Malas noticias circulan en el mundo de los fumadores de cigarros habanos. Lo peor de todas es la muerte de Alejandro Robaina, el fabricante de puros más famoso de Cuba.
Robaina tenía 91 años, era la única persona en la isla que tenía una marca con su nombre y había sido embajador itinerante de la industria tabaquera.
Por otra parte, baja la producción de tabaco en Cuba, por la reducción de las plantaciones como consecuencia de la limitación de recursos que ha causado la crisis económico financiera mundial.
Seguramente, las señoras que se habían aficionado últimamente a fumar puros en todo el mundo –entre ellas la actriz española Sara Montiel- no estarán así como precisamente de parabienes.
Los hombres que todavía se fuman de vez en cuando un Montecristo del número 4 –entre los cuales, mi amigo el duque Villegas y un servidor-, u otro tipo de habano, deben tener en cuenta las siguientes reglas:
01: Antes de tomar el cigarro, lávese las manos con un jabón no perfumado.
O2: Retire el anillo de papel con la marca y estampilla fiscal con cuidado para no romper la capa del cigarro. De lo contrario, las tintas y el adhesivo del sello contaminarán el sabor del tabaco al calentarse el puro.
03: Corte la punta con un aparato adecuado (están en todas las tabaquerías). Si no lo tiene, rasque ligeramente con la uña para despegarla, una sección del extremo que se va a llevar a la boca.
04: La abertura que se realice debe ser proporcional al diámetro del cigarro.
05: No es aconsejable hacer una perforación con un palillo, o una cerilla en vez de un corte, porque se tormaría un canal que convertiría el habano en una chimenea descompensada que produciría humos desagradables.
06: La primera mitad del cigarro puede calentarse suavemente antes de ser encendido, lo cual ayudará a la circulación del humo.
O7: Encienda su cigarro con un fósforo de madera o la pequeña astilla de roble que a veces viene con los puros en algunas cajas. Ni hablar de encendedores de gas. O los antiguos de gasolina. No hay que transmitir al cigarro sabores extraños ni mucho menos desagradables.
08: La superficie del encendido debe ser pareja. Es muy posible que si se prende con fósforos se gasten dos o tres hasta alcanzar ese objetivo.
O9: El cigarro debe llevarse a la boca para extraer el humo. No hay que morderlo o humedecerlo en extremo.
10: Se debe chupar con gentileza, si se le solicita demasiado se recalienta y pierde el gusto.
11: No hay que tragarse el humo; o por lo menos, demasiado. El humo debe permanecer en la boca para que se disfrute su sabor.
12: No hay que dejar apagar el cigarro; pero si así ocurriera hay que volverlo a encender inmediatamente, cuidando que la llama no tome contacto con la punta, sino calentando el extremo.
13: Hay que dejar la ceniza tranquila, puesto que su permanencia ayuda a la combustión.
14: Deben fumarse las dos terceras partes del cigarro; si usted es codicioso, puede hacerlo hasta las tres cuartas partes, pero más allá, no; el habano obtendrá inevitablemente un sabor acre que le hará perder el goce obtenido.
15: Déjese envolver por el humo de su cigarro. No tema que sus ropas se impregnen del aroma de los puros.
Robaina tenía 91 años, era la única persona en la isla que tenía una marca con su nombre y había sido embajador itinerante de la industria tabaquera.
Por otra parte, baja la producción de tabaco en Cuba, por la reducción de las plantaciones como consecuencia de la limitación de recursos que ha causado la crisis económico financiera mundial.
Seguramente, las señoras que se habían aficionado últimamente a fumar puros en todo el mundo –entre ellas la actriz española Sara Montiel- no estarán así como precisamente de parabienes.
Los hombres que todavía se fuman de vez en cuando un Montecristo del número 4 –entre los cuales, mi amigo el duque Villegas y un servidor-, u otro tipo de habano, deben tener en cuenta las siguientes reglas:
01: Antes de tomar el cigarro, lávese las manos con un jabón no perfumado.
O2: Retire el anillo de papel con la marca y estampilla fiscal con cuidado para no romper la capa del cigarro. De lo contrario, las tintas y el adhesivo del sello contaminarán el sabor del tabaco al calentarse el puro.
03: Corte la punta con un aparato adecuado (están en todas las tabaquerías). Si no lo tiene, rasque ligeramente con la uña para despegarla, una sección del extremo que se va a llevar a la boca.
04: La abertura que se realice debe ser proporcional al diámetro del cigarro.
05: No es aconsejable hacer una perforación con un palillo, o una cerilla en vez de un corte, porque se tormaría un canal que convertiría el habano en una chimenea descompensada que produciría humos desagradables.
06: La primera mitad del cigarro puede calentarse suavemente antes de ser encendido, lo cual ayudará a la circulación del humo.
O7: Encienda su cigarro con un fósforo de madera o la pequeña astilla de roble que a veces viene con los puros en algunas cajas. Ni hablar de encendedores de gas. O los antiguos de gasolina. No hay que transmitir al cigarro sabores extraños ni mucho menos desagradables.
08: La superficie del encendido debe ser pareja. Es muy posible que si se prende con fósforos se gasten dos o tres hasta alcanzar ese objetivo.
O9: El cigarro debe llevarse a la boca para extraer el humo. No hay que morderlo o humedecerlo en extremo.
10: Se debe chupar con gentileza, si se le solicita demasiado se recalienta y pierde el gusto.
11: No hay que tragarse el humo; o por lo menos, demasiado. El humo debe permanecer en la boca para que se disfrute su sabor.
12: No hay que dejar apagar el cigarro; pero si así ocurriera hay que volverlo a encender inmediatamente, cuidando que la llama no tome contacto con la punta, sino calentando el extremo.
13: Hay que dejar la ceniza tranquila, puesto que su permanencia ayuda a la combustión.
14: Deben fumarse las dos terceras partes del cigarro; si usted es codicioso, puede hacerlo hasta las tres cuartas partes, pero más allá, no; el habano obtendrá inevitablemente un sabor acre que le hará perder el goce obtenido.
15: Déjese envolver por el humo de su cigarro. No tema que sus ropas se impregnen del aroma de los puros.
Digan lo que digan, las mujeres disfrutarán de ese perfume y los hombres... ¡le envidiarán!
© José Luis Alvarez Fermosel
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