lunes, 27 de febrero de 2012

La noche del profesor

- Si está usted instalándose en un quehacer de recapitulación epilogal, que diría Eugenio D’Ors (1) -que era un poco cursi, el hombre-, no empiece a hacerlo en la casa de la sierra, usted solo, de noche, porque a lo mejor se desata una tormenta…
- ¿Y qué?
- Nada, nada, profesor.
- ¿Cree usted que a mí me va a dar miedo quedarme solo en una casa al pie de una montaña, de noche?
- Yo no creo nada, pero a veces pasan cosas que… Pero haga usted lo que le parezca; y que lo pase bien, querido profesor.
- Muchas gracias. Le advierto que voy a llevarme una novela policíaca para leer durante la noche.
- ¿Cuál?
- No mire atrás, de Fredric Brown (2).
- ¡Válgame Dios!
- ¿Qué pasa?
- Nada, nada…; ¿pero por qué no prueba con una de Chesterton: algún relato de la saga del padre Brown, que son tan divertidos, si es que le queda todavía alguno sin leer, por supuesto.
- Ya lo he decidido todo, y tengo todo preparado: la chimenea de leños, las bebidas, una caja de cigarros puros hondureños que me han regalado. Hay un jamón recién abierto en la cocina,  fiambres, latas de conservas, la nevera está llena. ¡Lo voy a pasar fenomenal!
- Pues que así sea, profesor; lo dicho: que tenga una buena noche; ya me contará.
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- ¿Quién es?
- Nadie, amigo. Sólo pasos en la noche.
- ¿Quién está ahí?
Silencio. Y en seguida, el primer trueno. Se viene la tormenta. A lo mejor vienen también las hadas malditas de los cuentos de Perrault (3); o alguna de ellas, por lo menos.
Un fuerte aguacero golpea toda la casa. Los relámpagos rayan de azul el cielo negro. La artillería del trueno.
Hay que recorrer toda la casa y cerrar puertas y asegurar ventanas, no vaya a quedarse una abierta y se cuele por ella Stavroghing (4).
En estos momentos es cuando uno lamenta que la escopeta esté en el granero –y uno no sepa en qué lugar exacto-; no tener a mano un revólver, aunque sea un antiguo Smith & Wesson de los más pequeños, calibre 38, de cachas de madera y cinco tiros.
“Eso era todo: tres muertos, una botella de ginebra rota, sangre…”: El sabueso del hotel, de Dashiell Hammett.
A lo lejos aúlla un lobo.
- ¿Hay lobos aquí? ¿O será un perro?
Sherlock Holmes notó que el perro no ladraba por la noche (5).
    - ¡Juraría que alguien quiere entrar…!
En el acto II, escena 2ª de Macbeth, antes de que éste y su mujer perpetren el asesinato del rey de Escocia, alguien llama a la puerta.
- ¿De dónde viene esa llamada –dice Macbeth- ¿Qué me pasa, que todos los ruidos me aterran?
Culmina la tormenta. Detonan los truenos en la montaña, más tétrica que nunca a la luz cárdena de las centellas. Una puerta que se ha quedado abierta golpea, y su cadencia entre retumbo y retumbo ataca los nervios.
El último párrafo de No mire atrás: “Siga pensando unos instantes que éste es sólo un relato más. Pero no mire atrás y no crea nada de lo que ha leído hasta que sienta el cuchillo en su piel”.
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-¡Hombre, profesor! ¿Qué cuenta usted? ¿Cómo lo pasó anoche? ¡Vaya tormenta! Allá arriba debio ser impresionante.
- Sí, claro, claro…; pero, bah, a mí no me perturbó demasiado, no vaya a creer…
- No, si yo no creo nada; pero la borrasca se las trajo, no me lo negará usted, querido profesor. A propósito, ¿durmió bien? Se lo ve un poco ojeroso.
- Bueno, yo…, sí… verá usted: el ruido de los truenos me desveló un poco. ¡Sonaban como cañonazos! Pero luego le di un tiento regular al brandy y por lo menos entré en calor, porque la chimenea se apagó y el frío se colaba por todas partes. La casa está un poco descuidada. No fue una noche espléndida, pero en fin…


(1) Escritor español, principal ideólogo del “noucentisme”, movimiento cultural con el que la burguesía catalana trató de impulsar sus proyectos de construcción nacional a comienzos del siglo XX.
(2) Novelista estadounidense, autor de varias novelas policiales, que se vale de un sutil análisis del comportamiento de sus personajes, a los que a menudo coloca en situaciones al borde de la pesadilla.
(3) Escritor francés creador de historias de hadas y cuentos clásicos infantiles, como Caperucita Roja y El Gato con Botas.
(4) Protagonista de Los endemoniados, de Dostoievski.
(5) Referencia a El sabueso de Baskerville, de Arthur Conan Doyle.  

© José Luis Alvarez Fermosel

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