El caballero camina con firmeza y no sin
cierto garbo por el barrio elegante en la tarde medio nublada.
El sol se abre paso por entre las nubes y
sus rayos imprimen a las baldosas del pavimento un raro color azul, un azul
mineral, antipático.
Alto, derecho, esbelto, el caballero viste
ropas deportivas, de tonos claros.
Lleva un perro de lanas gris, pequeño y
juguetón, sujeto por una larga cuerda trenzada que permite mucha autonomía al
animalito, que a veces se detiene. Entonces el señor tira del cordón y el can
reanuda su marcha.
El estrépito del tránsito rodado. Llora un
niño. Ladra un perro, otro perro que no es el del caballero.
De pronto, el fragor remite un tanto y
entonces puede escucharse el trino de los oscuros pájaros del crepúsculo desde
las copas de los árboles, la mayoría de los cuales perdió ya sus hojas, pues ya
empezó el invierno en el hemisferio sur, un invierno que parece que va a ser
muy frío desde el principio.
Luce el señor su cabellera oscura,
salpicada de canas, un poco larga pero prolija. Tiene cierto garbo y un aire
distinguido de aristócrata, con esa pizca de discreción y rigidez que parece
exclusiva de los diplomáticos de carrera.
El caballero se para ante la fachada de un
edificio antiguo. El perro se sienta, su amo saca unas llaves del bolsillo de
su pantalón color marfil, abre la puerta con una de ellas y entra en la casa.
Se ha levantado un vientecillo que
arremolina las hojas caídas de los árboles. El cielo se nubla del todo. En
cualquier momento empezará a llover.
La dama del perrito
“La dama del perrito” es un cuento del
escritor ruso Anton Chéjov (1860-1904), publicado en 1899 en la revista
Pensamiento Ruso. Del cuento se hicieron dos películas: una rusa –con el mismo
título-, en 1960, dirigida por Josif Heibitz y protagonizada por Aleséi Bataló
e Iya Sávvina. Ganó la Palma de Oro a la mejor película en el Festival
Internacional de Cine de Cannes.
La otra, de Nikita Milkhalkov, fue filmada
en 1987 con el título de “Ojos negros” y con Silvana Mangano y Marcelo
Mastroianni en los primeros papeles.
En teatro, en versiones libres, “La dama
del perrito” se representó en las salas más importantes del mundo. No hay
actriz –de las que no la hicieron, que no son muchas- que no sueñe con
interpretarla.
La obra sirvió también de guión a
multiples versiones artísticas interdisciplinarias.
Un dato curioso: el perrito de la dama era
un Pomerania. Creo que el del caballero tiene algo de Griffon.
Siguiendo a Chéjov, podría intentarse
escribir un cuento titulado “El caballero del perrito”.
Por lo menos, los principales personajes
ya están presentados.
© José Luis Alvarez Fermosel
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