Me dispongo a releer por enésima vez las
57 novelas que tengo de las 192 que forman la saga de El Coyote de José
Mallorquí.
El Coyote –cuyo antecesor más cercano es
El Zorro-, con atavío y sombrero charros, antifaz y dos Colts del 45 desface
entuertos galopando por valles y cañadas, poblados mineros y otros lugares de
la California que los mexicanos tuvieron que ceder en 1848 a los Estados Unidos
por el tratado de Guadalupe Hidalgo.
El tratado dio fin a la guerra entre
Estados Unidos y México. Este último país se vio obligado a reconocer la
independencia de la República de Texas, fijar la frontera de ese estado en el
Río Bravo y ceder la Alta California y Nuevo México: 2.480.000 kilómetros
cuadrados de territorio. ¡Ay de los vencidos!
El escritor español José Mallorquí
Figuerola creó el personaje de El Coyote. La narración de sus aventuras cubrió
durante más de veinte años la pequeña historia de los mass-media e hizo las
delicias de toda clase de lectores.
La obra de José Mallorquí fue durante tres
décadas la más traducida …después de El Quijote. Sus novelas salían en toda
España cada dos semanas. Constituyeron un formidable éxito editorial,
merecidamente, ya que la trama de todas y cada una de ellas era muy
interesante, los personajes estaban bien delineados y el lenguaje era
impecable.
Eran instructivas, además, pues daban a
conocer la historia de la vieja California, con las misiones de los jesuitas, sus buscadores de
oro, sus tahúres y sus aventureros de toda laya, que cifraban su supervivencia
en un ambiente duro en su habilidad con el revólver de seis tiros, el
“Peacemaker”.
Figura y contrafigura
El rico hacendado César de Echagüe y Acevedo de Los Angeles, que se mostraba
como un “bon vivant” egoísta, escéptico y melindroso guardaba en el fondo de un
arcón, en el sótano de su rancho de San Antonio el traje, la máscara y los
revólveres de El Coyote. Y salía montado
en su caballo por una puerta secreta del jardín perdiéndose en la noche,
convertido en un enemigo temible para los delincuentes y los malvados y en un
amigo y protector de la gente honrada, con harta frecuencia sometida por los
poderosos. El Coyote era un vengador del pisoteado honor de California,
Todo el mundo compraba las novelas de El
Coyote en las librerías y los kioscos de venta de diarios y revistas, donde
campeaban las coloridas portadas de Batet. Chicos y grandes, en sus casas, en
los cafés, en los bancos de madera de las calles, en los transportes públicos,
en todas partes llevaban su Coyote.
En España, además de Emilio Salgari, Julio
Verne, Jack London, Fenimore Cooper, Mark Twain y otros autores los chicos
teníamos a José Mallorquí, un extraordinario talento de la literatura popular
que empezó como traductor de la Editorial Molino y creó, además de El Coyote,
otros personajes de las colecciones La Novela Deportiva, Tres hombres buenos,
Duke, Pueblos del Oeste, Narraciones Terroríficas y alguna más. Escribió
también once biografías de conquistadores españoles en la colección Historia y
Leyenda.
Las aventuras de El Coyote fueron
recogidas por cinco editoriales, se vieron en cinco películas filmadas en
España, México e Italia. Su autor pasó a la radio con otros personajes y otros
títulos como Los Bustamante, Lorena Harding, Miss Moniker y ganó en dos
oportunidades el Premio Ondas (1954 y 1964) y el Premio Nacional de Radio
(1965).
El “boom” de El Coyote sólo pudo
compararse en España con el de El Zorro, pero no el héroe de Johnston McCulley,
sino el gran humorista, actor y caricato argentino Pepe Iglesias, cuyo nombre
de guerra, por así decirlo, también era El Zorro y tuvo un éxito fenomenal en
la radiodifusión española.
Recuerdos de la infancia
Cada vez que releo las novelas de El Coyote
me acuerdo de mi infancia, la prosa justa y atrapante de Mallorquí vuelve a
apresarme y sus toques sentimentales me emocionan como la primera vez que las
leí.
A mi hermano y a mí nos gustaban mucho las
novelas de Mallorquí, sobre todo las de El Coyote. Quisimos hacer la colección,
pero nunca llegamos a tenerla completa. Prestábamos muchas novelas, que nunca
se nos devolvían, como pasa siempre. Otras se extraviaban, o nos las quitaban,
vaya uno a saber quién o quienes en aquel caserón de la Dehesa de la Villa (de
Madrid) donde vivíamos, y donde recibíamos a tanta gente.
Pasaron los años… Las novelas de El Coyote
seguían estando en la biblioteca. Mi hermano y yo nos ocupábamos de que no
desaparecieran.
Pero nos hicimos mayores, por unas cosas o
por otras no compramos las que faltaban. Teníamos que estudiar mucho, estábamos
en otras cosas.
Ya radicado en Argentina, en uno de los
viajes que hice a Madrid mi hermano me regaló 27 tomos, o sea, 54 novelas,
porque cada libro de la editorial Forum tenía dos.
De cuando en cuando las releo, una por
una. No perdieron nada con el paso del tiempo. A decir verdad, cada vez
descubro una perla en más de una de ellas.
Nada mejor como coda que las palabras de
Antonio Martín: “El valor de El Coyote, su singularidad, la especial
sicología que Mallorquí infunde a su
personaje, así como la perfecta estructura de los argumentos y la minuciosa
reconstrucción histórica en la que los mismos se apoyan, hizo que la colección
de novelas de El Coyote se convirtiera en clásico absoluto del género del
Oeste. Algo que trasciende las categorías literarias para inscribirse en la de
los mitos”.
©
José Luis Alvarez Fermosel
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