Durante el (nefasto) reinado de Fernando
VII (1784–1833), España sufrió una de las peores hambrunas de su historia.
Los madrileños se sublevaron contra la
carestía y el consiguiente racionamiento, impuesto por ley, y se echaron un día
a las calles céntricas, en multitudinaria y ruidosa protesta
Dispersados por la fuerza pública, los
manifestantes regresaron a sus casas con las cabezas bajas y los estómagos
vacíos.
Al día siguiente todo Madrid apareció
empapelado por un bando que firmaba el Rey –que estaba a régimen por problemas
de salud-, en el que se leía:
Que se
estén a lo previsto
y se
atengan a la ley,
y que
sólo coman pisto,
como lo
como yo, el Rey.
No se le podía negar sentido del humor
(negro) y cierta soltura para la versificación a Fernando VII, el peor soberano
que tuvo España, cuyo reinado desembocó en una guerra contra las fuerzas de
Napoleón, que habían invadido la Península con la intención de adueñársela y
sentar en su trono al hermano de Napoleón, José Bonaparte, a quien los
madrileños colgaron enseguida el remoquete de “Pepe Botella”.
Las tropas españolas, al mando del general
Francisco Javier Castaños, ganaron a los franceses la primera batalla campal en
Bailén (Jaén, Andalucía, Sur de España). El general François J. Dupont
comandaba la hueste enemiga.
Dupont dijo a Castaños al rendirse: “Tomad
esta espada vencedora en cien batallas”.
Castaños respondió al recibirla: “Pues, señor, ésta es la primera que yo
gano”.
El militar argentino José de San Martín,
que revistaba entonces en el ejército español, combatió por España como
ayudante de campo del marqués de Coligny. San Martín recibió, como todos los
combatientes españoles de Bailén, la Medalla de la Distinción de Bailén,
instituída por decreto de la Junta Suprema de Sevilla, el 11 de agosto de
1808.
Más tarde, San Martín se convirtió en líder
de la independencia de Argentina, Chile y Perú.
El pisto manchego
El pisto, llamado manchego porque procede de
La Mancha (Castilla), en el centro de la Península, la tierra de El Quijote, tiene
muchas variantes regionales. La receta
que sigue es la básica.
Ingredientes:
3 ó 4 calabacines (desechando la parte
central con semillas) cortados en bastones de 1 cm.
2 ó 3 berenjenas cortadas en bastones o
cuadraditos (desechando la parte de las semillas)
3 pimientos rojos cortados en tiras o
pequeños cuadrados
3 pimientos verdes (idem anterior)
2 cebollas cortadas en pluma (a lo largo)
2 ó 3 dientes de ajo (aplastados, picados
o cortados en láminas)
2 ó 3 tomates cubeteados
1 pocillo de los de café de caldo
Pimentón picante, o dulce, a gusto
1/2 ó 1 cucharadita de azúcar
Sal
Aceite (sólo para fritar y de oliva, si se
desea)
Preparación:
En una cacerola amplia sofreir en aceite
las cebollas y los ajos. Siempre a fuego medio/alto, apenas translúcidas las
cebollas, ir echando los ingredientes de a uno para que se vayan haciendo según
el tiempo de cocción que demore cada uno. Lo ideal es echar primero los
calabacines y las berenjenas. Ir mezclando para que no se peguen en el fondo de
la cazuela. Después que la pulpa de estos vegetales se haya tiernizado apenas,
incorporarles los pimientos. (Si al mezclar se observa que los ingredientes
están casi secos, poner un poco más de aceite.) Mezclar muy bien y añadir los
tomates, el pimentón, el azúcar y el caldo. Salar. Integrar todo y dejar
cocinar hasta que el líquido casi se consuma pero sin que se pegue la
preparación al fondo de la olla. Cuidar que los ingredientes queden “al dente”.
Nota: Muchas veces este plato se sirve con
huevos fritos encima.
© José Luis Alvarez Fermosel
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