayecto”.
Me encuentro con Maite en un café de la
Avenida de Mayo, casi enfrente del Tortoni. Nos vamos a Arturito, en la calle
Corrientes, casi esquina con la Avenida Nueve de Julio, a comer un cocido, o un
puchero, como se dice en estas playas.
Una buena decisión, porque llueve a manta.
En la manzana donde está hoy el
restaurante Arturito había a finales del siglo diecinueve una pulpería en forma
de rancho y una posta de carretas.
Compruebo que siguen los mismos camareros
de cuando yo iba con Lolo Bourse Herrera, Alejandro Sáez Germain, “Poroto”
Botana y otros conspicuos plumíferos amigos.
No parece haber pasado el tiempo por los
mozos, que siguen igual de eficientes y amables.
Da gusto ir a lugares así, donde le
atienden a uno tan bien.
En fin, que ayer fue para mí “one fine
day”, un buen día.
© José Luis Alvarez Fermosel
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