lunes, 19 de marzo de 2012

El pañuelo

¡Cómo van quedando “fuera de onda” –que se vea que somos modernos…- cosas que además de servir para algo tuvieron un matiz distintivo o determinante!
Los pañuelos de bolsillo, por ejemplo, que ahora son de papel y vienen en pequeños paquetes de plástico muy difíciles de abrir.
Se usaron hasta hace no mucho tiempo –tampoco es uno un carcamal: carcamal, no “carcamán”, por favor-. Los mejores eran de batista suiza o de seda natural y ciertos elegantes llevaban siempre uno asomando discretamente por el bolsillo superior de la chaqueta.
El pañuelo, en ocasiones con iniciales bordadas a mano, como las camisas, pasó a la historia; y si usted aún los utiliza, expóngase a una rabieta mandándolos al lavadero, o a la tintorería: se los traerán doblados en dos, de modo que parezcan una toalla o un paño de cocina; tendrá usted que doblarlos como se debe, se notarán los dobleces y el pañuelo quedará hecho un desastre.
Adiós también al elegante ademán de introducir la mano derecha en el bolsillo interior izquierdo de la chaqueta para extraer un inmaculado pañuelo blanco, que algunos hacían almidonar ligeramente, o perfumaban. Bueno, ya casi no se usa chaqueta, tampoco.
Siempre podía uno ofrecer su pañuelo a una señora para que enjugara con él sus lágrimas… aunque fueran de cocodrilo.
¡Cuidado con resfriarse, que los nuevos pañuelos de papel no resisten y se rompen en el peor momento!
Tampoco es cuestión, como hemos visto hacer, de usar la servilleta del restaurante.

© José Luis Alvarez Fermosel




Link a vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=A2cMuYsp6c0

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