lunes, 9 de junio de 2014

El Coyote



Me dispongo a releer por enésima vez las 57 novelas que tengo de las 192 que forman la saga de El Coyote de José Mallorquí.
El Coyote –cuyo antecesor más cercano es El Zorro-, con atavío y sombrero charros, antifaz y dos Colts del 45 desface entuertos galopando por valles y cañadas, poblados mineros y otros lugares de la California que los mexicanos tuvieron que ceder en 1848 a los Estados Unidos por el tratado de Guadalupe Hidalgo.
El tratado dio fin a la guerra entre Estados Unidos y México. Este último país se vio obligado a reconocer la independencia de la República de Texas, fijar la frontera de ese estado en el Río Bravo y ceder la Alta California y Nuevo México: 2.480.000 kilómetros cuadrados de territorio. ¡Ay de los vencidos!
El escritor español José Mallorquí Figuerola creó el personaje de El Coyote. La narración de sus aventuras cubrió durante más de veinte años la pequeña historia de los mass-media e hizo las delicias de toda clase de lectores.
La obra de José Mallorquí fue durante tres décadas la más traducida …después de El Quijote. Sus novelas salían en toda España cada dos semanas. Constituyeron un formidable éxito editorial, merecidamente, ya que la trama de todas y cada una de ellas era muy interesante, los personajes estaban bien delineados y el lenguaje era impecable.
Eran instructivas, además, pues daban a conocer la historia de la vieja California, con las  misiones de los jesuitas, sus buscadores de oro, sus tahúres y sus aventureros de toda laya, que cifraban su supervivencia en un ambiente duro en su habilidad con el revólver de seis tiros, el “Peacemaker”.

Figura y contrafigura

El rico hacendado César de Echagüe  y Acevedo de Los Angeles, que se mostraba como un “bon vivant” egoísta, escéptico y melindroso guardaba en el fondo de un arcón, en el sótano de su rancho de San Antonio el traje, la máscara y los revólveres de El Coyote. Y salía  montado en su caballo por una puerta secreta del jardín perdiéndose en la noche, convertido en un enemigo temible para los delincuentes y los malvados y en un amigo y protector de la gente honrada, con harta frecuencia sometida por los poderosos. El Coyote era un vengador del pisoteado honor de California,
Todo el mundo compraba las novelas de El Coyote en las librerías y los kioscos de venta de diarios y revistas, donde campeaban las coloridas portadas de Batet. Chicos y grandes, en sus casas, en los cafés, en los bancos de madera de las calles, en los transportes públicos, en todas partes llevaban su Coyote.
En España, además de Emilio Salgari, Julio Verne, Jack London, Fenimore Cooper, Mark Twain y otros autores los chicos teníamos a José Mallorquí, un extraordinario talento de la literatura popular que empezó como traductor de la Editorial Molino y creó, además de El Coyote, otros personajes de las colecciones La Novela Deportiva, Tres hombres buenos, Duke, Pueblos del Oeste, Narraciones Terroríficas y alguna más. Escribió también once biografías de conquistadores españoles en la colección Historia y Leyenda.
Las aventuras de El Coyote fueron recogidas por cinco editoriales, se vieron en cinco películas filmadas en España, México e Italia. Su autor pasó a la radio con otros personajes y otros títulos como Los Bustamante, Lorena Harding, Miss Moniker y ganó en dos oportunidades el Premio Ondas (1954 y 1964) y el Premio Nacional de Radio (1965).     
El “boom” de El Coyote sólo pudo compararse en España con el de El Zorro, pero no el héroe de Johnston McCulley, sino el gran humorista, actor y caricato argentino Pepe Iglesias, cuyo nombre de guerra, por así decirlo, también era El Zorro y tuvo un éxito fenomenal en la radiodifusión española.

Recuerdos de la infancia

Cada vez que releo las novelas de El Coyote me acuerdo de mi infancia, la prosa justa y atrapante de Mallorquí vuelve a apresarme y sus toques sentimentales me emocionan como la primera vez que las leí.
A mi hermano y a mí nos gustaban mucho las novelas de Mallorquí, sobre todo las de El Coyote. Quisimos hacer la colección, pero nunca llegamos a tenerla completa. Prestábamos muchas novelas, que nunca se nos devolvían, como pasa siempre. Otras se extraviaban, o nos las quitaban, vaya uno a saber quién o quienes en aquel caserón de la Dehesa de la Villa (de Madrid) donde vivíamos, y donde recibíamos a tanta gente.
Pasaron los años… Las novelas de El Coyote seguían estando en la biblioteca. Mi hermano y yo nos ocupábamos de que no desaparecieran.
Pero nos hicimos mayores, por unas cosas o por otras no compramos las que faltaban. Teníamos que estudiar mucho, estábamos en otras cosas.
Ya radicado en Argentina, en uno de los viajes que hice a Madrid mi hermano me regaló 27 tomos, o sea, 54 novelas, porque cada libro de la editorial Forum tenía dos.
De cuando en cuando las releo, una por una. No perdieron nada con el paso del tiempo. A decir verdad, cada vez descubro una perla en más de una de ellas.
Nada mejor como coda que las palabras de Antonio Martín: “El valor de El Coyote, su singularidad, la especial sicología  que Mallorquí infunde a su personaje, así como la perfecta estructura de los argumentos y la minuciosa reconstrucción histórica en la que los mismos se apoyan, hizo que la colección de novelas de El Coyote se convirtiera en clásico absoluto del género del Oeste. Algo que trasciende las categorías literarias para inscribirse en la de los mitos”.

© José Luis Alvarez Fermosel

No hay comentarios: